Revista Cambio

La mexicana que desafía 
a Trump

Por Patricia Mercado Sánchez

Para Rosario Marín, la primera y única mexicana que ha sido nombrada tesorera de Estados Unidos, no hay una guerra entre México y su vecino del norte.

Sin embargo, recomienda cautela y prudencia ante la tensa relación que se vive con Donald Trump. Y es que, a su juicio, es tiempo de presentar soluciones ante algo muy doloroso, “que requiere una cordura y una firmeza que hasta este momento no hemos demostrado”.

Apenas hace un año, Rosario Marín, una reconocida integrante del Partido Republicano, hizo público su apoyo a Hillary Clinton y criticó con fuerza la agresividad de Donald Trump contra los migrantes mexicanos.

“Estados Unidos no es una persona, él puede proponer pero tiene que tener todo un sistema legislativo que lo soporte; que lo ampare y que lo apoye, y un sistema judicial”.

México tiene un gran reto y debe estar preparado, asegura.

DE MÉXICO A CALIFORNIA

La historia de Rosario Marín inicia en la colonia Agrícola Pantitlán, en la Ciudad de México, en una familia tan pobre que su padre tuvo que irse a Estados Unidos a buscar una mejor suerte.

“Yo no sabía que era pobre hasta que llegué a Estados Unidos”, dice Marín.

La familia vivía en una diminuta casa sin refrigerador, sin teléfono y con el dinero justo para comer.

Justo antes de cumplir 15 años, Rosario y su familia se fueron a alcanzar a su padre en California. Tomaron un autobús a la frontera y dos días después llegaron a Tijuana. Cruzaron legalmente, pues el jefe de su papá les ayudó a que tuvieran una residencia legal. Los retos habían comenzado.

El primero lo enfrentó al llegar a la escuela en Huntington Park, pues al realizar la prueba de Coeficiente Intelectual sacó 27 puntos, cuando el promedio es de 100.

“Esto lo único que muestra es que no sé hablar inglés; entonces, ponte a estudiar y apréndelo rápido”, recuerda Rosario.

Tres años después, se graduaba entre los 20 estudiantes más sobresalientes de la clase.

“Muchas veces he dicho: tu no tienes control sobre una circunstancia, pero tienes el control sobre la actitud frente a ella”.

Para los padres de Rosario, que ella se hubiera graduado de high school era más que suficiente. Había llegado el momento de que empezara a trabajar.

Consiguió un empleo y poco a poco llegó a ganar lo suficiente para que su madre dejara su trabajo y se dedicara por completo a cuidar a la familia.

Sin embargo, Rosario quería más, así que empezó a estudiar por las noches en East Los Angeles College.

“Mucha gente me ha dicho que no en la vida. Tú no puedes, tú no debes, ni lo intentes. Y cada vez que me decían que no, lejos de eso, era un reto. Yo no me doy por vencida”.

Siete años después de terminar high school y con trabajos de tiempo completo, finalmente se graduó en Administración de Empresas y Mercadotecnia en la Universidad Estatal de California (Cal State).

EL PARTEAGUAS

A los 19 años, Rosario Spindola conoció a Álvaro Álex Marín, su esposo y “el amor de su vida”. Luego de cuatro años de noviazgo se casaron e inició la formación de la familia.

En 1985, Rosario estaba embarazada y feliz con la llegada de su primer hijo, Éric. Nadie imaginaba la ruta de dolor y esfuerzo que iban a enfrentar.

“Su hijo tiene síndrome de Down”, fueron las palabras que desataron “una montaña rusa emocional” en Rosario.

Enfrentarse a esa realidad motivó que sacara fuerzas para aprender, educarse y conocer cómo vivir con esa discapacidad.

Cuando empezó a moverse en el mundo de los niños con discapacidad, se dio cuenta de que había poca información y apoyos para las familias latinas que no hablaban inglés.

