Desde que Donald Trump ganó las elecciones de EU, una teoría ha cobrado fuerza: que tal vez sus desplantes hacia los latinos despierten entre los mexicanos un sentido de nacionalismo que, en 2018, ayude finalmente a llevar a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México.
De ser así, López Obrador tomaría protesta durante el segundo año de la administración de Trump, lo cual nos llevaría a una mezcla explosiva que, lo más seguro, es que termine en una #catfight –como se les llama ahora a las peleas en las cuales los humanos sacan las uñas, se empiezan a decir de cosas y no pasan de ahí.
En el mundo felino, los gatos alfa son los líderes naturales y todas sus acciones van orientadas a mantenerse en el trono; de Trump no creíamos que fuera un líder nato, pero no necesitó serlo para cumplir su objetivo. Mientras que, de nuestro ya muy conocido AMLO, pues debemos reconocer que es el azote de las masas, pero, aun así, tengo dudas de si es alfa o no.
Lo que sí es un hecho es que los dos han mostrado actitudes propias de los gatos, con o sin rango jerárquico; ejemplos: cuando los felinos no cumplimos nuestro cometido nos enojamos y lo demostramos a través de conductas como morder a nuestros dueños y maullar en voz alta hasta que hartamos.
También gruñimos para proteger nuestros alimentos o nuestros juguetes. ¿Te parecen familiares estas conductas?, ¿alguna vez las identificaste en alguno de estos personajes?, seguro la respuesta es sí.
Esto nos lleva a concluir que, si bien no estamos seguros de su naturaleza de gatos alfa, estos dos políticos nos demuestran que entre el hombre y el gato existen más similitudes de las que alguna vez se les hubiera ocurrido, quizá no sean tan racionales, pero sí somos igual de emocionales.
Imaginemos un 2019 en el que Estados Unidos está por completar su proceso de “trumpetización” y un México en el que empezamos la “pejejización”; exacto, lo primero sería un gran maullido que a todos nos pondría los bigotes de punta porque no sabremos de qué lado del muro será más grande la necedad o el “peligro para México”.
Los dos tienen un estilo muy peculiar de ejercer su liderazgo, hasta los gatos somos negociadores cuando queremos conseguir algo, pero con estos dos, no se ve que haya manera.
Algo que tenemos los gatos es que somos muy convenencieros y generalmente no nos equivocamos, nunca titubeamos, apostamos a ganar y casi siempre lo conseguimos, y así se comportó Trump, aunque fue muy estridente –no viene al caso, pero por si no lo han notado, los ojos de Melania y los míos tienen cierto parecido.
Los gatos también somos sigilosos, planeamos muy bien nuestras estrategias, atacamos cuando el enemigo menos se los espera y regresamos victoriosos, algo que también hizo Trump, mientras que AMLO hace un buen tiempo que pierde todas sus batallas. Los mexicanos lo reconocen, millones lo consideran un líder, pero lo cierto es que tiene sed de una victoria que todavía no sabe cómo obtener. Leer “Lecciones de Dharma” podría darle buenos tips.
