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Ni tú ni el alcohol tienen la culpa

Las violaciones en las borracheras son un delito tan normalizado, que incluso las víctimas buscan hacia dónde desviar la culpa. Esta es una carta abierta para todas ellas
02 de Septiembre 2018
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POR GIOVANNA FRANZONI

Sobran las historias que podrían llenar el inicio de este texto. Algunas un poco más perturbadoras que otras. Le pasó a mis amigas más cercanas, a algunas de mis primas e incluso estoy segura de que hasta mis vecinas han tenido que lidiar con situaciones de abuso en la peda.

A mí también me pasó. Pero como nos han enseñado en esta cultura machista, decidí automedicar mi culpa moral en cantidades altas y regañarme una y mil veces por haberme tomado ese shot de más, ese que me llevó a esa cama sin hilo de recuerdo. El problema era yo: por puta, por dejada, por borracha.

Entonces pretendí olvidar como lo habían hecho muchas de mis amigas. Después de llorarlo un poco y por mucho que siguiera doliendo, había que hacer hasta lo imposible por dejarlo pasar, pues seguro tu atacante iría a la próxima reunión, sin que hubiera nada que hacer al respecto.

Las violaciones en las borracheras están tan normalizadas, que incluso quienes fuimos víctimas aminoramos el delito; lo excusamos. Y entre nosotras lo contamos a medias, fingimos que no nos afecta o simplemente hacemos como si nunca hubiera pasado. Nos comportamos así por pena, porque muy en el fondo nos han hecho creer que es nuestra culpa.

La realidad es otra: haber tomado de más no significa que otras personas tengan derecho sobre tu cuerpo porque no estás en las condiciones de defenderlo. Eso se llama abuso físico o sexual.

Pero a diferencia de cuando yo estaba en la prepa –a principios de los 2000, cuando el one night stand seguía viviendo bajo la representación cinematográfica de la chica borracha que termina en la cama de un perdedor, del cual al final se enamora profundamente–, movimientos como el #MeToo han logrado desmitificar el abuso sexual, liberando la culpa de las víctimas y tratando de exponer a los verdaderos culpables.

Eso acorta un poco el camino para que el problema de abuso sexual dentro de las fiestas de la prepa, los festivales y las discotecas sea visto con otros ojos; menos como “fueron los tragos que se te cruzaron” y más como “un momento de vulnerabilidad en el que fuiste violentada por un tercero”.

El problema es que todavía nos falta mucho por recorrer. Para que te des una idea de la magnitud de lo que necesitamos avanzar en esta problemática que aflige en su mayoría a nosotras, las mujeres: una de las búsquedas más frecuentes en México en YouPorn es “borrachas y dormidas amateur”. La categoría cuenta con un buen acervo de videos con más de 145 000 views, –muchos clics a favor del abuso sexual.

Y entonces pienso en las adolescentes que están empezando a experimentar con el alcohol, los depredadores sexuales que viven con el fin de cazar víctimas de la barra de un festival o esas ocasiones en las que el alcohol gana en un cuerpo que fue abusado. Esta carta abierta es para ellos, con el objetivo de que comprendan que el alcohol no es el culpable, ni tampoco debe usarse como una ventaja.

Este es un ensayo que, como el movimiento #NoEsNo o #MeToo, pretende señalar directamente al culpable. Busca dejar la huella de una mujer más, que llama a otras a luchar por esa libertad de tomarte unos tequilas, sin tener miedo a ser violentada.

Son también párrafos para ese violador que sin importar si es tu amigo, tu compañero, el íntimo de tu hermano, tu novio o algún extraño que conociste en Tinder, sepa que cada vez somos más mujeres que defendemos el respeto a nuestros cuerpos.

Para que se lo piense dos veces antes de meterte la mano debajo de la falda mientras descansas en el cuarto de quien prestó la casa para la fiesta. Para que esté consciente de que darte un aventón a tu casa en la madrugada no te obliga a nada, y para que  entienda que no es sexo consensuado si una de las partes está inconsciente, y, sobre todo, es para dejarle claro que abusar de alguien puede traerle grandes consecuencias.

Son palabras destinadas de igual forma a todos esos cómplices que vieron a Fulanito llevarse a rastras a “su amiga” al baño y no hicieron nada. Y en general a todos aquellos que voltean hacía el otro lado cuando la sensación de abuso se respira en el aire, pues prefieren darle un sorbo a su trago e ignorar que alguien está siendo violentado.

Así, con el dedo firme apuntando hacia quien nos dañó y hacia quienes fueron cómplices, lograremos ir borrando esa tolerancia absurda que se tiene en cualquier estrato social, al abuso sexual en las fiestas.

Porque si bien tus niveles de alcohol pueden ser algo que está afectando tu vida en otros ámbitos, e incluso tu salud, tu abuso del producto (como ya he venido repitiendo) no te hace culpable de lo que pase con tu cuerpo mientras estás inconsciente.

Lamentablemente, las leyes y las fuerzas policiales en México complican el trámite de denuncia, sobre todo en situaciones de violación donde estuvo involucrado el alcohol, pues esa misma doble moral que nubla la vista de las víctimas, también pesa dentro de nuestros organismos públicos.

Y si bien no está de más levantar un acta del delito ante las autoridades o exigir que se reformen las leyes que salvaguardan nuestros derechos físicos y sexuales, la gran herramienta que tenemos con el fin de ocasionar que estas denuncias cuenten, son las redes sociales y el apoyo de nuestros amigos en la red para que las compartan. Así puedes evitar que otra persona sea víctima, que el violador quede marcado por su delito por lo menos a nivel social y comience a expandirse la noticia de que nuestros cuerpos son tan nuestros, que estamos dispuestas a defenderlos de quien sea.

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