Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

El Test 
de Turing

08 de Abril 2018
rogeliosegoviano
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En los primeros minutos de la película Blade Runner, Holden, un policía cazador de replicantes, recibe un disparo mientras le aplica el Test Voight-Kampff a Leon –el misterioso nuevo trabajador de la corporación Tyrell– para saber si se trataba de un robot “Nexus-6” o de un ser humano.

Blade Runner describe un futuro en el que, mediante la ingeniería genética, se fabrican humanos artificiales (replicantes) a quienes los emplean en trabajos peligrosos y como esclavos en las “colonias exteriores” que están más allá de la Tierra. Los “Nexus-6”, producidos con la finalidad de ser “más humanos que los humanos”, se confunden fácilmente con la gente, aunque tienen más agilidad y fuerza física, pero carecen de respuesta emocional y empatía, de ahí que para descubrirlos haya que aplicarles el Test Voight-Kampff.

La prueba requiere un aparato que mide la variación de funciones corporales, como respiración, rubor, ritmo cardiaco y movimiento de los ojos –en respuesta a una serie de preguntas–, así como el tiempo de reacción. Las preguntas desencadenan una respuesta emocional cuando el sujeto es un humano; la ausencia de empatía permite identificar a los replicantes.

Si bien se trata de una prueba ficticia inventada para Blade Runner, en la vida real existe un examen similar cuyo propósito es saber si una máquina es en realidad una máquina y no una persona. Y lo increíble es que la prueba fue creada hace casi 70 años. Se le conoce como Test de Turing y lo desarrolló el británico Alan Turing, el eminente científico matemático a quien se le considera el padre de la inteligencia artificial, el precursor de las computadoras y el hombre que sembró la idea de Internet.

En la película Código Enigma (cuyo título original es The Imitation Game) –de Morten Tyldum y protagonizada por Benedict Cumberbatch– se cuenta cómo Alan Turing construyó el dispositivo Bombe, que permitió descifrar las transmisiones secretas del codificador Enigma, utilizado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En un cierto momento de la película, un detective le pregunta al célebre matemático: “¿Podrán las máquinas algún día pensar como los seres humanos?”. A lo que Turing responde: “La mayoría de la gente piensa que no. El problema es que hacen la pregunta incorrecta. Claro que las máquinas no pueden pensar como las personas. Son diferentes, y piensan diferente”. El detective le interpela entonces por el título de un informe que el científico acaba de presentar: “The Imitation Game”. “Es un juego, un test para determinar si alguien es un ser humano o una máquina –indica Turing–. Un juez pregunta y, a partir de las respuestas, decide si habla con una persona o una máquina”.

En la vida real, Turing propuso esta prueba en su ensayo Computing Machinery and Intelligence de 1950, cuando trabajaba en la Universidad de Manchester. Iniciaba con la pregunta: “¿Pueden pensar las máquinas?”. Como era difícil definir la palabra “pensar”, Turing decidió reemplazar la pregunta: “¿Existirán computadoras digitales imaginables que tengan un buen desempeño en el juego de imitación?”. Él creía que sí era posible responder esta pregunta. El resto de su ensayo lo dedicó a argumentar la idea de que “las máquinas pueden pensar”.

Desde que fue creada por Turing, la prueba ha demostrado ser altamente influyente y también ampliamente criticada. Con el paso del tiempo, se ha convertido en un concepto importante en la filosofía de la inteligencia artificial.

*Periodista especializado en cultura.

@rogersegoviano

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