Con más de un año de retraso, respecto a su estreno en Estados Unidos y otros países del mundo, finalmente llega a la televisión latinoamericana la esperada serie El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale), basada en la exitosa novela homónima de la poeta y escritora canadiense Margaret Atwood –quien se encargó también de hacer la adaptación a la pantalla–, donde nos presenta la historia de Offred, una valiente mujer que, en un futuro cercano, se enfrenta a una sociedad misógina y a un gobierno fundamentalista que la obligan a ser, literalmente, una máquina para procrear hijos, los cuales le serán arrebatados al nacer con el objetivo de entregarlos a familias ricas y poderosas.
Desde su primer episodio, la serie protagonizada por Elisabeth Moss cautivó a la audiencia con su original propuesta, principalmente porque sucedía en suelo estadounidense, luego de ser disuelto el Congreso y derrocado el gobierno democrático (incapaz de hacer frente al terrorismo islámico), para establecer un estado fascista y teocrático, valiéndose del miedo de millones de personas, así como de una misteriosa plaga que ha hecho infértiles a nueve de cada diez mujeres. Por eso, quienes todavía pueden embarazarse son separadas de sus familias y recluidas es un Centro Rojo, una suerte de campo de concentración donde serán entrenadas como vientres de alquiler y esclavas sexuales.
A pesar de los escalofriantes paralelismos que guarda la historia de El cuento de la criada con buena parte de los acontecimientos sociales y políticos de hoy en día, vale decir que esta novela de ciencia ficción fue lanzada al mercado hace casi 35 años y de inmediato fue clasificada como literatura distópica (contraria a utópica), que en otras palabras significa que nos habla de un mundo futuro indeseable, pero posible, muy en el estilo de las obras de Philip K. Dick (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), Ray Bradbury (Fahrenheit 451), Aldous Huxley (Un mundo feliz), George Orwell (1984) y Anthony Burgess (La naranja mecánica).
En El cuento de la criada, las mujeres sometidas visten hábito rojo, pasean de dos en dos para que una vigile a la otra, tienen prohibido leer, poseer algo o disfrutar de cualquier cosa; además, llevan una especie de cofia que les tapa la cara por los lados y limita su visión. Han de ir con la vista baja, sumisas y saludar con frases hechas, casi siempre pequeños salmos.
Además de la historia de Atwood, gran parte de la serie se mantiene por el trabajo escénico de Elisabeth Moss, a quien seguramente muchos recuerdan por su personaje de Peggy Olson en Mad Men. Incluso, podríamos aventurarnos a señalar que la mirada de Moss es la clave en el desarrollo de la trama, pues sus ojos verdes que transmiten miedo, desesperación y sumisión, también nos gritan que se trata de una guerrera, capaz de hacer cualquier cosa para mantener viva la esperanza de reencontrase con su familia.
Mientras que en Estados Unidos y Europa están por arrancar la segunda temporada en abril, en América Latina la primera temporada de El cuento de la criada iniciará sus transmisiones el domingo 11 de marzo a través de la señal de Paramount Channel.
Si todavía tienen alguna duda, sólo resta decir que cuando una serie capta a la perfección el espíritu de un gran libro y ambas narraciones se retroalimentan, no se puede pedir mucho más.
*Periodista especializado en cultura.
@rogersegoviano
