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El Chapo, Penn y Bukowski

21 de Agosto 2017
Foto: Especial
Foto: Especial

Cuando la revista Rolling Stone anunció a principios del año pasado que publicarían una entrevista con el narcotraficante Joaquín Chapo Guzmán –que para esas fechas se encontraba prófugo de la justicia y escondido en alguna montaña de Sinaloa–, entre las cosas que más sorprendieron y llamaron la atención de muchos analistas y medios de comunicación, además de la propia exclusiva, claro está, fue que la entrevista la hubiera realizado el actor estadounidense Sean Penn, gracias al contacto que estableció la actriz mexicana Kate del Castillo.

Por más rebelde, independiente, contestatario y buen actor que pudiera ser en Hollywood, ¿por qué Sean Penn era quién entrevistaba al Chapo Guzmán?, quitándole el privilegio a cualquiera de las llamadas “vacas sagradas” del periodismo nacional e internacional. La pregunta que rondaba en el ambiente estaba cargada con una buena dosis de envidia de la buena (y de la mala, también).

Pero más allá de envolvernos en la bandera del periodismo y la objetividad, lo cierto es que, sin ser un profesional, Sean Penn es un buen entrevistador. De esos que rompen el hielo fácilmente y generan una confianza tal, que sus entrevistados se abren de capa, arrancándoles declaraciones de las que, seguramente, al día siguiente estarán arrepentidos de haberlas dicho frente a una cámara o una grabadora.

Hace unos días, cuando hurgaba en una montaña de viejas publicaciones, me encontré con la revista Interview, de septiembre de 1987, en la que venía publicada una extensa y muy bien lograda entrevista de Sean Penn con el escritor y poeta maldito Charles Bukowski.

Por ese entonces, Penn mantenía una tortuosa relación sentimental con la cantante Madonna y era considerado el “chico malo de Hollywood” por sus continuos enfrentamientos a golpes con los paparazzis, así que pocos esperarían que un actor que era cliente frecuente de los programas de chismes de la farándula tuviera el talento para entrevistar al mítico Bukowski, uno de los personajes más oscuros e interesantes del underground literario.

Durante un momento de la entrevista, Bukowski le dijo a Penn: “Ya no voy mucho a bares. Saqué eso de mi sistema. Ahora, cuando entro a un bar, siento náuseas. Estuve en demasiados, es apabullante. Eso es para cuando eres más joven, sabes, y te gusta pelear con tipos y hacerte el macho, tratando de ligar mujeres. A mi edad, ya no necesito nada de eso. Hoy sólo entro a los bares para mear”.

Al ver la cara de sorpresa de su joven entrevistador, Chinaski –como también se le conocía al escritor de origen alemán, radicado en la ciudad de Los Ángeles desde que tenía tres años– le confesó: “Tranquilo, chico. No todo lo que digo es verdad. En las entrevistas me gusta jugar y burlarme un poco de mí mismo. Doy algo de información falsa, sólo por el gusto de entretener”.

Y remataba diciendo: “El alcohol es probablemente una de las mejores cosas que han llegado a la tierra, además de mí. Así que… nos llevamos bien. Es destructivo para la mayoría, pero yo soy un caso aparte. Todo mi trabajo creativo lo hago mientras estoy intoxicado. Es un alivio, porque básicamente soy una persona tímida e introvertida, y el alcohol me permite ser este héroe que atraviesa el espacio y el tiempo, haciendo todas estas cosas atrevidas… Así que me gusta”.

Casualmente, la semana pasada Bukowski habría cumplido 97 años, tal vez sea una buena oportunidad para releer alguno de sus libros y buscar una película en DVD basada en una de sus historias. Creo que me inclinaré por leer Memorias de un viejo indecente y ver El amor es un perro infernal… Gracias Sean Penn por traerlo a mi memoria… ¡Salud, maestro Chinaski! 

*Periodista especializado en cultura.

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