Revista Cambio

Tócate…cuídate

El cáncer de mama fue la primera causa de muerte entre los pacientes con tumores malignos; 99.2 % de los casos de tumores registrados en 2024 ocurrieron en mujeres, según reporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en su informe anual publicado con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama.
Durante la última década, la tasa de defunciones por cáncer de mama se incrementó de 15.7 en 2015 a 18.7 en 2024 por cada 100 mil mujeres de 20 años y más. Esto representa no solo un aumento en los números, sino también un llamado de atención sobre los desafíos persistentes en prevención, detección y acceso al tratamiento.

Las cifras pueden parecer frías, pero detrás de cada número hay historias de mujeres que enfrentan un diagnóstico que transforma su vida y la de sus familias. La oportunidad del diagnóstico es crucial: detectarlo en etapas tempranas puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Sin embargo, factores como la falta de cobertura médica, la saturación de servicios, los tiempos de espera o incluso el miedo y la desinformación dificultan que muchas mujeres accedan a un diagnóstico oportuno.

En México existen múltiples campañas para la detección temprana, muchas de ellas impulsadas por el sector salud a través del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el ISSSTE y los servicios estatales de salud. A estas se suman iniciativas de la sociedad civil y del sector privado que promueven la autoexploración, las mamografías periódicas y la atención integral. Aun así, los casos y las muertes por cáncer de mama continúan en aumento.

La respuesta es compleja. El cáncer de mama es una enfermedad multifactorial: influyen factores genéticos, hormonales, ambientales y sociales. El Instituto Nacional de Cancerología (INCan) ha señalado que el sobrepeso, la obesidad, el consumo de alcohol, el tabaquismo, el sedentarismo y la exposición prolongada a estrógenos son factores de riesgo crecientes entre las mujeres mexicanas. A ello se suma la transición demográfica: las mujeres viven más tiempo, lo que incrementa la probabilidad de desarrollar la enfermedad.

La prevención sigue siendo el camino más efectivo. Realizar la autoexploración mamaria a partir de los 20 años, acudir a revisiones clínicas anuales y realizarse una mastografía cada dos años a partir de los 40 son recomendaciones que pueden salvar vidas. Pero para que esto sea posible, México necesita garantizar que la detección temprana no dependa del nivel socioeconómico ni del lugar donde se habite.

Enfrentar el cáncer de mama requiere más que campañas de sensibilización: implica fortalecer el sistema de salud, asegurar el abasto de medicamentos, capacitar al personal médico y, sobre todo, escuchar las voces de las mujeres que viven esta batalla día a día. Ellas son el rostro de una lucha que continúa, no solo contra la enfermedad, sino contra las desigualdades que la agravan.