Revista Cambio

Una franca mirada

POR JAVIER PÉREZ

La ópera prima de Michel Franco (Ciudad de México, 1979), Daniel y Ana (2009), fue seleccionada en el Festival de Cannes a la competencia oficial por el premio Golden Camera. Tres años más tarde, Franco regresó a dicho festival, a la sección Una Cierta Mirada, con su segunda película: Después de Lucía, una historia sobre el bullying protagonizada por Tessa Ia, con la cual se llevó el premio principal de esa sección. Su cuarta cinta, Chronic: el último paciente (2015), con Tim Roth en el papel principal, lo llevó a ganar el premio de mejor guion y la nominación a la Palma de Oro. Ahora Michel Franco regresa a Cannes, a la sección Una Cierta Mirada, con Las hijas de Abril.

La cinta sigue a Valeria, una adolescente que vive con su media hermana, Clara, en Puerto Vallarta. Cuando la primera queda embarazada, Clara decide llamar a su madre, la Abril del título (Emma Suárez), quien llega para ayudarles, pero crea más problemas de los que resuelve. La historia de este filme –se presenta este 25 de mayo en Cannes– surge cuando Michel vio en la calle a una adolescente embarazada, algo común en México.

“Me empecé a preguntar todo lo que eso implica: por qué estaba en esa situación y qué futuro le espera –dice a ritmo pausado y explicativo–. Y por otro lado me interesa mucho otra cosa que es común entre hombres y mujeres: no querer aceptar que el tiempo ha pasado. Hay gente que está viviendo a la par o compitiendo prácticamente con sus hijos que pueden tener 30 años menos y me parece que es un fenómeno cada vez más común. Con esos dos factores, se me ocurrió esta historia”.

Otro punto que le interesaba explorar al cineasta es cómo se pueden complicar tanto los nexos entre gente que se quiere mucho, pues la relación entre la madre y las hijas es bastante destructiva. “Pocas familias son armoniosas y perfectas, pero eso no quiere decir que no haya mucho cariño y buenas intenciones”. Y aunque podría decirse que Franco lleva a su personaje Abril a los extremos, “lo interesante es si Emma y yo, de la mano con ella, logramos ponerte en sus zapatos y que puedas decir ‘lo veo desde su punto de vista’. No se trata de emitir juicios, porque la vida es así, casi nunca hay ‘este es bueno y este es malo’, somos mucho más complejos, mucho más completos y complicados que eso. Se trata de que el público no juzgue a Abril, sino que la entienda, aunque sea bien complicado porque hace cosas muy radicales, tremendas, a sus hijas. Pero si entendemos quién es Abril o por qué es así, tenemos empatía por ella, se vuelve mucho más interesante la película. Si no, sería de buenos y malos y Abril es mucho más que una buena o mala madre”, dice Michel sentado en una postura aparentemente rígida bajo la sombra de un árbol en un jardín.

Al cineasta, que todavía no llega a los 40 años, le interesaba que Las hijas de Abril fuera una película muy femenina, por eso decidió que la historia transcurriera en una casa frente al mar, porque le parece que tiene una energía muy femenina. Además, sostiene, el estudio de estos personajes es muy profundo, por lo cual el nombre propio de uno de los personajes trasciende al título mismo.

Franco es un tipo acostumbrado a trabajar con actores adolescentes. Para esta película, cuenta, necesitaba ganarse su confianza porque “en la película hacen cosas que no son fáciles. Encontré chicos muy inteligentes y muy sensibles. Emma tuvo mucho que ver con su confianza. Se filmó en orden cronológico, así, aunque no tienen experiencia, pudieron ir construyendo poco a poco y de manera cronológica sus personajes. Por ejemplo, las niñas y Emma vivieron en la locación principal casi una semana antes del rodaje y ahí desarrollaron mucho del pasado. Y yo no estaba ahí, yo las dejé trabajar”.

Otra cosa que hizo fue rodar una filmación más flexible. “Me he autoimpuesto, lo cual me gusta mucho, reglas para cada película. Aquí hay más soltura y es una película más suave y más femenina en ese sentido también, sin dejar de ser mía. Pero voy obedeciendo más a lo que veo que los actores hacen. Impongo menos”. La regla aquí tuvo que ver mucho con los movimientos de cámara, los cuales obedecen al punto de vista de cada personaje. “Me  costó mucho trabajo. Contar cuatro puntos de vista en una película y que vayan armonizando es un reto. Y bueno, también trataba de no caer en la sensiblería, que siempre el punto de vista sea objetivo y ayude a profundizar”.

Las hijas de Abril fue seleccionada en la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes. “Me da curiosidad ver cómo reciben esta película por sí sola. Espero que la juzguen por lo que la película es y no sólo en el cuerpo de trabajo de mis otras películas. Es más difícil regresar y seguir sorprendiendo que causar una buena impresión la primera y la segunda ocasión. Es más difícil mantener el nivel y volver y que le siga interesando desde el comité de selección hasta la prensa. Los nombres consagrados de directores que vuelven y vuelven son bien poquitos. La mayoría va y ya se olvidan”.