POR ELIZABETH SANTANA*
Hace días, por casualidad, una persona se desahogó conmigo; minutos antes ella había llorado a consecuencia del robo de su bici. La bicicleta, como al resto de los que solemos pedalear, le significaba más que un objeto físico. Para ella, era la herramienta que le permitía conectar con uno de sus hijos, pues por las mañanas solía pedalear y llevarlo a su escuela en bici. Era el momento en que ellos podían estar juntos y platicar, porque el resto del día ella trabaja.
Trabajar y ser mamá, sin sentir que una cosa le roba tiempo o traiciona a la otra, es el principal reto al que se enfrentan varias mujeres de mi círculo cercano, ello en el mejor de los casos. Me refiero a las que tienen prestaciones laborales que les permiten dejar a sus hijos en una guardería o cuentan con familiares que los cuidan mientras ellas trabajan.
Recuerdo que el programa Escuelas de Tiempo Completo fue el salvavidas de varias, pues en tres de cada 10 hogares mexicanos, una mujer es la jefa de familia. Es decir, los hogares tradicionales en México están cambiando, en su mayoría debido a que las mujeres ya salen a trabajar, pero también porque deciden no unirse en pareja, no embarazarse o incluso divorciarse.
Ocuparse fuera de casa y ser mamá es un hecho admirable, principalmente porque todo deriva en que terminan trabajando fuera y dentro del hogar, además de criar a sus hijos. Puesto que sin importar la posición social, y lo respalda el Consejo Nacional de Población (Conapo), la distribución de tareas domésticas sigue confinada a un rol de género.
Un amigo dice que si de por sí las mujeres somos misteriosas, cuando tenemos hijos lo somos más. Yo, por mi parte, diría que se vuelven mejores que la Espada del Augurio de los Thundercats, porque en efecto, ven más allá de lo evidente; y lo atrubuyo a la intuición femenina, ese algo que no sabes cómo explicar pero que siempre nos da certeza y que va más allá de lo que los hombres llaman “meras suposiciones”.
Por eso me regocijo si veo a mamás (y también a papás), que se atreven a llevar a sus hijos a la escuela en bici. En los casos menos favorables los transportan en el cuadro de la bicicleta, sentados en la parrilla trasera y/o en los diablitos; y sin casco… pero ¡ojo!, hay un sinfín de accesorios que puedes complementar con seguridad si deseas trasladarte en bici con tus hijos.
Uno de ellos podría ser una silla portabebé para bicicleta. Hay de distintos materiales y precios, hasta formas de colocar, pues aunque la mayoría suele usar las que van detrás de sí, algunas pueden ser delanteras y fijarse en frente de ti. Y según el fabricante o marca que elijas, puedes consultar su capacidad de peso e incluso para qué edad está diseñada.
El casco también es un accesorio importante, y en el caso de los niños los diseños y las tallas son infinitos, vaya, incluso te sorprendes de encontrar los que simulan la cabeza de un dinosaurio, y terminas preguntándote ¿por qué los cascos para adulto son tan aburridos?.
Un par de opciones más son los remolques, aunque estos van a ras del suelo y tal vez convenga más usarlos en zonas confinadas para bici o en donde sean muy visibles.
Por último, si tu hijo ya no es un bebé y es un niño que está aprendiendo a pedalear o que incluso ya sabe hacerlo, adquirir una bicicleta tándem no es nada descabellado. Aunque existe una última opción, que cada quien pedaleé en su propia bici y que sólo compres un acople –así se llama la pieza que sujeta tu bici a la suya–, y lo mejor de todo es que él o ella no se cansa. ¿Ya te convenciste?
*Periodista. Autora de Rodada 2.0, marca que celebra la inclusión de la bici como estilo de vida en todas sus modalidades.
@ElixMorgana