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La primavera árabe

17 de Diciembre 2017
rogeliosegoviano
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Hasta hace unos tres años, pocas personas fuera de Arabia Saudita sabían quién era el príncipe Mohamed bin Salman; y no por otra cosa, sino porque la “realeza” en los Emiratos Árabes es enorme y está compuesta por más de cinco mil príncipes, aunque sólo un puñado de ellos tienen el derecho natural al trono. Y Mohamed bin Salman no era uno de ellos; no descendía en forma directa del fundador de la dinastía, Abdulaziz bin Saud.

Sin embargo, con esos giros extraños del destino, que incluyen misteriosas enfermedades, intrigas palaciegas, adicciones y sorpresivas muertes familiares, Mohamed bin Salman, de 32 años de edad, pasará en poco tiempo de ser ministro de Defensa a convertirse en el próximo rey Saudí, lo que ha generado toda una serie de cambios radicales en su país. Su proyecto Visión Saudí 2030 tiene como objetivo cambiar el modelo económico de las naciones de la región, para dejar de depender del petróleo y enfocarlo, principalmente, al turismo y la cultura.

MBS, como llama la prensa a Mohamed bin Salman, “es hábil, ambicioso, rápido e inteligente y está obsesionado por transformar el reino. Quiere ser el rostro de la nueva Arabia”, ha dicho la revista Vanity Fair. Tal vez por eso MBS se ha convertido en uno de los mejores amigos de otro visionario contemporáneo suyo: Mark Zuckerberg, el dueño de Facebook.

Entres sus primeras acciones como príncipe heredero, destituyó e inició procesos en contra de decenas de funcionarios de primer nivel acusados de corrupción, sin importar que muchos de ellos fueran sus parientes. También limitó los poderes de la temible policía religiosa y está abriendo las puertas del entretenimiento a los jóvenes. Hasta hace muy poco, el único ocio permitido era pasear en los centros comerciales.

Hace una semana, como parte de las reformas lanzadas por MBS, el Ministerio de Cultura anunció que para marzo de 2018 permitirá la reapertura de las primeras salas comerciales de cine, luego de 35 años de que permanecieran cerradas por decreto gubernamental, en lo que había sido una prohibición derivada de una interpretación radical del Islam.

En 1980 se realizaron las últimas exhibiciones públicas de películas en Arabia Saudita, y un par de años después también se prohibió la música en la radio y la televisión, junto con la difusión de imágenes femeninas en los diarios y revistas. Una asfixiante sucesión de vetos que permanecían inalterables hasta ahora, con la llegada al poder de Mohamed bin Salman, quien ha dicho que apenas es el inicio de una serie de transformaciones que se avecinan en el reino, pues con el desarrollo del sector cultural se crearán nuevas oportunidades de empleo y entretenimiento, en un país de 32 millones de habitantes y donde el promedio de edad es de 27 años.

Y a partir de junio del próximo año las mujeres saudíes tendrán la posibilidad de obtener licencias de conducir, algo inimaginable hasta ahora en el mundo islámico. “Sinceramente, no vamos a perder otros 30 años de nuestras vidas tratando con ideas extremistas. Las destruiremos ahora y para siempre”, declaró el pasado octubre Bin Salman, un hombre de quien se dice es tan polémico que lo mismo puede comprar, en un arranque de soberbia, un yate de lujo de 150 millones de dólares, que mandar a uno de sus príncipes a pagar 450 millones de dólares en una subasta por la pintura Salvator Mundi –uno de los 20 cuadros certificados de Leonardo da Vinci que aún se conservan–, para luego obsequiarla al nuevo Museo del Louvre en Abu Dhabi.

Son tiempos modernos.

*Periodista especializado en cultura.

@rogersegoviano

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