El mundo está en un momento clave para la humanidad. Ahora se ven realizados los sueños de muchas empresas que, durante la primera década del nuevo milenio, con la famosa burbuja del Internet, tuvieron que esperar más de 20 años con el fin de que sus ideas comenzaran a dar resultados.
Vivimos una revolución tecnológica, y de acuerdo con el World Economic Forum, en 4 años las máquinas y los sistemas automatizados quitarán 75 millones de empleos, aunque también podrían generar 133 millones de trabajos en el área tecnológica. Las profesiones más afectadas serán administradores, contadores y burócratas; en general, cualquier trabajo que implique la repetición de procesos que son fácilmente automatizables.
Los campos que podría generar la sobreoferta de empleos son análisis de datos, desarrollo de software y aplicaciones, y comercio electrónico. Lo malo es que hay muy pocas personas que están capacitadas para realizar dichas tareas. Hay incluso un portal en la web que calcula la probabilidad de ser reemplazado por un robot en el futuro.
El número uno, con un 96% de probabilidad, lo ocupan los gerentes de compensaciones y beneficios; le siguen trabajos administrativos y después el transporte, por supuesto.
Es una pena que la tecnología no logre ofrecer el bienestar a los humanos. Hablamos de una disparidad económica enorme. La OCDE realiza comparaciones de los ingresos en paridad de poder adquisitivo (ajustando lo que uno puede comprar con el sueldo en cada país). Vemos que los Estados Unidos tienen una media anual de 60 000 dólares contra México, que está en último lugar con 15 314 dólares. La clase media en EU obtiene un ingreso cuatro veces mayor que la clase media en México.
En cuanto a la disparidad del ingreso entre género, estamos por encima de la media, con casi un 16.5 % en promedio de ingreso para los hombres.
Entonces, ¿como podemos imaginar un trabajo digno y hacer las reformas necesarias para que sea una realidad?; reformas y cambios que no hemos hecho en 40 años. No hay reforma constitucional que pueda ponerse a la par de la tecnología.
La tecnología va a superar esa brecha y no tenemos profesionistas capacitados que aprovechen esa oferta laboral. Es momento de pensar en las habilidades que necesitamos desarrollar.
En otro estudio, WEF enlista “resolver problemas complejos” como la habilidad más importante a desarrollar para el futuro; otras son “pensamiento crítico” y “creatividad”. Por otro lado, los empresarios debemos pensar de qué forma podemos contribuir a un trabajo justo y ético para todos. Es difícil maniobrar en un país dónde dar tantos derechos a los trabajadores pareciera un externalidad negativa, dado que no se ven reflejados en ingreso ni en bienestar social.
Ofrecer más flexibilidad a los empresarios tampoco es la solución dado que, por ejemplo, en los EU no tienen ni un día de vacaciones al año. Vemos que los extremos no son suficientes si deseamos impulsar un futuro distinto.
Planear nuestro futuro implica invertir en nosotros mismos y adquirir los conocimientos y las habilidades que nos permitan sobrevivir en le era de la automatización. Hay que pensar de una forma distinta para no vernos en el pasado como algo mejor de lo que nos espera. Hoy no tenemos trabajo digno, y si no cambiamos, ni siquiera tendremos trabajo.
*Asesor financiero especializado en fintech y coaching financiero.
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