El martes pasado, el gobierno mexicano anunció el establecimiento de aranceles de 15 y 25 % a los productos siderúrgicos y algunos bienes agrícolas procedentes de Estados Unidos, esto como contramedida a las tarifas comerciales establecidas por la administración de Donald Trump. De acuerdo con el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, las medidas tributarias que México está imponiendo tendrán un impacto para la economía estadounidense de aproximadamente 3 000 millones de dólares. Dentro de los productos agrícolas gravados se encuentran: manzanas, arándanos y papas.
De igual forma, se establecieron impuestos a la carne de cerdo estadounidense al ser uno de los productos más importados. Según la Secretaría de Economía, la carne de cerdo de ese país representa el 28.2 % de la compra de carne porcina en el exterior. Con el propósito de compensar los efectos de dicha medida, el gobierno mexicano anunció un cupo libre de arancel de 350 000 toneladas a las importaciones de patas y paletas de cerdo procedentes de otros países hasta el 31 de diciembre de 2018.
Es importante destacar que las contramedidas comerciales adoptadas por el gobierno mexicano a los productos de Estados Unidos están plenamente justificadas, pues la Organización Mundial del Comercio establece que ante el incumplimiento de un miembro de la OMC en sus obligaciones comerciales, el país afectado podrá suspender –de igual forma– sus obligaciones comerciales con ese Estado como medida de retorsión.
Si bien las contramedidas tienen como finalidad persuadir a que el gobierno de Estados Unidos ponga fin a sus medidas proteccionistas, se corre el riesgo de desatar una guerra comercial abierta en la que los principales afectados sean los consumidores de ambos países al tener que pagar precios más elevados por los productos gravados. Asimismo, los exportadores de dichos productos se ven sumamente afectados al presentar más trabas para comerciar con las medidas proteccionistas.
Otro gran problema que se presenta con el establecimiento de dichos aranceles es la limitación de los productos agrícolas, los cuales son insuficientes en el mercado local, debido a la crisis de soberanía alimentaria que existe en el país. Es decir, México, al tener muy poca inversión en el campo, presenta problemas de abastecimiento –en productos como el maíz, trigo y otros bienes agrícolas–, ya que su producción nacional no alcanza a cubrir las necesidades alimenticias de toda la población. De acuerdo con la Sagarpa, en México se importa 30 % de frijol, 50 % de trigo, 80 % de arroz y más de 17 millones de toneladas de maíz amarillo, lo que refleja tanto la necesidad que tenemos de las importaciones como la falta de inversión en el campo mexicano.
Es evidente que el establecimiento de aranceles estadounidenses, sobre todo a los productos agrícolas, representa un arma de doble filo para los mexicanos. Si bien se intenta castigar las medidas proteccionistas de Donald Trump, también se perjudica a los consumidores mexicanos, ya que deben pagar un precio más elevado por los mismos productos. Lo anterior pone de manifiesto la necesidad de invertir y apoyar más el campo mexicano con el fin de no depender tanto de la importación de los bienes agrícolas.
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