Revista Cambio

Arte que diluye el odio

Por Sebastián Serrano

Sandra Milena Gómez siente que ha tenido que abordar el tema de la violencia por necesidad. Ella es colombiana y vino a México gracias una invitación con el propósito de hacer un montaje de danza; se quedó a vivir aquí porque se sentía más segura. Sin embargo, en un viaje que realizó a Torreón mataron a una persona al lado suyo.

“Pude haber muerto ahí, desafortunadamente en nuestros países este tipo de muertes no son eventos particulares aislados, sino una generalidad, los índices son muy altos y van en aumento”, me comenta. Eso la hizo comprender que hay ciertos lugares donde se vive la guerra, mientras que en otros parece que estamos inmersos en un caparazón en el cual se ve a la distancia como algo inasible. Por eso se siente obligada a expresarlo y darle visibilidad a lo que sucede. “Son situaciones que pueden pasar en cualquier lugar, y de una forma u otra estamos todos implicados”.

Tuvo la oportunidad de presentar su experiencia en un PeaceTalk, espacio donde se invita a distintos artistas que han realizado un trabajo de impacto a favor de la paz, para que durante 45 minutos expongan su experiencia. De esta forma se busca sensibilizar y empoderar a los asistentes con la finalidad de que vean las artes como una herramienta que prevenga conflictos y promueva la cohesión social. Este evento es organizado por MasterPeace.

Sofie De Wulf, la organizadora de estos eventos y directora de esta organización en México, trajo la iniciativa hace tres años. Ella es de Bélgica y estaba en el país por motivos personales, pero después de un tiempo quedó abrumada por el choque de dos circunstancias contradictorias: por un lado, la belleza y el color de la tradición artística mexicana; por el otro, la violencia, el odio y la muerte de la realidad diaria que consume al país. Así que decidió traer MasterPeace a México con el propósito de entrelazar estos opuestos y generar algo positivo.

Música antes que violencia, diálogo antes que prejuicio, alimento antes que bombas y creación antes que destrucción, esa es la misión de MasterPeace, una organización internacional que busca inspirar con la finalidad de que las personas canalicen su talento y energía hacia la construcción de la paz y la unidad. Trabaja mediante campañas de inspiración que invitan a la gente a tomar la acción; y por medio de la música, las artes, el diálogo, enfocarse en generar soluciones en vez de buscar culpables.

De acuerdo con Sandra, la vivencia misma del arte, cuando se experimentan el gozo de bailar y desarrollar ciertos ejercicios desde la escena, genera cambios en la mente y la forma de actuar. A ella el tema de la violencia de género también la afectó de forma directa, cuando una muy buena amiga suya murió por maltrato doméstico en la India. Ante la impotencia y la rabia, decidió expresar el recuerdo de su amiga sonriendo, valiente, fuerte. “Siempre he hecho lo posible por visibilizar no el odio, sino darle una vía desde el cariño”. El montaje que realizó sobre el tema le ayudó a sanar el dolor por la pérdida de su amiga y a despedirse de ella.

Aparte de las piezas escénicas en donde genera reflexiones a partir de situaciones dolorosas, a Sandra también le gusta trabajar con la comunidad, sacar esas situaciones clave y generar un espacio para ayudar. Por ejemplo, desarrolla talleres de empoderamiento con niños y adultos mayores en Tacubaya, al poniente de la Ciudad de México, donde, a través de ejercicios de danza y teatro, así como de diálogos, propician una reflexión sobre la violencia de género y cómo prevenirla. Me explica que los niños y niñas suelen estar más abiertos a proponer cambios de hábitos, así como acciones que prevengan la violencia de género, mientras que los adultos mayores lo ven más desde una tradición arraigada que de cierta forma la justifica. Quedó impresionada porque, cuando estaban comentando el tema, para algunas mujeres la forma de prevenir la violencia era quedarse en la casa y no salir de noche.

