Periodismo imprescindible Viernes 29 de Marzo 2024

¡Adoptemos colmenas!

Con la idea de patrocinar una “vivienda” para abejas, hace cinco años un joven comenzó lo que 
hoy es en España el mayor movimiento de protección 
a favor del rescate de estos importantes insectos: 
Ecocolmena
03 de Junio 2018
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Con 60 euros al año (menos de 
1 500 pesos), se puede patrocinar en diversas regiones de España una “vivienda” para una colonia de abejas, o sea, una colmena. Esa idea se le ocurrió hace cinco años a Jesús Manzano, y usó las redes sociales a fin de comunicarla.

“Un día en mi perfil personal de Facebook sugerí esa idea, y ese mismo día apadrinaron 30 personas”, recuerda Jesús en conversación para CAMBIO desde España.

Ahí nació el proyecto Ecocolmena, una plataforma en la que se reúnen varios apicultores de la Península Ibérica con el propósito de trabajar en las colmenas evitando siempre la explotación de las abejas, y que involucra a las personas en general con el objetivo de crear conciencia sobre la situación que viven estos insectos.

“Cada día las abejas están en una situación más complicada debido a elementos como el modelo de agricultura industrial, la sobrexplotación, el cambio climático o los insecticidas”, explica.

En un ciclo natural, durante unos cuatro o cinco meses al año las abejas no tienen la necesidad de volar por factores como el frío, la lluvia o porque todavía no florecen las plantas, pero en primavera y hasta parte del otoño trabajan arduamente.

Sin embargo, hay apicultores que alargan el tiempo de producción. “Llevan a las abejas a un lugar donde la primavera empieza unos dos meses antes y terminan en un otoño en otra altitud donde se les saca todavía más tiempo de provecho; entonces, las están trabajando unos cuatro meses más de lo que sería su forma natural de vivir”, denuncia Jesús.

¿CÓMO SE ADOPTAN?

Además de generar conciencia entre los productores para que respeten el ciclo natural de las abejas, Ecocolmena también invita a los ciudadanos a que adopten colmenas (y quienes así lo deseen, reciben como “recompensa” anual una porción simbólica de miel) a fin de que le den valor a la producción y comprendan la importancia de las abejas.

“La vinculación se cumple con una visita anual al pueblo donde vive el apicultor para ver a las abejas que han adoptado, además de que las tocan, las miman y se enteran desde cómo están y qué problemas tienen, hasta cómo es su trabajo y cómo es la botánica de la zona en la que viven para saber cómo se alimentan”, describe.

Todo esto permite al apicultor sostenerse y mantenerse en sus poblaciones rurales pequeñas sin incrementar el número de colmenas ni hacer trabajar a las abejas más tiempo del indicado, además de que mantienen su sostenibilidad económica.

“La clave está en desarrollar programas que permitan a los pequeños apicultores sostenerse sin competir en el mercado con una miel que se enfrenta a los especuladores, que importan de manera irregular, que es falsa o que introducen con estándares de calidad que no son los que tenemos en nuestros países”, reitera.

COWORKING DE ABEJAS

Además del programa “Apadrina una colmena”, en Ecocolmena también han desarrollado otros proyectos innovadores, como uno llamado “Coworking”, que consiste en ofrecer colmenas en propiedad a los ciudadanos aficionados a la apicultura, quienes rentan un lugar en un apiario (o colmenar) para colocarlas; en ese espacio son asesorados por profesionales. Al final, toda la producción es del ciudadano, que también aprende a gestionar la salud de las abejas, las cuales pueden ser propias o “prestadas” en el lugar.

Asimismo, tienen un proyecto de “turismo apícola”, que consiste en colocar colmenas en hoteles (incluso están a punto de comenzar con una cadena hotelera internacional de origen español), que igualmente sirve para que empresas realicen actividades y encuentros relacionados con su responsabilidad social corporativa.

Sin embargo, Jesús recuerda que todo esto no es solamente con el objetivo de que las abejas produzcan miel, sino simplemente para que sobrevivan.

¿QUÉ ABEJA LE PICÓ?

Jesús no había tenido contacto nunca con la apicultura, ya que era una persona de ciudad; había egresado de Ingeniería Informática y se dedicaba al activismo, pero hace cinco años “le picaron” las abejas casi por casualidad.

“Soy activista, he hecho campañas llevando 50 000 pares de zapatos a África o dando la bienvenida a los refugiados en España cuando surgió la crisis de Siria –recuerda–. Un día me puse a pensar que lo más efectivo que podía hacer no era salvar a ballenas o campañas de deforestación en el Amazonas o Indonesia, porque eso me quedaba más lejos y había gente mejor preparada para hacerlo, por lo que pensé que el tema de las abejas era algo que yo podía manejar con mis propias manos y en mi propio entorno”.

