Periodismo imprescindible Jueves 25 de Abril 2024

Un ritmo multi-cultural

Surgió en Jamaica, pero la música, como las personas, viaja por todo el mundo sin pertenecerle a nadie. El ska se convirtió en un ritmo de las clases más desfavorecidas y contiene mensajes sociales que exhiben sus contextos
10 de Enero 2019
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El 8 de agosto de 1992, a las 8:30 de la noche, el noreste de Londres fue sacudido por un sismo de 4.5 grados Richter. El saldo fue de varios balcones agrietados, ventanas rotas y muchas personas asustadas que fueron desalojadas de sus departamentos. El epicentro del terremoto estuvo el parque Finsbury, donde se encontraban más de 75 000 personas bailando “One step beyond”, uno de los himnos del ska interpretado por Madness. La locura fue tal y la gente bailó tanto con esa canción que las vibraciones de la tierra se sintieron a cientos de metros a la redonda. Las autoridades atribuyeron el temblor a la actuación de la banda inglesa.

Lo ocurrido ese día mostró al mundo la potencia del ska y el poder de su mensaje, que en sus 60 años de vida siempre ha apelado a la unidad racial, al antifascismo, al respeto a la diversidad y a la multiculturalidad. ¿Pero cómo empezó todo?

A finales de la década de los años 50, los músicos de Jamaica comenzaron a crear canciones influenciados por el rhythm & blues estadounidense y el jazz, mezclados con ritmos autóctonos caribeños como el mento y el calypso. Esa mezcla de ritmos le fue dando forma al ska.

En 1961, durante unas sesiones de grabación, Prince Buster –autor de la canción que provocó el sismo en Londres 31 años después– le pidió al guitarrista Jah Jerry que acentuara el ritmo en los tiempos 2 y 4 al contrario del rhythm & blues y ¡boom!: el sonido los atrapó. No lo sabían en ese entonces pero acababan de definir un ritmo que conquistaría al mundo.

Al año siguiente Jamaica logró su independencia del Reino Unido. Mientras el aire de libertad se respiraba en la isla, el ska embelesaba los oídos de la juventud. El nuevo sonido era muy popular entre las clases más desfavorecidas, sus melodías se convertían en el soundtrack de los guetos y cada vez ganaban más adeptos. Luego de algunos años, el ska se volvió más sensual y parió al rocksteady, y este, al reggae.

Jamaica era una tierra prolífica en su música pero no en su economía, por ello muchos jóvenes migraron a buscar un mejor futuro en el Reino Unido. Se llevaron sus viniles en las maletas y el ska cruzó el Atlántico.

DEL OTRO LADO DEL CHARCO

Cuando el ritmo llegó a Londres a mediados de los 70 se encontró con altas cifras de desempleo, represión gubernamental, falta de oportunidades, precariedad laboral y bastantes conflictos raciales. Pronto los migrantes jamaiquinos y los jóvenes de barrios populares de Londres y otras ciudades notaron que eran muy parecidos; que a pesar de que su color de piel era distinto, sus problemas eran similares.

Fue así como empezaron a formar bandas de ska con un mensaje más social que exhibiera su contexto. Blancos y negros cantando a la unidad con un ritmo más rápido y crudo. Atrás había quedado Kingston, la ciudad que vio nacer la primera ola del ska. Ahora, en Londres, surgía una segunda ola que buscaba hermanar a las razas y luchar contra los ataques racistas.

Así nació el movimiento 2 Tone –dos tonos– en referencia a la unión de ambas razas; sus símbolos característico fueron los cuadros blancos y negros intercalados que se siguen usando hasta nuestros días en sombreros, camisas y muñequeras. Los músicos y los seguidores del ritmo mezclaban su vestimenta con ambos colores. Trajes negros con sacos de tres botones con corbatas blancas o al revés, o calcetines blancos que contrastaban con zapatos negros; era su forma de decir “estamos unidos”.

Como parte del 2 Tone surgieron bandas emblemáticas como The Specials, Bad Manners, The Selecter y los propios Madness. En sus letras reflejaban la situación política que se vivía en la isla europea y dejaban clara su postura política. Por ejemplo, en la canción “Racist friend” de The Specials se escucha: “Si tú tienes un amigo racista es hora de que tu amistad termine (…) Diles que cambien su punto de vista o cambia de amigos”. Mientras que la canción “Ghost town” dice: “¿Porque los jóvenes deben de pelear entre ellos? El gobierno ha dejado a la juventud en la repisa. Este lugar se está convirtiendo en un pueblo fantasma. No se encuentra trabajo en este país. La gente comienza a enojarse”.

Esta etapa dorada del ska duró pocos años –terminó a mediados de los 80–, pero tanto su música como sus ideales, que luchaban contra el odio y la intolerancia, fueron considerados las esencia del ritmo, entendido como un fenómeno musical, y retomados de inmediato en la tercera ola.

UN RITMO MADURO

Si el ska nació en Kingston y vivió sus años de rebelde juventud en Londres, su madurez la alcanzó tiempo después. La tercera ola es la expansión del sonido jamaiquino a todo el mundo. Primero vivió en Jamaica con sus padres, luego rentó un cuarto con algunos roomies en el Reino Unido, y después salió para convertirse en un viajero permanente.

Conquistó Latinoamérica en los 90, sacudió Asia en el nuevo milenio, hizo vibrar las costas Este y Oeste de Estados Unidos, llegó a África, pegó en Oceanía y Europa, aunque en el Caribe no dejaron de producir ese original ritmo cargado de mensaje político.

En México las bandas de ska abrazaron al movimiento zapatista, en California integraron a músicos mexicanos, en Japón se conectaron con América Latina, en Argentina cantaron contra la dictadura, en Italia arroparon a colectivos anarquistas, en el País Vasco y Cataluña se hermanaron en conciertos, en Australia protestaron contra la represión, en Brasil acompañaron luchas por los derechos humanos, en Sudáfrica bailaron contra la pobreza y en Palestina contra la ocupación.

Si bien este ritmo tiene valores bien definidos, su mensaje no es único, y a diferencia de otros sonidos que se han popularizado en el planeta en los últimos años, ha formado escenas locales en prácticamente los 5 continentes.

Es un ritmo que cumple 60 décadas sonando en las bocinas del mundo entero. Durante esos años ha llevado a la práctica su origen multirracial a todo el planeta. No podía esperarse algo distinto de un sonido que nació desde la diversidad musical. 

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