Un tiempo después formó FUERZA (Familias Unidas en Respuesta al Síndrome de Down y otras alteraciones), que se convirtió en una organización de ayuda fundamental para las familias inmigrantes con discapacitados en California.

Rosario tuvo a Carmen y a Álex, a quienes considera junto con su esposo y Éric el centro de fuerza y apoyo para su crecimiento.

ROSARIO, LA REPUBLICANA

Apenas había obtenido la ciudadanía, y Rosario llenaba su formulario para votar en las próximas elecciones. Su jefe en el banco iba pasando por su escritorio y ella le preguntó “¿Cómo me registro?”, y él contestó de inmediato: “Republican, honey, republican”.

“Todos los inmigrantes pensarían que como soy inmigrante debería ser demócrata, es lo natural”. En ese momento no sabía la diferencia, pero confió en el consejo, y logró convertirse en una de las figuras latinas más importantes dentro del Partido Republicano.

Recuerda con claridad los discursos de Ronald Reagan y George Bush y asegura que ellos son la razón por la que es republicana.

“Ahorita me avergüenzo por el representante de mi partido”, dice.

En toda la entrevista, Rosario jamás llama a Donald Trump por su nombre, a quien ha calificado como “un sujeto despreciable, un individuo enloquecido y soberbio por hacerse del poder al más puro estilo fascista”.

En 1990, gracias a FUERZA, Rosario Marín logró convertirse en la jefa de asuntos legislativos del Departamento de Servicios para el Desarrollo, desde donde impulsó una de las reformas más agresivas para beneficiar a las personas con discapacidades durante el mandato del gobernador Pete Wilson.

Luego de dos años de intenso trabajo en Sacramento, Rosario sabía que debía regresar con su familia a Huntington Park y presentó su renuncia. El trabajo estaba concluido exitosamente, era tiempo de retornar al hogar.

Pero apenas había llegado le ofrecieron participar en la elección de miembros del ayuntamiento, y la rueda empezó a girar otra vez.

En Huntington Park Rosario fue miembro del consejo y llegó a ser alcaldesa. Fue ahí donde participó activamente en la campaña de George W. Bush, sin pensar que eso cambiaría su vida por completo.

Una mañana, luego del triunfo de Bush recibió la llamada de una mujer que le preguntó: “¿Señora Marín, le gustaría que la tomarán en cuenta para el puesto de tesorera de Estados Unidos?”

Rosario le contestó: “Me siento muy honrada de que me haya llamado. De hecho, si no vuelve a llamar ya me alegró el día, el año, la vida”.

El 16 de agosto del 2001, a los 41 años, tomaba posesión como la cuadragésima primera tesorera de Estados Unidos y la primera inmigrante mexicana en ocupar esa posición.

Luego de casi dos años en el puesto, decidió participar como candidata al Senado de Estados Unidos, y aunque hizo el mejor de los esfuerzos, perdió la elección, pero marcó historia como la primera latina en postularse a esa posición.

Más tarde fue llamada por Arnold Schwarzenegger para ser la secretaria de la Agencia de Servicios al Consumidor y del Estado de California, puesto que ocupó durante tres años.

En marzo de 2009 renunció luego de que la acusaron por cobrar en las conferencias y pláticas que impartía, lo cual está prohibido en el servicio público estatal.

Al final, Rosario Marín reconoció tres faltas al código de ética de California y se le impuso una multa de 15 000 dólares, que fue reducida a poco más de 5 000 por considerar que tuvo una “mala asesoría legal” cuando ocupaba ese puesto.

En los últimos años, Rosario Marín se ha convertido en una exitosa conferencista, consultora de empresas y articulista en varios medios.

Apenas el 8 de marzo del 2016, el Senado de la República le otorgó el galardón “Elvia Carrillo Puerto” por su trabajo para contribuir al empoderamiento de las mujeres mexicanas y al reconocimiento de sus derechos humanos.

“Yo soy optimista, y creo más que nada en la buena voluntad del ser humano, y prefiero tener esa actitud y vivir con esa actitud”.