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Detecta y evita la cuesta… emocional

Diciembre suele ser una época de fantasía y celebración, pero al llegar enero, todo parece volverse real y genera una cruda moral que puede hacer caer a algunos en una profunda depresión
14 de Enero 2018
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La famosa “cuesta de enero” suele relacionarse con las dificultades económicas del inicio de año, pero también hay un componente emocional que queda desgastado después de los festejos navideños.

En particular, el inicio de un año trae consigo perspectivas (como un nuevo ciclo o incertidumbre hacia el futuro) que generan un aumento en los problemas emocionales y psicológicos que no deben soslayarse.

No es casualidad que, cada año, los servicios de salud, como el Instituto Mexicano del Seguro Social, reporten un aumento de alrededor de 30 % durante enero en el tratamiento de síntomas de angustia y depresión, entre otros padecimientos psicológicos. Por eso, a continuación recopilamos las sugerencias de algunos especialistas de esa y otras instituciones para empezar el año con una buena salud mental.

¿Qué provoca la https://make-essay.net/essay-writing depresión?

Los inevitables factores externos. Hay elementos que siempre están presentes en la vida, como la inseguridad y la violencia o las condiciones económicas adversas, sumados a que es la época en la que suben precios de productos como la gasolina (que te afecta, tengas o no coche) o la renta de la casa, que no puedes controlar y, por lo tanto, te provocan inseguridad.

El final de la “bonanza” de diciembre. La temporada de fin de año suele traer “recompensas” económicas a muchas personas, como el aguinaldo y otras prestaciones (¡a algunos hasta les regalan un pavo!), también suele ser el tiempo que muchos aprovechan para pagarte lo que te deben, por lo que sueles tener más dinero en la bolsa de lo que acostumbras. Inclusive, los niños tienen más regalos que en ninguna época del año. Esta engañosa “bonanza” económica provoca que muchas personas hagan compras a grandes volúmenes y sin meditar si lo que compran es necesario; ya no hablemos de considerar una parte de esos ingresos extras para ahorrar.

La necesidad de reconocimiento. La mayoría de las personas no tienen muchas oportunidades de recibir esos montos de dinero durante el año, además del reconocimiento que implica obtener, por ejemplo, un mayor aguinaldo que otros, por lo que también se genera una especie de euforia que los lleva a gastar porque es dinero que se ganaron durante un año de trabajo o porque simplemente quieren ser reconocidos por ellos mismos.

Cierre de un ciclo. Diciembre marca el fin y el inicio de un ciclo, por lo que Navidad y Año Nuevo son fechas que traen una importante carga emotiva que, irónicamente, a menudo provoca depresión.

Recuento del año pasado. Si durante el año no te fue tan bien como esperabas, es probable que en las fechas decembrinas experimentes algunos sentimientos como decepción y frustración por lo que no lograste.

Un reinicio. Pero esos mismos sentimientos de decepción y frustración también pueden presentarse si el principio de un año representa para ti el inicio de un futuro que luce complicado.

La vuelta a la costumbre. En los primeros días de enero, al regresar a la normalidad tras la euforia navideña, puedes darte cuenta de que todo sigue igual que antes. Así, tu escuela, trabajo, comida y vestido no cambiaron, y vuelves a una rutina que habías roto, al menos por algunos días, y que quizá no te hace tan feliz como la euforia navideña.

El clima (sí, el clima). Los días más fríos y más cortos del invierno provocan que tu relación con el entorno sea diferente (no sales tan tarde a pasear, te cuesta más trabajo salir de la cama, prácticamente no vez la luz del día por estar en la oficina, etc.), por lo quiza sientas que no puedes llevar a cabo tus actividades como solías hacerlas.

