Periodismo imprescindible Jueves 28 de Marzo 2024

La SEP no me explicó que conocer mi cuerpo a los 13 estaba bien

Crecer en un pueblo conservador, contar con educación sexual de generación en generación y omitir la parte de autocomplacerte o ser homosexual en los libros de texto son sinónimo de una adolescencia complicada
07 de Septiembre 2018
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A los seis años quieres leer en voz alta todo lo que tenga letras y presumir que lo has hecho sola, rápido y que entendiste. Recuerdo que esperaba impaciente frente a la dirección de la escuela mientras mi mamá y otras mamás aguardaban pasar con las autoridades de la institución. Yo sólo leí con claridad un anuncio pegado en el cristal de la oficina: “MAS-TUR-BA-CIÓN. Masturbación. Mamá, ¿qué significa masturbación?”, le pregunté a mi madre que notó las expresiones de las demás señoras entre apenadas y preguntándose qué harían si sus hijos las pusieran en una situación que pareciera vergonzosa.

No recuerdo la explicación que me dio, sólo me acuerdo de que estaba muy seria, dijo algo brevemente y luego cambió la conversación. Sé que no me lo explicó porque si así hubiera sido, los años siguientes habría entendido lo que sentía y lo que tenía ganas de hacer.

Mi siguiente encuentro con algo relacionado así sería aproximadamente a los 13 años, cuando mi mamá me contó que al vecino de en frente, de 16 años de edad, sus papás lo habían castigado porque veía el canal de Playboy. Nunca relacioné para qué verías una película pornográfica y la masturbación; hasta que me encontré con la pornografía, probablemente ese mismo año. Aun así yo no sabía casi nada, sólo que cuando me frotaba cerca del clítoris contra algo sentía muy bien, pero todo con ropa y definitivamente nada sofisticado.

Hasta que en una película de Golden a las 11:00 p.m. (que conste que ni era tan tarde), una mujer aparecía tocándose. La imagen era muy educativa, para ser honestos, pues usaba el dedo índice para frotarse en círculo el clítoris y el de en medio de la misma mano para penetrar su vagina. Entonces la imité y fue como nada que hubiera hecho o conocido o disfrutado hasta ese momento; desde ahí, no hubo vuelta atrás. Pero recordaba al vecino y su castigo, y entonces supuse que lo que hacía no estaba bien y ni modo de contarle a mis amigas (seguramente también lo hacían, aunque se sentían como yo).

Generación tras generación

No recuerdo haber tenido una plática realmente explicativa con mi madre o padre sobre sexualidad, quizá me explicaban algunas cosas, pero no ahondaban. Si tocábamos el tema, mi mamá se acordaba que a ella nunca le explicaron qué era la regla porque a mi abuelita le enseñaron que estaba mal menstruar, entonces lo mejor era ser lo más discreta posible. No era culpa de nadie, a caso de la falta de educación sexual íntegra y sin prejuicios.

Y en la escuela nos dijeron que coger te iba a matar (ya fuera por enfermedades o ardor sin fin), entonces el consejo era evidente: no coger, no besarse, sólo tomarse las manos. Nada de placer. Me enseñaron sobre la regla, aunque el día que me bajó por primera vez, a los 12 años, entré en pánico y corrí por mi hermana a su salón y la saqué de clases con la cara pálida. Así que quizá únicamente una platica muy íntima y aclaratoria podría prepararte para cada momento de fluidos que vas a experimentar a lo largo de tu vida.

Educación pública

Es 2018, y apenas los libros de la SEP a nivel secundaria explicarán qué es la masturbación (incluso en la junta editorial hicimos una broma sobre si por eso incluyeron la imagen en un libro de texto de la mano que tenía seis dedos) y la homosexualidad. Es decir, si alguien a los 12 años me hubiera dicho a mí y a mis amigas que explorar tu cuerpo, sentirte bien con él y que la atracción que sientes por esa persona es NORMAL, nos habría ahorrado muchos conflictos con nosotras mismas. De por sí como mujer te enseñan a odiar tu físico y a aguantar el bullying escolar por desarrollar senos grandes a muy temprana edad o a odiar tu cuerpo plano en la adolescencia, entonces todavía saber que ese breve momento de placer contigo en las noches y la tele en mute te debe hacer sentir culpable, simplemente hace los 13 años un maldito infierno en la secundaria de un pueblomágico cualquiera.

Ya hablando con mis amigas a edad adulta, también me dijeron que sus madres nunca les explicaron nada relacionado con el placer. Algunas aprovechaban que sus papás trabajaban y tenían casa sola; a diferencia de mí, que sólo podía hacerlo en las noches muy tarde cuando todos dormían y en silencio y con mucho estrés de que me cacharan como al vecino y luego sus papás se enteraran de mi caso.

También estaba presente esa falta de comunicación con las amigas. Mis amigas actuales tampoco lo hablaron con sus amigas de entonces, porque en sus mentes todas eran “mochas”. Quizá nadie lo era y todas lo hacíamos, pero callamos, como te enseñan que hagas sobre los temas de sexualidad.

Luego sentía que yo era demasiado precoz porque lo hacía probablemente diario y entonces se me hacía escandaloso y juraba que era la única, pero no, mis amigas también lo hacían todo el tiempo y se sentían como yo: raras.

¿Es normal?

Por supuesto que lo es, el que los niños y niñas empiecen a conocer su cuerpo y sentir bien, quizá no de manera consciente, aunque hay menores que lo hacen desde bebés y son los adultos quienes le dan una interpretación malévola.

Incluso la organización Planned Parenthood sugiere que si eres padre o madre y ves que tus hijos se están tocando sus genitales, hay que decirles que es perfectamente normal, pero que deberían hacerlo en privado.

No obstante, es típico que los niños tengan estas inquietudes porque finalmente es energía y curiosidad que sienten, y reprimirla no le hace bien a nadie, por el contrario, lleva una carga negativa, y como dijo Julien Cargnelli en su artículo: “Si no logramos que circule esta energía con nuestras parejas sexuales o sublimarla en otra actividad, se convierte en un sentido de frustración que provoca ira, conductas nefastas o violencia”.

En tanto que hablarlo, podría ayudar a que hubiera adultos más satisfechos y plenos en este ámbito, o por el contrario: gente que simplemente es asexual, sin embargo, cree que lo normal es estar constantemente pensando en sexo. Es una sociedad muy contradictoria, como vemos, por lo que sólo queda conocerse con las manos propias, autocomplacerse para saber qué funciona, porque no todos los cuerpos son iguales y quizá así habría también menos manos perdidas a la hora de la acción con más involucrados.

Ya luego me enteré de que el cartel que decía “masturbación” era sobre un curso que darían a padres y madres de alumnos de la escuela por “masturbación temprana” y esta cómo era perfectamente normal. Ojalá todos hubiéramos asistido.

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