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Tatuajes que cuidan tu salud

Hoy, estamos familiarizados con el uso de dispositivos que miden a través de la piel nuestra condición física, pero a esta pasión por los gadgets ahora se suma una nueva revolución: la de los tatuajes biosensibles y bioquímicos
26 de Noviembre 2017
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POR LUCÍA BURBANO

¿Sabías que la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, y que en un adulto medio su superficie y peso alcanzan, aproximadamente, los 2m2 y los 5 kg? Además de ser el mayor, es también el que está en conexión permanente con los demás órganos, esto le permite revelar disfunciones, irregularidades y emociones a través de sus poros y fluidos.

De esta información tan valiosa que transmite nuestra piel ya está sacando rédito la creciente moda de portar una serie de dispositivos en forma de pulsera, reloj o gafas (los llamados wearables) que miden nuestra condición física cuando caminamos, corremos o dormimos, a la que ahora se le une una nueva revolución que será parte de nuestra vida en un futuro muy cercano: la de los tatuajes biosensibles y bioquímicos.

Varios de estos dispositivos ya se encuentran en el mercado, entre ellos BioStampRC y BioStampMD, creados por John Rogers, investigador multipremiado de la Universidad psychology-essays.com essaysdigital.com essaysdigital.com de Northwestern, en Illinois. Las innovaciones de Rogers consisten en unas pegatinas rectangulares de silicona que pesan siete gramos y tienen el tamaño de un cuarto de dólar estadounidense, de un diámetro de 24.26 milímetros. “La comodidad es absolutamente clave, el hecho de que sean dispositivos finos y suaves reduce la aparición de irritaciones. La mayoría de las personas que los portan apenas notan su presencia”, explica. Al colocarlo sobre la piel, su aspecto asemeja el de un tatuaje, en este caso compuesto por una serie de puntitos negros y dorados que son en realidad tres tipos de sensores que monitorean nuestra salud gracias al análisis de nuestras pulsaciones, riego sanguíneo, presión, temperatura o hidratación.

Pese a su aspecto algo rudimentario, su función es altamente sofisticada, pues contienen cientos de miles de circuitos apoyados en una capa extremadamente delgada de goma semiconductora que contiene transistores, resistencias electrónicas, varios LED y radiofrecuencias. Una segunda capa inferior del mismo material, pero de un tamaño más grueso, actúa como soporte rígido, y en medio de estas dos, otra de dióxido de silicona que se disuelve al adherir el dispositivo a nuestra piel. Un sistema bluetooth permite que la información se transfiera al ordenador o dispositivo móvil para monitorear los resultados obtenidos, tal y como hace el médico cuando nos realiza un chequeo.

“El monitoreo se realiza de forma continuada, a través de un sistema inalámbrico que no tiene botones ni puertos de entrada ni de salida, y que se almacena en dispositivos portables. Otras plataformas incluyen una memoria de 32 megabytes con capacidad de almacenaje temporal cuya información puede descargarse”, explica el científico. Rogers aclara que no necesitan mantenimiento ni calibración, y que son temporales, ya que duran aproximadamente una semana, hasta que la piel empieza a descamarse y despega el tatuaje, una reacción parecida a la que sucede cuando nos quemamos por el sol.

Aun así, sus ventajas son varias, ya que son multifuncionales, transpirables, flexibles y resistentes al agua, por lo que pueden llevarse en cualquier situación. “Están diseñados para que puedan ser portados por cualquiera, y con ciertas especificaciones pueden adaptarse a algunas condiciones médicas. La meta es que reproduzcan la función de las herramientas de diagnosis y monitoreo para realizar esta acción de seguimiento de forma continua fuera del hospital o del laboratorio”, afirma.

El uso de tatuajes como remedio médico o terapéutico no es nuevo. Nuestros antepasados de hace aproximadamente 5400 años ya lo hacían. Esta es la edad del cuerpo de la momia de Ötzi, hallada en 1991 en una cueva situada en el Tirol (en la frontera entre Austria e Italia) en perfecto estado de conservación y cuya piel estaba cubierta por 61 tatuajes. Lo que más sorprendió a los investigadores del instituto italiano EURAC es que estos se encuentran localizados en su mayoría en la parte inferior de la espalda y entre las rodillas y el pie, lo que les ha llevado a pensar que tales pigmentos son en realidad una técnica de acupuntura aplicada con el objetivo de aliviar un posible dolor en las articulaciones de este cazador prehistórico.

La tecnología y la ciencia han avanzado un mundo desde los tiempos de Ötzi. Rogers empezó a desarrollar tecnología epidérmica en 2008; en la actualidad, el biosensor BioStampRC se vende a corporaciones, gobiernos e instituciones académicas mediante la empresa MC10, cofundada por Rogers y por el ingeniero especializado en electrónica Roozbeh Ghaffari, a un precio de 2 500 dólares o más. Además de los “tatuajes” incluye una tableta Samsung Galaxy con la aplicación Investigator que permite el monitoreo y análisis de los datos que recopila el dispositivo. Parece que su invento es todo un éxito. “Se están empleando de forma masiva en todo el mundo, sobre todo por instituciones de investigación y centros de salud”, explica el científico.

Hoy, Rogers trabaja en un nuevo dispositivo capaz de medir el sudor de nuestra piel, un fluido, explica, “rico en químicos que contienen importante informacion fisiológica sobre nuestra salud”. En este caso, el “tatuaje” tiene un aspecto más atractivo que los primeros comercializados por Rogers y su firma. Está formado por cuatro colores que son marcadores biológicos y que reflejan nuestro nivel de glucosa, PH, lactato y cloruro, y cuyas variaciones en la tonalidad indican una carencia o un exceso; además, pueden interpretarse gracias una aplicación instalada en el teléfono móvil. “Esta es de momento la frontera en la que estamos trabajando, la transición entre el monitoreo biofísico al bioquímico”, comparte.

Dicha innovación ha traspasado la frontera médica y científica, ya que desde el 1 de octubre forma parte de la exposición Items: Is Fashion Modern, que puede visitarse en el Museo de Arte de Nueva York hasta finales de enero del año que viene y que explora 111 prendas que se sitúan entre la moda, el diseño, la tecnología, la ciencia o el arte, las cuales han causado un impacto en la sociedad del último siglo. “Para que tengan éxito, el aspecto de estos dispositivos debe ser tenido en cuenta, y es algo a lo que prestamos atención, tal y como demuestra su inclusión en esta exposición”, dice Rogers.

El científico piensa que para que sean una realidad a gran escala deben reducir los costos y mejorar los resultados. “Creo que el progreso para nuestra salud será drásticamente beneficioso. Las innovaciones en el hardware, software, conjunto de sensores y otros elementos están convergiendo en estos momentos para afirmar que este futuro se hará realidad más pronto que tarde”, pronostica John Rogers.

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