Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

Libros para sobrevivir

Monika Zgustova relata en"Vestidas para un baile en la nieve" cómo los libros fueron el escape de las mujeres aprehendidas por la policía secreta de la Unión Soviética con la finalidad de convertirlas en esclavas sexuales dentro de los gulags
24 de Junio 2018
No disponible
No disponible

POR JAVIER PÉREZ

En la Unión Soviética estalinista operaron los gulags entre 1930 y 1960, un sistema de campos de trabajos forzados a donde se llevaba a delincuentes, pero especialmente a disidentes políticos. Cuando Monika Zgustova, escritora de origen polaco radicada en España, recibió la invitación de un colega periodista para que lo acompañara a una reunión reciente de exgulags en Moscú, le llamó la atención que había muchas mujeres que habían padecido la reclusión en esos lugares bajo condiciones extremas.

Les pidió entrevistas y, al realizarlas en sus pequeños departamentos moscovitas, pudo dimensionar la dureza de la experiencia: además de las condiciones afines a los presos masculinos, ellas eran esclavas sexuales. “Sentí como un deber escribir un libro sobre este tema para que mucha gente se diera cuenta de la gravedad del maltrato de las mujeres, y a las personas en general. Las sociedades en que vivimos están más orientadas a entender al hombre que a la mujer. Y aunque esto se está corrigiendo y evidentemente las cosas están mejor, todavía falta. Por eso hay que hablar de cómo las cosas son para las mujeres. También para hacer una memoria histórica, que es lo que siempre procuro hacer en mis libros”.

Zgustova plasmó el resultado en Vestidas para un baile en la nieve (Galaxia Gutenberg), cuyo título alude a la forma como muchas de las mujeres fueron aprehendidas por la policía secreta: en sus mejores ropas, pues algunas festejaban un suceso importante, como una graduación, por ejemplo.

La autora, dice, prácticamente sólo ha escrito sobre mujeres. “Las veo desde distintos ángulos, desde distintos puntos de vista. Es mi manera de hacer feminismo: no retratar a una mujer ideal sino a las mujeres con todas sus cosas buenas y cosas malas, para que el lector tome las decisiones que quiera y que llegue a las conclusiones según su propia visión. Esto es lo que me motiva a seguir escribiendo”.

Por eso, aunque el tema del gulag es en sí mismo avasallante por su dureza, Zgustova buscó otras aristas. “Mi propuesta no sólo es hablar de la experiencia cruda, sino también lo que pasaba con estas mujeres antes y después: ¿cómo pudieron introducirse otra vez a la sociedad?”. Así que se planteó responder, independientemente del género, cómo alguien puede salir de un pozo negro y profundo. Sus entrevistadas pasaron años de penurias en medio de la barbarie, pero algo que les ayudó a sobrevivir fueron los libros. “Todas las mujeres que entrevisté eran bastante cultas, les gustaba la lectura, la música clásica, la pintura, el cine. Eran mujeres que recordaban los libros que habían leído, entonces los contaban a sus compañeras del gulag, y a su vez estas los contaban a otras compañeras. De esta manera pensaban en otras cosas que no fuera el horror que las rodeaba y al que estaban sometidas. Se humanizaban, recuperaban la dignidad que les quitaban cada día, tanto los guardas como muchos de los compañeros que no eran prisioneros políticos sino comunes. La cultura realmente las elevaba por encima de la realidad terrible en la que estaban sumergidas”.

Monika me habla de Valentina, una de las mujeres que le contó su historia, para ponerme un ejemplo. Ella no pudo rehacer su vida como le hubiera gustado, pero se rodeó de libros con los que llenó su pequeño departamento. “Cada día leía una novela, poemas y esto le provocaba una vida diferente. Sólo así podía pensar que no le habían usurpado su gusto, leyendo libros de tantas personas y destinos distintos, lo veía como vivir muchos vidas y no tenía la sensación del tiempo perdido, de que este tiempo no lo podía recuperar nunca”.

Zgustova también habló con sus entrevistadas sobre la actualidad rusa. “Todas las mujeres me hablaron mal, ya que todas tienen claro que Putin es una persona que ha salido del régimen del cual ellas eran las víctimas y que no ha hecho gran cosa para mejorar las cosas. Putin no es Stalin, evidentemente, no hay un gulag tan grande en donde iría a parar muchísima gente, no hay millones de personas perdiendo la vida cada año. La gente que lleva una vida normal no vive en un terror o pánico, como en la época de Stalin, pero evidentemente el régimen de Putin está arraigado en lo que fue el régimen comunista y un poco maquillado con la época zarista, con todo esto del papel importante de la Iglesia, los palacios, donde se mueve Putin y sus oligárquicos. El régimen de hoy está intentando que Rusia tenga un nombre impecable, que no haya duda de que siempre ha sido un país muy importante a escala mundial, o sea que de esta manera también está influyendo que se haga memoria histórica. Hay un Memorial financiado desde afuera de Rusia. Sin embargo, un historiador que se especializó en el gulag está en la cárcel”.

Tras la experiencia de escribir Vestidas para un baile en la nieve, Zgustova sostiene que ha aprendido a no quejarse de los problemas cotidianos, sino que trata de resolverlos. “Pienso en estas mujeres y en los problemas que tuvieron, así que intento no tomarme a pecho las dificultades”.

Recientes