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La batalla de los “necios”

25 de Febrero 2018
rogeliosegoviano
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Hace unos meses, cuando entrevisté al poeta veracruzano Mardonio Carballo, me contó que de chico su familia no tenía los recursos suficientes para enviarlo a estudiar la secundaria, pero gracias a una beca mensual que le dio el Instituto Nacional Indigenista pudo terminarla. Lo único que Mardonio debía hacer con la finalidad de obtener su beca era aceptar que hablaba náhuatl. En su grupo, más de 80 por ciento de los alumnos dominaba esa lengua originaria, sin embargo, a la mayoría de los adolescentes les daba pena reconocerlo y decían que sólo hablaban español. Únicamente dos estudiantes aceptaban, con cierto orgullo y altivez, que sus padres y abuelos les habían transmitido en casa esa tradición ancestral.

Con el tiempo, Mardonio Carballo no sólo continuó hablando náhuatl, sino que mediante su poesía y su trabajo periodístico ha luchado de manera intensa por darle el lugar y la importancia que la lengua merece. Y aunque no siempre ha sido una tarea sencilla, su necedad y perseverancia le han abierto espacios en diferentes foros y medios de comunicación.

Así como Mardonio, hay personas que se empeñan no sólo en motivar a otros por aprender alguna de las 68 lenguas nativas que existen en México, sino en evitar su extinción. Una de ellas es la diseñadora Gabriela Badillo, una joven de origen maya, quien a la muerte de su abuelo se dio cuenta de que con él se desvanecía también una forma de entender y ver el mundo.

México es uno de los países con mayor diversidad lingüística del planeta, con 11 familias lingüísticas de las que derivan 68 lenguas y más de 360 variantes. Las más habladas del país son el náhuatl, maya, tseltal y mixteco. Hasta hace un par de años, más de siete millones de mexicanos –6.5 por ciento de la población– hablaba alguna lengua indígena, aunque la pérdida constante de practicantes provoca que más de la mitad estén en peligro de desaparecer.

Gabriela Badillo decidió hacer algo al respecto, y el poema de Miguel León-Portilla, “Cuando muere una lengua”, fue la inspiración que necesitaba para iniciar el proyecto “68 voces”, una serie de cuentos indígenas presentados a través de historietas y cómics, bajo la premisa de que nadie puede amar lo que no conoce.

La idea de Badillo es realizar 68 relatos, uno por cada lengua originaria, a partir de las tradiciones orales de las propias comunidades, que serán transformados en pequeñas piezas visuales sobre el origen de las cosas, de la tierra, del ser humano, de los animales o de tradiciones ancestrales de los pueblos a los que pertenecen.

Otro “necio” en rescatar las lenguas originarias es Daniel Díaz, un joven profesor de matlazinca que vive en la comunidad de San Francisco de Ostotilpa, en el Estado de México, quien logró que se realizara un cuento sobre la tradición del día de San Pedro y San Juan que se llevaba a cabo todos los 26 de junio, donde los vecinos salían a cantar al bosque y a las luciérnagas, con el propósito de que hubiera una cosecha abundante. Sin embargo, con la llegada de la luz eléctrica al pueblo –dos décadas atrás–, la tradición empezó a desaparecer, aunque gracias al trabajo de Daniel en su comunidad, hace dos años ha vuelto a celebrarse.

Un héroe más en estos temas es el cineasta Francesco Taboada, quien ha realizado en el estado de Morelos una labor de rescate y promoción de la lengua náhuatl digna de admirarse y replicarse en otros lugares del país. La dinámica y la metodología utilizada en sus talleres y cursos para enseñar la lengua originaria se han convertido en un referente internacional. Y ni qué decir de sus películas documentales (Maguey, Los últimos zapatistas), que de verdad contribuyen a conocer mejor nuestras raíces culturales. Bien por todos estos “necios”.

*Periodista especializado en cultura.

@rogersegoviano

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