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No a la sumisión auditiva

20 de Mayo 2018
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POR ELIZABETH SANTANA*

Según el artículo 38 del Reglamento de Tránsito del Distrito Federal, los conductores de vehículos son responsables de evitar realizar acciones que pongan en riesgo su integridad física y la de los demás usuarios de la vía, por lo que prohíbe, entre otras cosas, utilizar parlantes o producir ruido excesivo con aparatos reproductores de música.

Mientras que en el artículo 7 se habla de que los conductores de un vehículo deben contribuir a generar un ambiente de sana convivencia, por lo que se estipula que deben abstenerse de utilizar la bocina (claxon) para un fin diferente al de evitar un hecho de tránsito, especialmente en condiciones de congestión vehicular, además de provocar ruido excesivo con el motor.

Sin embargo, y pese a que se estipule lo anterior, los conductores del transporte público en nuestra ciudad evaden tales disposiciones, y cuando menos te das cuenta, vas sometida al gusto musical del conductor de tu combi, microbús, camión o taxi, peor aún, oprimida por el volumen que él considere adecuado, y por el que todos alguna vez hemos gritado: “¡Bajan!”.

Entonces, me pregunto si la música educa. Y pienso que sí, y por ende creo que son lamentables algunos géneros musicales que solemos escuchar en el transporte público, y en cuyas letras sólo encuentro una apología a la violencia social.

No deseo contribuir a la contaminación acústica con mis quejas, pero sí quiero exponer que se trata de un problema real que no debe ser minimizado, y que sí está relacionado con las bicis, y mucho. Porque el tráfico automovilístico es el primer detonante de ruido en la CDMX, aunado a ello, nuestra urbe es una de las cinco más ruidosas de América Latina.

#RuidoCDMX, plataforma de datos abiertos que quiere contribuir a visibilizar este problema, refiere que la exposición prolongada al ruido provoca dolor en oído y cabeza, hipertensión y taquicardia y, eventualmente, la pérdida irreparable de la audición. Y explica que, en la CDMX la mayor parte de denuncias ambientales son por molestias asociadas con el ruido. Cabe señalar que la autoridad responsable de sancionarlas es la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).

Si conduces un coche, te invito a pensar varias veces si quieres ser parte de la contaminación acústica de la CDMX quedándote pegado a un claxon, y a prestar atención no sólo prendiendo tus direccionales, sino observando tus espejos retrovisores, pero también, a tomar en cuenta que muchos autos tienen aislantes de sonido, y que tal vez en tu ambiente insonoro no te percates de que alguien, tal vez un ciclista, te está tocando su campana.

Y es que en el mejor de lo casos, pedalear siempre te roba una sonrisa. Tal vez la bici no sea la solución número uno al problema acústico en la urbe, pero al ser también un medio de transporte, no descarto que sea un recurso invaluable. Mejor aún, infinidad de marcas de gadgets nos están facilitado escuchar nuestra propia música de forma segura, por ejemplo, con opciones en bocinas portables que se conectan vía Bluetooth.

Como ciclistas no necesitamos descargar nuestra tensión oprimiendo una bocina o claxon, porque nuestro estrés se cataliza en pedaleadas; nos liberamos del yugo musical de los choferes, y no sólo somos libres de elegir nuestra ruta, también podemos seleccionar el soundtrack de nuestra rodada. Todo ello sin poner en riesgo a nadie.

*Periodista. Autora de Rodada 2.0, marca que celebra la inclusión de la bici como estilo de vida en todas sus modalidades.

@ElixMorgana

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