A medida que avanzó el taller, “las heridas que fueron formando durante su vida empezaban a salir y transformarse, ellas mismas empezaban a darse cuenta y a cuestionar lo que les había pasado. ¿Entonces que mi marido me pegara no estaba bien? Para esa señora, en ese momento había sido algo normal”. Sandra me dice que en sus talleres busca convertir el dolor de las personas en una acción de alivio, creadora, positiva. “A veces he visto que gente que llega mal a los talleres, arrastrando sus problemas personales, sale transformada, con otra cara, otro sentimiento”.

BARRIOS DE PAZ

Uno de los principales proyectos que Sofie encabeza en México es Barrios por la Paz, una iniciativa que nació en Colombia y busca que los jóvenes que viven en barrios urbanos con altos índices de marginación tengan la posibilidad de transformar un entorno de violencia en una cultura de paz a través de las artes. Se busca educar a los jóvenes, que aprendan técnicas y realicen un trabajo en la comunidad con el objetivo de generar emprendimiento local, o incluso que obtengan una herramienta para ingresar en el mercado laboral.

Silvestre Madera es el director de MasterPeace Monterrey, desde hace seis meses va todos los viernes en la tarde a la colonia los Naranjos, en el Municipio de Juárez, un suburbio obrero a unos 50 minutos de Monterrey, “para más referencia detrás de la silla”, me dice. Llega con el resto del grupo a eso de las 5; caminan hacia la plaza en la que se encuentran con los chavos; cuando llegan, algunos ya están reunidos: hablan de manera incoherente debido al tolueno, otros inhalan el pegamento en silencio. Los que no están muy “llevados”, se animan al verlos y se acercan para saludarlos, les preguntan que cuál es el plan de hoy. A medida que baja el calor, llegan más jóvenes, los saludan y cuando ya son más de 20, empieza el partido de fútbol.

“Los chavos se integran bastante bien, son participativos. Es el sitio en donde viven, no trabajan ni estudian y lo que nosotros hacemos con ellos rompe un poco la monotonía y les resulta atractivo”, comenta Silvestre. Trabajan compartiendo con los jóvenes tiempo de calidad, los invitan a descubrir actividades diferentes, así les demuestran que existe algo más allá de inhalar tolueno. Por ejemplo, un día empezaron a pintar la cancha de futbol con diseños, y los chavos se unieron a ellos y aportaron con su creación, agregaron sus nombres y otras figuras que para ellos eran significativas. Eso sirvió de ejercicio para que decidieran cuidar su espacio; empezaron por iniciativa propia a pintar las bancas y lo que había alrededor, se generó un espacio de pertenencia. También pintaron un mural cerca del centro comunitario, el cual habla de las comunidades indígenas y tiene un lema en náhuatl sobre el maíz y la madre tierra. En esta colonia hay una fuerte comunidad de Nahuas y Mixtecas que en su mayoría fueron reacomodados en esta zona a causa de una inundación que hubo en Monterrey. Con el paso del tiempo ha llegado más gente de otras regiones, desplazados por diversos motivos.

Silvestre llevó MasterPeace a Monterrey después de ganar el primer concurso de caricatura en una convocatoria realizada en 2015 con motivo de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. La desaparición forzada es una de las realidades de México que más preocupa a Sofie, ya que es una situación de la que hay mucho desconocimiento, y las cifras aumentan de manera alarmante. Según información del Universal, entre 2006 y 2015 se han registrado en el país más de 24 975 casos de desaparición; la mitad de las personas reportadas tienen entre 11 y 30 años de edad.

Por eso, Silvestre prefiere moverse, proponer algo en vez de quejarse. En los Naranjos trabaja con jóvenes de 12 hasta 20 años. Los más grandes ya están muy afectados por el tolueno, no encuentran otra cosa qué hacer, sin embargo, los jóvenes todavía están a tiempo de dejarlo. “Lo que en esa comunidad les falta son oportunidades, que puedan ver que sí hay posibilidad para salir de ese círculo en el que están. No somos expertos, pero nos anima ver que se puede beneficiar a la comunidad y aportar mucho”.

La manera más contundente de combatir el odio, la violencia, el narcotráfico, las pandillas es mediante espacios diferentes en donde las nuevas generaciones puedan crear y aportar, desde un punto de vista renovado, y que encuentren espacios para ganarse la vida de forma digna.