Las presiones. Los efectos emocionales de la “cuesta de enero” los pueden sentir personas de cualquier edad. Un niño porque dejará de recibir regalos y ahora deberá regresar a las tareas de la escuela, o un adulto mayor porque ya no será visitado por sus familiares en un largo rato. Los padres de familia también pueden ver afectado su estado anímico con preocupación y estrés debido a la responsabilidad económica para conducir el hogar, lo cual suele dificultarse tras los gastos de las fiestas y la compra de regalos. Los bolsillos (y las tarjetas, el monedero y la cartera) suelen estar gastados.

Combinación de factores. Todo esto combinado puede provocar un trastorno de adaptación y cambios emocionales que generan sentimientos de pérdida, preocupación e incertidumbre.

¿Cuáles son los síntomas?

Estas situaciones depresivas se pueden vivir en diferentes niveles, dependiendo de cada persona, pero en algunos casos suelen tener algunos síntomas de alarma:

Palpitación

Sudoración

Preocupación

Llanto o tristeza sin motivo

Ira

Apatía

Pensamientos fatalistas

Distracción

Insomnio

Poco interés en las actividades
cotidianas

Si se presentan estos síntomas combinados o de manera constante, seguro hay un cuadro depresivo que, preferentemente, debe ser tratado por un especialista en salud mental.

¿Cómo evitar la depresión?

Haz ejercicio. Uno de los propósitos de Año Nuevo que menos se cumplen es el de hacer ejercicio, sin embargo, la actividad física te puede ayudar a enfocar y recargar tus energías a fin de evitar cualquier sentimiento depresivo.

Come mejor. Otro propósito al que solemos “dar la vuelta” es comer de manera saludable, pero alimentarte de esta forma ayuda a que te sientas bien anímica y físicamente.

Habla con tu familia y amigos. Es muy probable que en la época navideña te hayas acercado a tus familiares y amigos, así que aprovecha ese momento para mantener el contacto con ellos y así puedas expresarles lo que sientas y te puedan ayudar cuando  estés triste o tengas algún problema. También pregúntate si sabes escuchar y comunicarte con los que te rodean. Eso te ayudará a tener mejores relaciones con los demás.

Pide ayuda con tu dinero. El factor económico es uno de los principales generadores de depresión en la cuesta de enero. Si admites que eres muy descuidado con el manejo de tu dinero, pide ayuda a alguien de confianza (como tu pareja, tus hermanos o tus amigos muy cercanos) con la finalidad de que lleves un mejor control. Por ejemplo, puedes darles a guardar tu tarjeta de crédito para que no la tengas a la mano al momento de la tentación de las ofertas. O mejor aún, consulta a un asesor financiero. Gastar más de lo que tienes también genera depresión.

Haz una lista de objetivos de vida. De acuerdo con tus habilidades administrativas, haz una lista de propósitos o arma un plan de vida a corto y mediano plazos con metas definidas y que de verdad puedas cumplir (cambiar de trabajo, ahorrar la tercera parte de tu sueldo, usar el dinero extra para un viaje, empezar a correr, cocinar en casa, etc.).

¡No pierdas de vista tu plan! Siempre debes tener en mente ese plan. Escribe los puntos importantes en un pizarrón que cuelgues en la cocina, imprime una tarjeta y pégala en tu escritorio o llévala en tu cartera. Todo esto es con el objetivo de que no pierdas de vista tu meta; tenerla presente durante los primeros días del año es vital para alcanzarla.

Asiste al especialista. En realidad, todos deberían recibir asesoría de un experto en salud mental por lo menos alguna vez en su vida. Si tienes la posibilidad, buscarla en estos días de la “cuesta de enero” es buena idea, ¡o también puedes poner esto en lista de proyectos para el año!

Recuerda, esta es una época en la que todos estamos rodeados de información, lo cual nos puede hacer caer por igual en experiencias muy placenteras o en sentimientos de persecución, por lo que existe mayor riesgo de padecer inseguridad, tristeza, vacío existencial, culpa, ofuscación, soledad, pesimismo y baja autoestima. Pero la buena noticia es que se pueden detectar a tiempo los síntomas y hasta evitarlos si te conoces un poquito mejor y atiendes a tiempo tu salud mental. 

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