Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

El aburrido mundo del código

El mundo cambió, y con él nuestras necesidades digitales. Ahora, millones de personas dependemos del código y de la programación, un universo desconocido para muchos pero que nos da curiosidad. Aquí te damos unas pistas con el fin de que te adentres en este lenguaje
09 de Septiembre 2018
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POR ROGER VELA

Mientras escribía este texto, una amiga me preguntó, por WhatsApp, sobre qué trataba. Le respondí que era sobre desarrolladores de software y programadores. “Eso es muy aburrido”, me dijo. Su respuesta me puso a pensar sobre el desconocimiento que tenemos del mundo tecnológico con el que convivimos a diario. Y es que, aunque lo niegues, lo primero que haces al despertar es ver la hora en tu celular, después, por instinto lo desbloqueas y revisas las notificaciones que han llegado a tus redes sociales. Parpadeas para tratar de enfocar mejor tu vista y pierdes varios minutos viendo fotos, estados, perfiles e historias. Diario lo haces, incluso los días que no trabajas. No pasa nada, todos lo hacemos. Es la rutina común de nuestra civilización en el 2018.

El celular es parte fundamental de nuestra supervivencia; eso ya lo sabes. Lo que quizá desconozcas es quién está detrás de las aplicaciones que te resuelven la vida todos los días. La respuesta es: las grandes compañías tecnológicas. Sí, ¿pero qué tipo personas emplean esas compañías para poder desarrollar una app que te ayuda a transportarte o a pedir una pizza? Seguro estás pensando en un ejército de frikis solitarios: hombres mayores de 25 años con lentes gruesos, barriga prominente, acné, playera con algún personaje de Star Wars llena de moronas, pants y tenis, sentados frente a una computadora.

La realidad es que ese estereotipo ya es muy old school. Fue utilizado hasta el hartazgo por el cine y las series de los 90. Eso quizá provocó que toda una generación se alejará del conocimiento y desarrollo del ambiente digital. Únicamente los amantes de la computadora y tolerantes al bullying pudieron adentrarse en ese universo de lenguajes y códigos. Los demás tuvimos que soportar, de mala gana, las clases de informática en la prepa fingiendo que aprendíamos el código binario que tanto revuelo causó con la película Matrix.

Sin embargo, el mundo cambió y el avance tecnológico permitió que cada vez más jóvenes estén interesados en crear aplicaciones con qué solucionar aspectos de nuestra vida diaria, o crear videojuegos con el propósito de fomentar el aprendizaje de ciertos temas o simplemente divertirse. Son varios los chicos de secundaria o preparatoria, familiares o vecinos, que me han dicho que quieren ser programadores o desarrolladores. “Ah, qué bien” les digo, sin hacer otra pregunta. Pero me quedo sin respuesta cuando me piden recomendaciones sobre cuál es la mejor opción para iniciar. A buen árbol se arriman. Por eso decidí investigar y platicar con personas inmersas en ese ambiente que, aunque parezca invisible, nos hace más fácil la existencia.

Lo primero que aprendí es que en el mundo de los programadores y desarrolladores lo más importante es crear comunidad. Es decir, se trata de espacios en los que, a través de las redes, se comunican constantemente para resolver dudas, pedir consejos, dar alternativas y solucionar problemas entre todos. Sin este apoyo mutuo no podría funcionar mucho el avance digital que tenemos hoy en día. Eso les ha permitido crecer significativamente en los últimos años.

Lo segundo que tuve claro es la diferencia entre un desarrollador y un programador de software. Me lo explicaron muy fácil. Sin embargo, aunque se complementan, son dos profesiones distintas. El programador es como el albañil que construye una casa con órdenes establecidas, el desarrollador es el arquitecto que además de ser el responsable de la obra, tiene un trato directo con el cliente y se involucra de una manera más directa en cuestiones económicas.

MANOS A LA OBRA

Con ese background hablé con Carlos Rivas –un joven veinteañero que actualmente desarrolla videojuegos y aplicaciones de realidad aumentada para marketing de distintas empresas– con el objetivo de saber qué opciones tienen los jóvenes que quieren entrar en ese mundo.

Me explicó que desde la edad de seis o siete años, puedes notar el gusto que tienen los niños por la programación, y que un videojuego que les ayuda mucho es Minecraft porque les fomenta el desarrollo de un pensamiento abstracto, ya que los hace imaginar cómo construir una casa, con qué recursos y de qué forma pueden hacerla más funcional.

Para los de más edad puede funcionar de manera similar Age of Empires, porque puedes programara mediante comandos la inteligencia artificial establecida en el juego. Y cuando cumplan 11 o 12 años podrán trabajar con Arduino, un proyecto que diseña hardware con el fin de construir dispositivos digitales que son la base para crear un robot.

—¿Hay alguna película que pueda complementar su formación en esa etapa?

—Hay varias. A mí me marcó bastante Tron. Porque si bien es un mundo un virtual, creado mediante programación, es un mundo real. La mayor enseñanza que me dejó el film es que puedo implementar mis reglas en un sistema creado por mí. De eso trata todo este asunto de los lenguajes y códigos.

