Revista Cambio

Al grito de guerra

El clásico de otoño del beisbol está a la vuelta de la esquina y el campeonato de las Grandes Ligas está en juego. Tras una desgastante temporada de 162 encuentros, los contendientes preparan sus mejores armas para pelear por el ansiado trofeo.

A lo largo de la historia, la tradición de peloteros aztecas en Series Mundiales ha crecido y vale la pena hacer un recuento de estos enormes jugadores que grabaron su nombre en letras de oro al ganar la máxima gloria del beisbol.

La lista la inaugura el lanzador de relevo Horacio Piña, quien en 1973, con los Atléticos de Oakland, consiguió el campeonato de la gran carpa al vencer a los Mets de Nueva York, dirigidos en aquella época por el legendario Yogi Berra.

Detrás de él viene Enrique el Huevo Romo también relevista, pero de los Piratas de Pittsburgh, que en 1979 lograron el título al imponerse a los Orioles de Baltimore en siete fatídicos encuentros.

Tras ellos, y sin duda el más destacado, llega el pitcher Fernando Valenzuela, quien en 1981 revolucionó el beisbol con su carisma y manera de lanzar. Esa temporada los Dodgers de los Ángeles vencieron a los Yanquis de Nueva York con Valenzuela en plan estelar, ya que superó una ventaja de dos juegos a cero para llevarse el campeonato por 4-2.

Siete años después, el Toro volvería al clásico de otoño, pero lesionado y sin actividad, aun así logró un segundo anillo de campeón, durante una serie que todavía es recordada por el cuadrangular de Kirk Gibson en el primer juego.

En 1984 otro mexicano llegaría a la Serie Mundial: Aurelio López y los Tigres de Detroit. Se coronaron luego de cinco partidos ante los Padres de San Diego. Los Tigres se llevaron el título con López, en labor de relevo, quien despachó a los últimos siete rivales.

Un año más tarde la gloria fue para Jorge el Charolito Orta, que junto con los Reales de Kansas City se llevaron el trofeo. El mexicano, como bateador designado y en ocasiones como emergente, se vio envuelto en una polémica jugada en esa serie que será recordada por una mala decisión de los ampáyeres que le dio el triunfo en el juego seis a los de Kansas City.

Tenemos que viajar hasta la temporada del 2001 para volver a ver a un compatriota en Serie Mundial. Erubiel Durazo como parte fundamental del orden de bateo de los Diamantes de Arizona conectó cuatro hits ante los Yanquis de Nueva York, a quienes derrotaron por cuatro juegos a tres en una de las series más emocionantes de este nuevo milenio gracias a los duelos de pitcheo ganados por Randy Johnson y Curt Schilling.

Un año después, Alfredo Amezaga y Benjamín Gil, casi sin actividad, lograron su anillo de campeones con los Angelinos de Anaheim, que derrotaron en siete partidos a los Gigantes de San Francisco.

De igual manera, con una actuación muy discreta, Ramiro Peña y Alfredo Aceves eran parte de los Yankees campeones del 2009, que se impusieron por cuatro juegos a dos a los Filis de Filadelfia.

El cerrador Fernando Salas y el lanzador Jaime García fueron parte importante del triunfo de los Cardenales de San Luis en 2001: dieron la gran sorpresa y se colaron hasta la Serie Mundial para vencer a los Rangers de Texas que eran ampliamente favoritos para ganar el campeonato.

Cierra la cuenta el mexicano con más logros, nos referimos a Sergio Romo, quien como relevista cerrador de los Gigantes de San Francisco ha conseguido tres campeonatos –2010, 2012 y 2014; su mejor actuación fue en el 2012, cuando vencieron a los Tigres de Detroit y Romo cerró tres de los cuatro triunfos.

La lista parece grande, pero son más de 100 años de historia del deporte y apenas 13 mexicanos los que han brillado en el diamante durante el clásico, sin embargo la tradición no se detiene y estamos seguros de que muy pronto tendrá nuevos exponentes.