Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

Todo es cuestión de talento

La cadena Cinemex, en alianza con la Cineteca y la UNAM, presenta una retrospectiva del cineasta Ingmar Bergman que incluye la proyección de diez películas, así como una serie de charlas para hablar sobre las cintas que se presentarán en distintos complejos en varios estados del país
13 de Julio 2018
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POR JAVIER PÉREZ

El cine no es un oficio, es un arte. No es un equipo, se está siempre solo: tanto sobre el escenario como ante la página en blanco. Y para Bergman estar solo es hacerse preguntas. Y hacer filmes es contestarlas. Es imposible ser más clásicamente romántico”, son palabras con las que el cineasta francés Jean-Luc Godard se refirió al también cineasta Ingmar Bergman, quien convirtió su extensa filmografía (compuesta por 42 largos y otros tantas producciones televisivas, además de una extensa producción dramatúrgica) en terreno fértil con el objetivo de desarrollar una especie de ensayos filosóficos sobre la condición humana.

Una muestra de su excelsa propuesta fílmica se presentará en las pantallas de Cinemex con motivo del centenario de su nacimiento. Se trata de una selección de diez cintas del cineasta sueco fallecido el 30 de julio de 2007 que se presentarán en bloques de dos por mes durante cinco meses, es decir, entre julio y noviembre, en colaboración con la Cátedra Ingmar Bergman.

El ciclo arranca con Gritos y susurros (1973) y Sonata de otoño (1978), muestra del Bergman maduro desencantado del cine. El primero, trigésimo segundo largometraje de su filmografía, es la evocación de una agonía en la historia de una mujer (Harriet Andersson) quien, víctima del cáncer, desfallece en una enorme mansión decimonónica al cuidado de sus dos hermanas (Liv Ullmann e Ingrid Thulin) y una criada. Filme sobre la crueldad que entrelaza amor y sufrimiento, es tal vez la muestra más acabada del Bergman que busca en el cine sus respuestas (las cuales encuentra durante esa misma época en la televisión).

Por su parte, Sonata de otoño habla de la relación entre una madre y una hija a través del reencuentro, después de siete años, de una pianista (Ingrid Bergman) y su hija (Liv Ullmann). No sólo es temáticamente similar al grueso de su filmografía, también estéticamente. Las búsquedas autorales de Bergman apuntaban hacia la pantalla chica: estaba por venir apenas esa joya que es Fanny y Alexander (1982).

En el cine de Bergman hay una alusión constante a la muerte, a los espejos, a las máscaras, a la soledad, el egoísmo a partir de una recurrencia a hablar de la vida y el amor. “Bergman –escribió Jacques Mandelbaum en el volumen dedicado al cineasta de la colección Grandes Maestros, de Cahiers du Cinema– es uno de esos artistas que, al percibir el mundo como una representación, no deja de preguntarse sobre la representación del mundo y plantean esa pregunta como la única certidumbre posible”.

En sus filmes hay un tratamiento profundo de sus personajes (gracias a su formación como dramaturgo, por lo que un sello personal de sus películas son los close ups) e historias, pues en prácticamente todas sus cinta él mismo fue guionista. El cine de Bergman ha trascendido fronteras, ganándose su lugar especial en la historia de este arte. De hecho, es considerado uno de los diez mejores directores de todos los tiempos.

Ganador del Oso de Oro de Berlín, de la Palma de Oro de Cannes, del Premio Especial del Jurado del Festival de Venecia, nominado en múltiples ocasiones al Oscar, premiado en todo el orbe y director de fetiches como Max von Sydow, Liv Ullmann, Harriet Andersson y Bibi Andersson, Bergman creó un universo propio. Él buscaba “tratar de estar tan cerca del espectador como sea posible, para afectarlo tan profundamente como se pueda. Lo que llamo ‘técnica’ es simplemente el conocimiento preciso de cómo afectar al espectador. Esa es la cuestión. El resto es secundario. Y todo es cuestión de talento”, dijo alguna vez.

“Bien mirado, la infancia como figura moral, pero también estética, sería una manera más pertinente de penetrar en el misterio de su creación –escribió Mandelbaum en el volumen referido–. Bergman es un hombre y un artista literalmente torturado por su infancia. Más que el propio personaje del niño, son sus rasgos los que en esencia operan en el cine de Bergman: la inmadurez, la soledad, el miedo, el sueño, la pulsión, el fantasma”.

Las funciones serán los sábados y domingos a las 11 horas y los jueves a las 20 horas en las salas de arte de los complejos de Altavista, Antara, CNA, Duraznos Platino, Insurgentes, Lomas Verdes, Manacar, Reforma y Reforma 222; además de sedes alternas como Cineteca Nacional, Filmoteca UNAM, Cinemanía Loreto y Le Cinéma, así como en dos complejos Cinemex de Monterrey y Guadalajara y uno en las ciudades de Puebla, León, Saltillo, Cuernavaca, Querétaro, Mérida y Tijuana.

 

El programa

Las películas que se exhibirán son:

Julio: Gritos y susurros (1973) 
y Sonata de otoño (1978)

Agosto: La hora del lobo (1968) 
y Persona (1966)

Septiembre: El silencio (1963) 
y Luz de invierno (1962)

Octubre: A través del espejo (1961) 
y Un verano con Mónica (1953)

Noviembre: Fresas salvajes (1957) 
y El séptimo sello (1957)

 

Charlas

Cada mes habrá dos charlas, una por cada película programada en ese periodo. Para este mes, Alejandro Luna, Ignacio Ortiz y Lorena Maza comentarán Sonata de otoño el 14 de julio en el Cinemex Altavista. Mientras que Orlando Merino y Julieta Egurrola hablarán de Gritos y susurros el 26 en el complejo de Insurgentes.

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