Carlos me comenta que posteriormente, en la etapa de la prepa, funciona bastante bien aprender el diseño de videojuegos mediante el programa Unity, para aquellos que ya tengan un poco más de nociones generales de la programación y busquen crear escenarios virtuales de manera fácil y rápida en 3D y 2D. “Ver tu creación en un dispositivo o en una computadora te estimula y te motiva bastante”.

Justo en el último año de preparatoria es cuando los jóvenes mexicanos deciden qué harán por el resto de su vida, ¿o no? Nos enseñaron que entre los 17 y 18 años tienes la madurez suficiente para encontrar tu vocación y dedicar tu tiempo, talento y sueños a ella. Pero ¿y si no estamos seguros de lo que queremos todavía?, ¿tendremos que soportar por el resto de nuestros días una profesión que no nos gusta por una decisión que tomamos cuando éramos adolescentes?

Si bien la mayoría de las universidades públicas y privadas te ofrecen carreras afines a los temas tecnológicos, no todas están adecuadas para lo que el mercado laboral exige. ¿Qué puedes hacer? Tienes algunas opciones: inscribirte en alguna de ellas, estudia algo relacionado con la programación y el desarrollo de software y complementa tu formación con cursos on line. O estudiar otra carrera de tu interés y también toma cursos en línea o, por el contrario, no te inscribas y sólo capacítate a través de la computadora o un dispositivo. Aunque las dos primeras opciones son las más recomendadas por los especialistas, todo depende de tus planes y objetivos a futuro.

¿Qué ofrecen los cursos on line?, ¿son una verdadera alternativa al plan de estudios del nivel superior?

Existen varias plataformas que brindan servicios educativos en línea. Entre ellas está Udemy, Udacity, Lynda, Platzi y un largo etcétera. Hablé con Erika Luna y Diego Miramontes, course manager y country manager, respectivamente, de Platzi, para que me contaran cómo funciona la plataforma. De inmediato, me reafirmaron la primera regla que aprendí: “En este mundo la comunidad no es lo más importante, lo es todo”, me dijo Erika.

Me explicaron que antes de funcionar como una plataforma formal ofrecían sus servicios en las redes sociales, lo cual ayudó bastante a atraer inversionistas porque en esas redes contaban con una comunidad muy grande de usuarios. Ahora son cerca de 600 000 estudiantes quienes confirman su comunidad. La mayoría de países como México, Colombia y Argentina.

Comenzaron con cursos básicos de HTML, JAVA y CSS, tres de los principales pilares de cualquier página web; ahora ofrecen cerca de 205 cursos, desde inteligencia artificial hasta criptomonedas, además de matemáticas para programación, desarrollo de apps multiplataforma y hasta alguno sobre cómo conseguir trabajo en programación.

Los usuarios pagan una colegiatura y toman sus clases conforme a los tiempos que más les convengan –pueden ser algunos minutos por la mañana o algunas horas en la tarde– a través de videos y foros de discusión con el propósito de reafirmar lo aprendido o resolver dudas.

No obstante, más allá de su oferta académica, explica Diego, lo más importante es que este tipo de cursos rompen con una idea generalizada en América Latina: para aprender algo necesitas ir a la universidad o asistir a un curso presencial. “Esa era la vieja forma de hacer las cosas, pero hoy vemos que a través de Internet se puede ofrecer una gama de opciones educativas más económicas, más cómodas y más funcionales que asistir todos los días a un salón. Internet está democratizando la educación”.

—¿Este tipo de cursos ha abarcando el terreno que no han explorado las instituciones educativas?

—Sí. Hoy somos una alternativa porque ofrecemos una formación práctica y herramientas concretas en áreas que exigen las empresas y que las universidades no tienen. Por ejemplo, no hay una carrera en ingeniería en inteligencia artificial o una licenciatura en ciencia de datos.

UNA NUEVA REVOLUCIÓN

Los videojuegos, programas en línea y cursos web forman parte de las opciones para que los niños y jóvenes que pretenden ser programadores o desarrolladores aprendan por fuera del sistema educativo formal.

El secreto está en saber en qué área se quieren desempeñar, porque el universo tecnológico es muy amplio. También deben conocer qué está pidiendo la industria, en qué tipo de tecnología están trabajando las compañías y cuáles son las necesidades de los ciudadanos que aún no han sido satisfechas.

Algo queda claro, en poco años los empleos que conocemos van cambiar radicalmente –ya lo están haciendo–. En el horizonte se percibe una revolución laboral y muchos trabajos serán obsoletos o se renovarán completamente con el objetivo de adaptarse a lo que el mundo necesite.

Y los programadores y desarrolladores serán los primeros en llevarnos de la mano para conocer sus nuevas creaciones que serán vitales en el progreso de nuestra civilización. Los niños que hoy juegan Minecraft no serán el futuro de la humanidad, si no el presente que, mediante la tecnología, intentarán resolver los problemas que les heredamos. Quizá así dejemos de pensar que estos temas son aburridos.

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