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CONTACTO
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Dicen que cuando las mujeres decimos no, en realidad queremos decir que sí. Nada más lejos de la realidad y más peligroso. Hemos aprendido a jugar ese juego que involucra dobles mensajes porque, supuestamente, nos hará más interesantes para los hombres. Pasamos nuestra juventud evitando parecer “fáciles” porque eso nos cerrará las puertas a relaciones serias, según decían nuestras mamás, abuelitas, maestras y todas aquellas mujeres que trataban de educarnos.
Lo que no nos dijeron es que también nos cierra las puertas a algo que la gente dedicada a la psicología conoce bien: la asertividad. En palabras llanas, significa expresar y defender lo que cada quien quiere, como lo quiere y cuando lo quiere. Bueno, las mujeres crecemos sin eso. Porque aunque yo muera de ganas por salir con un chico, tengo que decirle que no al menos una vez o pensará que estoy “desesperada”.
Nunca he sabido jugar ese juego. No me gusta ni me interesa. Hasta ahora, me sentía como la única en el mundo –o al menos en este país– que era capaz de decir lo que quería o no quería de mi relación con un hombre. Sin embargo, llegaron las benditas redes sociales. En ellas he conocido y leído a muchas mujeres que piensan como yo: que una debe reconocer sus deseos, un paso de verdad enorme en la sexualidad femenina, y que no tiene nada de malo expresarlos y dejar saber al otro exactamente qué terreno está pisando.
Cada vez más mujeres, incluso esas que llegaron de blanco al altar y que por alguna circunstancia ahora están sin pareja, nos estamos liberando de esos prejuicios sobre las mujeres que son “para un rato” y las que son para “tomarse en serio”. No puedo decir si fue causa o efecto, pero este cambio de mentalidad –que comparten también muchos hombres– coincide con el desarrollo de la tecnología y el auge de las aplicaciones que permiten, en sólo unos minutos, contactar a alguien dispuesto a tener sexo sin compromisos.
Estas aplicaciones se descargan en el teléfono celular, y una de las más populares es Tinder. Allí se llenan algunos datos y listo, se puede entrar en contacto con usuarios a pasar un rato placentero sin necesidad, siquiera, de intercambiar números telefónicos, pues toda la comunicación se da a través de la aplicación.
Puede parecer demasiado superfluo. Hay quienes opinan que es casi como pedir una pizza y que vuelve a las personas “desechables”. Todo puede ser, depende de cómo esas personas detrás de las pantallas se relacionen una vez que se encuentren frente a frente. Lo cierto es que también he sabido de muchas experiencias positivas, respetuosas, divertidas y, sobre todo, placenteras, derivadas de este tipo de contactos.
El deseo sexual es un impulso biológico muy poderoso, pero nuestro ser racional puede intervenir a nuestro favor si comprendemos que puede satisfacerse sin culpa y, más importante, sin manipulación o violencia de por medio. 15No digo que el sexo casual sea para todas (ni para todos, valga decir), sino que liberarnos de esas ideas que han centrado nuestro valor femenino en la “pureza” de nuestro cuerpo no ayuda a nadie más que a nosotras mismas, que entonces seremos capaces de reconocer, nombrar y pedir lo que en realidad deseamos en el plano sexual. La vía para hacerlo ya es decisión de cada una.
* Periodista especializada en salud sexual.
@RocioSanchez