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Catarsis rockera

En España, un festival de rock pretende prevenir, sensibilizar y concienciar a los jóvenes sobre la necesidad de cuidar su salud mental y adquirir herramientas para afrontar el sufrimiento emocional
09 de Octubre 2017
Foto: Especial
Foto: Especial

Por Miriam Canales

Sexo, drogas y rebeldía son, todavía, prejuicios que rodean al rock; sin embargo, en la actualidad ya cuenta con una faceta más políticamente correcta, tan es así que en Madrid es utilizado como estandarte de la juventud para su salud mental.

En España, la Fundación Manantial, dedicada a la prevención y el cuidado de padecimientos mentales, asociada con la empresa de logística Artica Booking Agency, realiza una convocatoria para el festival Festigma, cuyo nombre proviene de la lucha contra el estigma social que implica ser víctima de una perturbación y que pugna por respeto y cuidados. Aunque su realización se concretaría hacia el 6 de octubre, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental que se celebra el 10 de octubre, se pospuso hasta diciembre por motivos ajenos a la Fundación.

Para esta segunda edición, han unido fuerzas con bandas como Sethler, La Habitación Roja y Triangulo de Amor Bizarro, entre otras, cuyos nombres también han sonado en México y que cuentan ya con algunos séquitos de fans (por la módica cantidad de 12 euros –256 pesos, aproximadamente– se podrá acceder a este evento).

“Nuestro objetivo consiste en sensibilizar, informar y solidarizarnos con un público joven”. Comenta Helena de Castro Muñoz, una de sus organizadoras perteneciente al equipo de Fundación Manantial. “Este trabajo es algo que debería hacerse desde las escuelas. Hay que cuidar también la nutrición, el cuerpo; la salud es un espectro muy amplio, el equilibrio, el bienestar”.

Ya con dos ediciones, Helena explica que la dinámica para seleccionar a los grupos que participarán en Festigma es mediante contactos, y que estos se sientan entusiasmados con el apoyo, además de que gocen de cierta popularidad masiva. A su vez, el festival busca no sólo conducir su mensaje hacia la prevención, sino que a los ya afectados se les ofrece otro tipo de soporte, como la creación de empleo de manera transversal. “Es el estigma de quitarse el miedo, de lo que sentimos, de abordar situaciones más complicadas de ansiedad, por ejemplo”.

A través de las redes sociales, como Facebook y YouTube, el evento ha hecho eco y algunos de los grupos participantes exhortan al público a acudir. Divulgan mensajes como el siguiente: “Si nuestra cabeza nos hace trampas y tenemos miedo, pongamos palabras a lo que sentimos”.

En lo que respecta a las alteraciones que aquejan a la sociedad española, la esquizofrenia, el trastorno de personalidad y los brotes psicóticos conforman su prevalencia. De acuerdo con la entrevistada, 1 de cada 4 jóvenes tiene predisposición a contraer alguna de estas, y ataca más entre los 15 y 30 años, pero sus orígenes no están del todo detectados, aunque se sabe que son de origen multifactorial. Cada año sobresalen 4 500 nuevos casos y sus generadores son biológicos y orgánicos; así como el entorno en el que se vive, la genética y la situación doméstica tienen mayor influencia.

Según datos obtenidos del Instituto Nacional de Estadística (INE), de aquel país más de 3 millones de las estancias hospitalarias fueron causadas por trastornos mentales tan sólo en 2014.  Según la Encuesta de Morbilidad Hospitalaria, que abarca a otro tipo de población más madura –entre 45 y 50 años–, se considera que el desempleo, la pérdida de estatus económico y el desahucio son otros factores decisivos en esta edad. Entre 2008 y 2012, se presentó una disminución de estos males, sin embargo, debido al miedo a perder su puesto laboral muchos empleados no revelaron la situación emocional que padecían.

No obstante, los diferenciadores han sido otros en los últimos años. Las adversidades por las que ha atravesado España, como la crisis económica, los ataques terroristas en Barcelona y las recientes trifulcas por la independencia en Cataluña con resultados violentos, hablan de un panorama convulso actual.

Pero el trabajo de la Fundación Manantial no se avoca sólo a promover la combinación rock-salud, todo el año cuentan con otras actividades de recuperación, rehabilitación, y proyectos que abarcan ámbitos más complejos como el penitenciario.

Aunque Festigma se centra únicamente en la música, tampoco es el único a nivel artístico que sigue el mismo propósito en España, pues allá predominan más actividades culturales, como el Festival de Cine de la Salud Mental –una muestra de cortometrajes que va por la misma línea, realizado apenas en mayo pasado. “Hay libros, obras, arquitectura, cine, pero la música le llega a la gente con más emoción. El arte está para todos”, comenta la promotora De Castro.

A diferencia de otros países, como México, donde la salud mental no es catalogada con seriedad ni en su sistema de salud pública, tampoco se considera motivo suficiente como para que un festival de rock, de las decenas que hay de primer nivel financiados por pudientes empresas y grandes bandas como invitadas, pueda a futuro seguir el ejemplo de los coetáneos españoles.

Con festivales artísticos como este, se abren las posibilidades a que los trastornos sean tratados con métodos menos tradicionales y más de esparcimiento. ¿Quién dice que el rock no pueda ser una catarsis adecuada?

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