Revista Cambio

Teatro para la gente

POR JAVIER PÉREZ

A ntes que provocar, el teatro debe ser un buen espectáculo artístico que no debe olvidarse del público que se aventura a salir de casa y asistir a las salas. “Me interesa –dice el director de escena y dramaturgo argentino Daniel Veronese– que la obra atrape al espectador y que lo saque distinto a como entró. Ya que viene al teatro, que sienta que no perdió el tiempo. Es la forma de no perder público, no sé si ganarlo; si la gente sigue viniendo es porque el teatro todavía es importante”.

Veronese (Buenos Aires, 1955), quien ha forjado una carrera sumamente activa e importante en su natal Argentina, la cual lo ha internacionalizado, regresa a dirigir a México luego de haber presentado dos montajes casi simultáneos en 2010: Gorda y Mujeres soñaron caballos. Ahora dirige Bajo terapia, una obra de su compatriota Matías del Federico que aborda las cuestiones de pareja en sus distintas etapas, con un tema candente revelado hasta el final y que es el motivo de la sesión a la que alude el título y a la cual asisten tres parejas.

La obra llegó a manos de Veronese mediante un concurso lanzado en Argentina para incentivar la llegada de dramaturgos jóvenes al teatro comercial. “Me la pasaron, me gustó mucho, hicimos un teatro leído, les gustó a los productores y decidieron apostar por ella”. Es la quinta vez que Veronese la monta; todas en un país distinto con un elenco diferente. Aquí en México actúan Arath de la Torre, Yolanda Ventura, Juan Ignacio Aranda, Luis Arrieta, Fernanda Borches y Luz Ramos. Veronese no conocía a ninguno.

Pero a él lo que le importa, dice, es hacer teatro; y aunque ha escrito más de 20 obras, perdió el deseo de que otros monten sus textos porque no lograban transmitir lo que quería. “La dramaturgia es un hecho descolocado del teatro; el lugar para transmitir algo, más fuerte, más contundente, es la dirección. Por eso tomo obras de otro, versiono las que puedo y las llevo hacia lo que creo es el teatro en este momento”.

De hecho, sostiene que la temática de Bajo terapia no fue la que lo atrajo en sí, sino las posibilidades escénicas. “Yo busco algo con lo cual pueda generar una máquina teatral en el escenario, que entretenga a la gente, que los tenga metidos en el escenario”. Sin embargo, no quiere decir que la temática no le represente algo. Por el contrario, le parece pertinente tocar el tema de la violencia contra la mujer. “El tema siempre va a ser vigente lamentablemente, aquí, en China, en Alemania, en todos lados. En los últimos años se concientiza, la mujer sale a defender su individualidad, si nos ponemos a pensar, por ejemplo en Argentina, hasta el año 50 la mujer no votaba, ¿cómo puede ser eso? No hace tanto. Es una lucha”.

Veronese tiene claro que esta obra no tiene el objetivo de concientizar. “Es como para lograr que la gente entre en un clima y luego, con este final, piense un poco. No sé si puede cambiar cabezas el teatro, pero con que la gente salga, vaya a comer, a tomar algo y hable de la obra, ya para nosotros es importante. Si la experiencia artística produce una denuncia tiene que ser porque el tema que toca es realmente importante para el espectador. Entonces ahí aparece la intelectualidad del público. No hago teatro con salidas intelectuales; hago teatro donde la obra funcione y el suceso se cuente”.

Bajo terapia es esencialmente una comedia, aunque la temática y el final no tengan nada de risible. “La obra puede ser hecha así o de otra manera, pero me parece que tiene un juego quizás más cuidado al principio y al final se ensucia y se vuelve caótica. La gente está riéndose durante 90 por ciento del tiempo, luego viene algo que no era, este juego que siempre funciona tan bien en el teatro, aunque hay que saber llevarlo porque hacer reír es tanto o más difícil que el drama. Teniendo actores que puedan jugar el juego que yo quiero que jueguen, se puede armar algo potente”.

Él, de hecho, pide a sus actores cosas muy simples, acciones que se puedan entender y actuar. Incluso les da la posibilidad de buscarle otra opción si no pueden hacerla o entenderla. Y es que Veronese dice que trabaja con lo que le dan los actores, con sus virtudes y sus defectos, para formar algo orgánico y, sobre todo, verosímil.

“Un actor es el elemento fundamental del teatro. Es lo que yo necesito para comunicarme con el público. Yo amo a los actores, los respeto y considero que son la parte fundamental en esto”. Veronese sostiene que cuando dirige le parece que pierde sentido de la realidad, que tiene un pensamiento más inteligente que en la vida cotidiana. “Entonces sería absurdo no seguir dirigiendo. Es un lugar donde me siento totalmente libre y lo siento realmente como algo no de conciencia sino como de intuición, de sentimiento, un lugar donde desaparecen mis  barreras. Cuando estoy ahí, siento que no sé lo que estoy haciendo pero confío en mis decisiones, en mi voluntad de pedir, de quitar, de dirigir”.