Nadie puede negar ahora, cuando ya han pasado tres semanas de este nuevo año, que las listas de propósitos que muy entusiasmados hicimos en esa semana mágica de buenos deseos que hay entre la Navidad y el Año Nuevo, al final terminan arrumbadas en algún cajón.
El 31 de diciembre pusimos esas listas en Instagram, en Facebook y hasta en Snapchat, pero ¿quién las recuerda hoy?
Lo cierto es que los propósitos de año nuevo importan, y mucho, no sólo por significar los buenos deseos que nos invaden en cada nuevo ciclo, sino porque son promesas que nos hacemos y, admitámoslo, no somos la generación más comprometida de la historia.
Nos cuesta trabajo involucrarnos en relaciones, trabajos y hasta con nuestras finanzas personales y, a pesar de ello, también somos la generación que más habla y se preocupa por el planeta porque, hay que reconocerlo, nos lo dejaron muy maltratado.
Justo por ello, en esta edición la invitación es a que tiremos esa lista y la cambiemos por una que nos traiga beneficios inmediatos en lo personal y en lo colectivo –ya que admitimos que nuestros propósitos tradicionales de ponernos a dieta, correr todas las mañanas, ir al gimnasio o no volver a enamorarnos de quien no debemos, no son precisamente fáciles de cumplir.
El cambio climático, la contaminación del agua, el desgaste del suelo, la explotación irracional de los recursos naturales son problemas tan grandes que algunas veces pensamos que nadie es capaz de resolverlos, y eso nos deprime y paraliza.
Lo cierto es que las pequeñas acciones cotidianas, nuestras decisiones de consumo, la ropa que usamos, la comida que elegimos y, por supuesto, los cambios enfocados a reducir nuestro impacto ambiental son en realidad lo que se necesita para, entre todos, construir las soluciones a tan grandes retos.
Por ello queremos ayudarte a transformar tu lista de propósitos; deseamos que ya no esté atada sólo al inicio de un nuevo año en el calendario, sino también a los compromisos que deseas adquirir de hoy en adelante con el medio ambiente.
Empezamos con algo muy básico: el plástico. Pareciera que es un monstruo del que nadie puede librarse, pero aquí te presentamos algunas alternativas que te permitirán erradicarlo poco a poco de tu vida cotidiana.
Ahora, todos nos hemos quedado alguna vez enjabonados en la regadera porque si algo escasea en este planeta, tristemente, es el agua. Sin embargo, en época de lluvias también muchos nos hemos atorado en el tráfico porque la ciudad es un caos debido a las constantes inundaciones. Entonces, la lógica nos dice que esa agua que cae del cielo podría ser una solución, pero ¿por dónde empezamos a cosechar lluvia? ¡Ah!, pues aquí conocerás la historia de alguien que perdió el miedo y se animó a dar el primer paso en su propia casa.
Y como en esto de cuidar el planeta se trata de entrarle todos, pues el equipo de CAMBIO se puso a hacer sus propios compromisos, así que yo misma te cuento cuáles son los cinco pasos que di con el propósito de dejar de ser adicta al fast fashion; Laura, nuestra editora, relata su experiencia al tratar de comer sólo productos locales, y además encontró en su camino la historia de un niño que usa a diario la bici para ir al colegio; por su parte Carlos, nuestro reportero, fue a cazar anécdotas de padres y madres que se propusieron (o al menos lo intentaron) que sus bebés no utilizarían pañales desechables.
Por algo se empieza, la solución está en tus manos. Hoy tus decisiones de consumo y estilo de vida pueden significar un día más de existencia para el planeta, o un día menos, ¿qué prefieres?
