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Museo

¿Tiene algún caso arruinar una buena historia 
con algo tan mundano como la aburrida realidad? El cineasta mexicano Alonso Ruizpalacios rescata un episodio nacional para proyectarlo con una visión muy particular
28 de Octubre 2018
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“¿Por qué arruinar una buena historia con la verdad?”. Bajo esa premisa, Alonso Ruizpalacios (Güeros, 2014) decide narrar para este, su segundo largometraje, la historia del famoso robo al Museo de Antropología de la Ciudad de México, ocurrido en la década de los ochenta.

La madrugada de Nochebuena de 1985, dos jóvenes estudiantes de Veterinaria de la UNAM aprovecharon la muy laxa vigilancia en el famoso recinto, diseñado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, con el fin de sustraer –entraron por el sistema de ventilación–, más de 140 piezas del patrimonio arqueológico del país. A estos dos jóvenes les tomó tres horas concretar el que después se denominaría “el robo del siglo”.

Cuatro años después, a inicios del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, la policía finalmente encontró las piezas, mismas que habrían estado todo ese tiempo en el clóset de la casa de uno de los dos ladrones.

Era tal el júbilo del presidente Salinas, que a la reinauguración del museo invitó incluso al escritor Gabriel García Márquez, quien declaró sentir gran interés por esta historia e incluso habría prometido escribir una novela al respecto. Eso nunca pasó, pero el cineasta mexicano Alonso Ruizpalacios ha rescatado este episodio nacional para adaptarlo dentro de su muy particular visión.

Y es que, como bien lo indica la película mediante un epígrafe inicial, este filme es “una réplica del original”, es decir, no le interesa contar la historia exacta de lo que pasó porque, al fin y al cabo, ¿qué caso tiene arruinar una buena historia con algo tan mundano como la aburrida verdad?

Así, en este filme serán Juan (Gael García) y Wilson (Leonardo Ortizgris) quienes luego de perpetrar el tan genial robo, intentarán vender las piezas en Acapulco, todo ello a escondidas del estricto padre de Juan así como de toda su prole.

Ruizpalacios demuestra con Museo (México, 2018) que ya es todo un autor, y como tal, no escapará a sus muy particulares obsesiones: el gusto por las historias urbanas, la falta de rumbo de sus personajes protagónicos y la Ciudad de México (junto con áreas aledañas) como eterno marco de todas estas historias.

Museo va más allá de la crónica de un asalto –secuencias que nos remiten al clásico del género, Rififí (Dassin,1955)–, lo que realmente le interesa a Ruizpalacios es ver a este par de náufragos que se ahogan en tierra firme: Juan tiene una familia ejemplar, vive en Ciudad Satélite y su padre es un doctor reconocido, pero aun así no se encuentra a gusto ni con su propia prole; la presión de no haber hecho nada con su carrera o con su vida le es insoportable frente al éxito que representan sus padres.

Y es justo en el contraste en que Ruizpalacios encuentra sus mejores momentos: aquella secuencia perfectamente ejecutada (una cena de Navidad) donde todas las dinámicas familiares y los juegos de poder salen a flote para incomodar más a Juan, que se siente un extraño entre familiares. El robo es el mejor escape a esa realidad que no le habla, que no lo conecta, que no lo representa.

Narrada con imaginación e inteligencia, Ruizpalacios pasa con creces la dura prueba del segundo largometraje, demostrando que es un autor al que hay que seguir.

 

Dirección: Alonso Ruizpalacios.

Guion: Manuel Alcalá y Alonso Ruizpalacios.

Producción: Manuel Alcalá, Ramiro Ruiz. EU, 2018.

Fotografía: Damián García.

Edición: Yibran Asuad.

Con: Ilse Salas, Gael García, Leonardo Ortizgris, entre otros.

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