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Upgrade

14 de Septiembre 2018
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El mayor logro de Upgrade, el segundo largometraje del también guionista Leigh Whannell, es la afortunada mezcla entre el sentido homenaje a varias cintas clásicas de ciencia ficción (principalmente Matrix, Robocop, Blade runner) y el uso de múltiples clichés que más allá de demeritar la historia, le inyectan momentos de auténtica emoción.

La historia sucede en un futuro cercano. Drones sobrevuelan la ciudad monitoreando a la población para reportar accidentes y delitos. Los autos autónomos son una realidad y la  mayoría de los ciudadanos se encuentran conectados; todos, excepto Grey Trace (Logan Marshall-Green), uno de los pocos reductos de la era análoga y cuyo hobby es reparar autos clásicos (de esos que usaban motor a gasolina y se tenían que conducir a mano).

Una noche, de regreso a casa y luego de ver a un importante cliente de Grey, él y su esposa Asha (Melanie Vallejo) son emboscados por un grupo de maleantes. Estos no sólo matan a Asha sino que, de un artero disparo, dejan tetrapléjico a Grey. Un científico (muy a lo Elon Musk) le ofrece someterlo a un procedimiento que, previo implante de un chip con una avanzada inteligencia artificial, promete devolverle el control sobre sus piernas y brazos.

Grey, en efecto, vuelve a caminar, pero la inteligencia artificial cobra autonomía y controla los movimientos de este mecánico quien ahora, en la obvia búsqueda de los asesinos de su esposa, se ha convertido de la noche en la mañana en una auténtica máquina para matar.

Estamos frente a un tipo de película que ya no es común: una oscura mezcla entre cine de terror y ciencia ficción de bajo presupuesto; sin actores conocidos, con lances de cine gore visceral (con todo y cierto guiño al cine de Cronenberg) que mediante una atmósfera ominosa logra crear secuencias auténticamente emocionantes no sólo por lo bien trazado de la historia, sino por los reconocibles ecos que nos remiten de inmediato a pilares de la ciencia ficción y el cine de acción.

Si bien el guion peca de predecible, da algunos saltos al vacío y padece una que otra decisión cuestionable, lo cierto es que todo ello se suple con ambición y actitud. El director no da respiro, privilegia siempre la emoción de las escenas de pelea dotándolas de una sensación de peligro constante mediante una cámara que sigue al protagonista con movimientos que parecieran rendir homenaje al famoso bullet time, al tiempo que Grey, aterrado, es testigo de lo que es capaz cuando cede el control de su cuerpo con el fin de que la inteligencia artificial se haga cargo. “Now I know kung-fu!

Tuvieron que pasar 19 años para que finalmente alguien hiciera un buen homenaje a The Matrix. Sin pudor alguno, la cámara de Stefan Duscio emula la esencia de algunas de las secuencias clásicas de aquella magnum opus, recordándonos el asombro que en su momento nos causó el despliegue visual que hiciera de The Matrix un clásico moderno.

Aunque la cinta jamás pretende llegar al nivel de sofisticación e inteligencia de aquella, lo cierto es que el buen uso del lenguaje visual y los reconocibles guiños a varios clásicos de la ciencia ficción provocan cierta nostalgia cyberpunk, que hacen de esta película un viaje nostálgico por algunas de las mejores cintas del género.

 

Dirección y guion: Leigh Whannell.

Producción: Jason Blum, Kylie du Fresne. EU, 2018.

Fotografía: Stefan Duscio.

Edición: Andy Canny.

Diseño de producción: Felicity Abbott.

Con: Logan Marshall-Green, Melanie Vallejo, Benedict Hardie.

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