Revista Cambio

Adiós a la moderación

En Venezuela, una inflación de tres dígitos y escasez de medicinas y alimentos han generado 6.000 protestas en el año.

En Colombia los electores rechazaron por estrecho margen un acuerdo de paz alcanzado entre el gobierno y la guerrilla de las FARC para poner fin a 52 años de guerra civil. Y a pesar de que los legisladores ya aprobaron un acuerdo modificado, la paz sigue siendo frágil.

En Brasil los senadores destituyeron a la presidenta Dilma Rousseff por manipular las cifras presupuestales, aunque muchos de los legisladores mismos se han visto alcanzados por acusaciones de corrupción.

En Estados Unidos y su campaña presidencial alimentada por el enojo y los insultos; en la brutal guerra en Siria; en las masivas protestas en Venezuela o en las peleas por los derechos de los homosexuales o los migrantes, los lados opuestos rechazaban no solo los acuerdos, sino también las políticas para tratar de alcanzarlos. Incluso en los casos inusuales donde prevaleció un acuerdo, este era visto con sospecha.

En el viejo continente también hubo históricas fracturas. ”Ya no se están riendo ahora ¿verdad?”, dijo ante el Parlamento Europeo Nigel Farage, uno de los principales promotores de la salida británica de la Unión Europea. “Lo que hicieron las personas pequeñas… fue rechazar las multinacionales, rechazaron los bancos mercantiles, las grandes políticas y de hecho dijeron que querían su país de vuelta”, dijo Farage.

En Siria, la guerra está por cumplir seis años. Pero a pesar de la presión de Estados Unidos y sus aliados, Rusia y el gobierno del presidente Bashar Assad lanzaron un ataque en Aleppo para acabar con los rebeldes. El conflicto ha dejado casi medio millón de muertos.

En Yemen se rompieron las treguas y van casi dos años de la guerra civil. Y como Siria captura la mayor parte de la atención internacional, la hambruna de los yemeníes por el caos prácticamente ha pasado inadvertida.

Mientras los combates continúan, los atentados se extendieron más allá de Oriente Medio.

Una bomba en el aeropuerto de Bruselas en marzo y otro atentado en junio en el aeropuerto de Estambul dejaron casi 80 muertos. Más de 70 murieron cuando una bomba estalló en un parque en Pakistán. En julio un hombre condujo un camión por el malecón de Niza durante los festejos por el Día de la Bastilla matando a 86 personas y dejando 400 heridos. Y antes de acabar el año, un extremista asesina en un acto público al embajador de Rusia en Turquía, al mismo tiempo que un tunecino estrella un camión contra un mercado de navidad repleto de gente en Berlín y ocurre otro ataque en Zurich, en la otrora pacífica Suiza.

En junio, el empleado de seguridad Omar Mateen abrió fuego dentro de un club gay en Orlando, el peor tiroteo en Estados Unidos. En una llamada que él mismo hizo a la policía dijo que cometió la matanza en nombre del Estado Islámico.

Y así, ante un profético 2016, recibimos al nuevo año.

Adam Geller/AP