Periodismo imprescindible Martes 16 de Abril 2024

Pinturas para el turismo

14 de Enero 2018
rogeliosegoviano
rogeliosegoviano

De acuerdo con cifras divulgadas por el Museo del Louvre, en París, el año pasado el recinto cultural fue visitado por 8.1 millones de personas, por ello superó en 10 % la cantidad de asistentes con respecto a 2016, pero todavía está muy lejos de recuperar los niveles de 2014, cuando registró 9.3 millones de visitantes.

La severa caída en ese periodo se explica por los lamentables atentados terroristas que se vivieron en Francia, el 13 de noviembre de 2015, que influyeron de manera severa en la baja de turistas al país galo y, en consecuencia, al Louvre, considerado el museo más emblemático del mundo.

Sin embargo, los signos de recuperación parecen alentadores para los directivos del museo, quienes esperan durante este 2018 no sólo una mejora en sus números, sino un repunte considerable que los lleve a imponer nuevas marcas de asistencia al recinto ubicado en el ownessay.com Palais-Royal.

¿Y por qué están tan confiados en el Louvre? La respuesta es muy simple, porque cuentan con dos ases bajo la manga; el primero es su eterno caballito de batalla, La Mona Lisa, la icónica pintura de Leonardo da Vinci, mientras que el otro as oculto se encuentra en el sofisticado y extremadamente bien preparado departamento de restauración de obras de arte. Y es que en ambos rubros se han hecho significativas inversiones.

Por un lado, aprovechando el furor internacional que ha vuelto a generar Da Vinci tras la subasta del cuadro Salvator mundi –adquirido hace apenas unas semanas en 450 millones de dólares por el príncipe árabe Mohamed bin Salman, para ser donado al nuevo museo Louvre Abu Dhabi– se ha puesto en marcha una campaña de marketing con el propósito de que más turistas de todo el planeta, principalmente de China y Estados Unidos, viajen a París con el anhelo de estar frente a frente con La Mona Lisa a fin de tomarse una selfie.

Finalmente, para nadie es un secreto que poco más del 80 % de los visitantes anuales al Museo del Louvre (casi 6 millones de personas) se consideran satisfechos sólo con contemplar a esa dama de enigmática sonrisa retratada hace 500 años en una tabla de álamo. Con eso, creen que ya desquitaron los 17 euros que pagaron por su boleto de entrada. En otras palabras, doña Gioconda le genera al museo ingresos por unos 120 millones de dólares al año.

Por otra parte, la inversión que se realizará en el área de restauración, le garantizará al Louvre que muchas de sus pinturas y esculturas estarán en perfectas condiciones con la finalidad de que los visitantes al museo las disfruten, entendiéndose el término “en perfectas condiciones” como un sinónimo de limpias, brillantes, coloridas y completas, a pesar de que esto muchas veces represente una intervención a las obras de arte que vaya más allá de lo realizado por los propios autores. Sería ingenuo pensar que un cuadro se vería hoy en día igual de bien y en las mismas condiciones que cuando salió del taller del artista hace uno, dos o tres siglos. “El tiempo también pinta”, decía Goya.

Como lo señalábamos líneas atrás, vivimos en la era del turismo de masas y los museos necesitan atraer visitantes para obtener recursos. Saben que al público no le llaman la atención las obras incompletas, desteñidas o con barnices oscuros; al contrario, las quieren ver como nuevas. Muchos restauradores señalan que si las piezas están en mal estado el disfrute se reduce bastante porque las “imperfecciones” provocan que centremos en ellas la mirada. Y es aquí cuando la restauración corre el riesgo de transformarse en alteración. Hay quienes citan como ejemplo otra obra del genio Da Vinci, La última cena, la cual estaría alterada en casi 80 %, es decir, en algo muy lejano a lo que había originalmente.

Pero así es el mundo del arte. Todo sea por una buena selfie con el legado de Lenardo. 

*Periodista especializado en cultura.

@rogersegoviano

Recientes