Revista Cambio

Desandando 
el camino

Es tan poco común que el músico argentino Gustavo Santaolalla ofrezca un concierto en solitario, que él mismo reconoce, en broma, que los espectadores que van a verlo descubren, junto con él, las canciones de su viejo repertorio, pues normalmente sólo interpreta los temas más recientes de su discografía. Dice que, en ocasiones, son sus propios admiradores los que le ayudan a recordar la letra de antiguas canciones, de esas que grabó cuando tenía 16 años y formaba parte de la banda de rock Arco Iris.

Este año, Santaolalla celebra su 50 aniversario como artista, de ahí que haya aceptado realizar la gira “Desandando el camino”, que desde hace unos meses y hasta principios de 2019 lo llevará por pequeños y medianos foros de las principales ciudades de América Latina y Estados Unidos.

“Quienes me conocen, saben que soy esa clase de persona que no acostumbra revisitar el pasado ni me gusta mirar por el retrovisor para ver las cosas que he realizado. Al contrario, prefiero siempre enfrentar nuevos retos y explorar con diferentes texturas, colores y sonidos. Lo que hice, ya lo hice y ahora sólo me concentro en no repetirme”, me dijo el argentino hace unos días, cuando tuve la oportunidad de platicar con él antes de la clase magistral que ofreció en la Cineteca Nacional de la CDMX, previo a su emotivo concierto en el Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris”.

Sin embargo, en esta ocasión, Gustavo decidió “apretar el botón de pausa con el propósito de ver cómo es que había llegado hasta aquí, luego de tanto años. Tal vez fue la edad, las cosas íntimas o qué se yo, pero lo cierto es que, sin darme cuenta, empecé a cambiar mis hábitos”.

Aseguró que siempre ha sido un artista al que no le gusta quedarse en su zona de confort, sino diversificarse, aunque se dio cuenta de la atemporalidad de muchos de sus temas relacionados con la vida, la muerte y el amor.

Siempre le ha gustado tomar riesgos, meterse en proyectos que impliquen desafíos, así es como pasó de, originalmente, ser artista y productor de sus obras, a serlo de otros artistas, así como a interpretar y componer música para películas y videojuegos.

Lanzó cuatro álbumes como solista, dos cantados y dos instrumentales, en un periodo de casi 30 años, y nunca los tocó en vivo, ninguno de ellos, entonces su gira es como una cuenta pendiente que le da la oportunidad de que la gente conozca toda una fase suya que es íntima y directa.

El ganador del premio Oscar por las bandas sonoras de las películas Babel y Secreto en la montaña siempre ha tocado con bandas, sobre todo desde hace 15 años con Bajofondo, un proyecto que vino a rescatar y refrescar la música de tango con interesantes sonidos electrónicos.

Reconoce que su proceso creativo varía en cuanto a componer música para un videojuego o una película, pues, aunque se trata de comunicar y de contar historias, la forma en que trabaja es muy libre en el sentido de hacerlo a raíz de la historia, los personajes y de hablar con el director de la cinta.

“Me siento bastante libre en el trabajo y encuentro similitud en lo que hago en el cine y en videojuegos, lo que sí es un poco distinto es hacer el tema de las canciones que, si bien son historias, tienen un formato bastante establecido que tiene que ver con el estribillo y la introducción, pero uno se adapta a cada cosa”, aseguró.

Admitió que la dinámica cambia cuando hace música para sus trabajos a cuando produce para otro artista o una película, porque se trata de proporcionar un servicio al director o al cantante, en este caso el disco es del artista y no suyo, y aseveró que nunca ha hecho producciones en donde él se sobreponga.

Por último, confesó que con el fin de mantenerse actualizado en la industria se rodea de gente joven que esté en contacto con las últimas tecnologías, aunque en realidad lo que él trabaja es el contenido, y manifestó que las plataformas de distribución no son lo suyo, por lo que no importa si es streaming o un vinilo, ya que un equipo de trabajo lo asesora.

*Periodista especializado en cultura.

@rogersegoviano