Vive en Guadalajara, una ciudad en el centro de España muy cerca de Madrid, donde tienen la denominación de origen más antigua de la miel, la “Miel de Alcarria”, por lo que, efectivamente, era un tema muy cercano a él.

“La Miel de Alcarria es de plantas muy aromáticas, como el romero, el espliego (lavanda) y el tomillo, con un muy bajo índice de humedad, y muy poca producción, porque aquí tenemos un clima extremo de -15 grados en invierno y de 45 grados en verano”, explica.

INVESTIGAR Y COMUNICAR

Jesús dice con orgullo que en estos cinco años no ha dedicado mil horas anuales a la obtención de miel –es lo que suele hacer un apicultor–, sino que ha ocupado esas mil horas al año en observar e investigar, con lo cual se llega a un punto de conocimiento muy elevado con el que puede ayudar a las abejas.

De todas formas, él también se dedica al trabajo real de la apicultura en campo, a veces bajo la lluvia y en el lodo, actividad que también disfruta.

Ecocolmena nació en las redes sociales, y es a través de ellas donde tiene una gran fuerza de comunicación y, sobre todo, de sensibilización. Además, Jesús imparte cursos de formación en este tema –durante sus cinco años de labor ha capacitado a unas 700 personas.

“Es también una labor de polinización: yo polinizo personas para que ellas pongan abejas en otros lugares”, describe.

CRECER ES DIFÍCIL

Las capacitaciones, junto con el dinero que entra de los apadrinamientos y algunas donaciones, son lo que han logrado mantener a Ecocolmena durante todo este tiempo, no obstante, hay algo que todavía les va a costar trabajo lograr: crecer.

“Ha sido muy difícil. Por un lado, hay mucha demanda de parte de la sociedad, pero nuestra capacidad de acción es muy reducida porque hay pocos apicultores que pueden considerarse ecologistas, y que pongan en primer lugar la salud de la abeja en lugar de la producción debido a que tienen que sacar dinero para comer”, expone.

Aunque tienen presencia en prácticamente toda España, la expansión ha sido complicada; y hacia el exterior, es todavía muy difícil alcanzar la capacidad de crecimiento que quisieran o que desea la gente que los sigue: “El mensaje que más recibimos en nuestras redes es ‘¿cuándo vais a estar aquí?’”, revela.

“Hay muchos apicultores en lugares como Chile o México que están interesados en conocer nuestro modelo, pero como es necesario ir al lugar para conocer al apicultor e instalarlo, es complicado porque hay que sufragar esos gastos –apunta–. Hacemos una gran cantidad de esfuerzo en divulgación y nuestro trabajo en campo aquí en España se ha sostenido estos años, pero cuesta mucho trabajo”.

Por ahora, una posibilidad es contactar a organizaciones ya constituidas en esos países con la finalidad de implantar este modelo.

GRANDES LOGROS

Jesús recalca que Ecocolmena, junto con otras organizaciones como Greenpeace, ha logrado sensibilizar a las personas con el propósito de que entiendan que las abejas son muy importantes. “Es una labor que nos ha hecho referentes y los medios de información nos buscan mucho”, menciona.

“También hemos involucrado a muchos apicultores que han pasado a una línea en la que ven que es viable sobrevivir económicamente en sus familias sin tener que estresar a las abejas –agrega–. Hay empresas que se han acercado a nosotros para conversar sobre cómo pueden hacer mejor las cosas”.

Uno de los lemas de Ecocolmena es “Por un mundo con abejas”, por lo que para él siempre ha sido primordial que la gente sepa que estos insectos (no sólo las abejas, sino también otros polinizadores, como los abejorros) son importantes, y que ayudan al planeta y a la humanidad en temas como garantizar la seguridad alimentaria y la biodiversidad del mundo.

Asimismo, recomienda que se privilegie a los pequeños productores por encima de los grandes, incluyendo a aquellos cuya principal actividad no sea la producción de miel.

“El único camino que tenemos para que la civilización humana sea sostenible es que todos apoyemos a pequeños y cercanos productores, de lo que sea, alimentos, vestidos, herramientas o miel”, advierte.

Y él mismo es un buen ejemplo de que lo pequeño puede lograr grandes cosas, ya que Ecocolmena está formado por dos personas internas y 19 apicultores. Todo consiste en trabajar y creer en ello.

 

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