Por ahora, en la Secretaría de Cultura federal todo parece ser miel sobre hojuelas para su titular Alejandra Frausto Guerrero. La abogada disfruta una idílica luna de miel con la opinión pública; los reflectores han recaído en ella y en su exitosa y mediática propuesta para abrir a todo el público la otrora Residencia Oficial de Los Pinos, espacio que será transformado en un centro cultural integrado al Bosque de Chapultepec.
Como pocos miembros del flamante círculo cercano del presidente Andrés Manuel López Obrador, Alejandra Frausto disfruta su momento.
Quizá la joven funcionaria consiga estirar más su esplendor ahora que se comience a hablar más de la mudanza a la ciudad de Tlaxcala de las oficinas de la Secretaría de Cultura, con lo que dará inicio la tan prometida y cacareada descentralización de los íconos del poder burocrático y administrativo en nuestro país. Sin duda, será otra palomita en su expediente.
Luego vendrá el natural estira y afloja con los presupuestos para los distintos proyectos culturales y artísticos que tienen en mente con el propósito de echar a andar, desde su trinchera, las bases de la llamada Cuarta Transformación, las cuales, según han dicho, estarán fincadas en una avalancha de programas regionales y comunitarios, dejando en un segundo plano la “alta cultura”, los espectáculos “faraónicos” y el arte elitista.
Por ejemplo, se sabe que desde hace varios meses analizan detalladamente las diferentes experiencias culturales comunitarias de mayor éxito en América Latina, con el fin de tratar de adaptarlas y repetirlas en México, como es el caso del Sistema de Orquestas de Venezuela, uno de los programas de música más elogiados a nivel mundial, que no sólo ha servido para transformar positivamente la vida de miles de niños de la calle o de escasos recursos, sino que también es un semillero de nuevos talentos musicales que cada año se incorporan a orquestas sinfónicas de todo el mundo. La muestra de que este tipo de proyectos culturales comunitarios tienen futuro es el reconocido director Gustavo Dudamel, quien surgió del Sistema de Orquestas de Venezuela.
Hace unos días, cuando tomó posesión como titular de la Secretaría de Cultura, Alejandra Frausto destacó que el ciudadano será el centro del proyecto cultural de la nueva administración, y que la dependencia a su cargo trabajará rigiéndose en la inclusión, la diversidad y las libertades. “Trabajaremos por el cabal cumplimiento de los derechos culturales, porque la cultura tiene un poder transformador de la realidad. La cultura es lo que nos une como mexicanos, nunca más será un accesorio”, subrayó durante la ceremonia efectuada en la sede de Arenal 40, en Chimalistac, al sur de la Ciudad de México.
Se espera que de los 4 000 millones de pesos que anualmente se etiquetan en el Congreso para proyectos culturales, el 50 por ciento sea destinado a los programas de Cultura Comunitaria, en lugar de que se utilice en proyectos de dos o tres días o se envíe a infraestructura que no tenga cómo operarse ni cuente con la apropiación de la comunidad. Todas las instituciones culturales tendrán dentro de su actividad cotidiana y presupuestos un porcentaje para programas sociales de desarrollo comunitario.
Uno de los momentos más complicados para Alejandra Frausto será cuando presente su proyecto de apoyo al cine mexicano, pues a las cadenas exhibidas no les gustará nada que se pretenda subir del 10 al 30 por ciento el tiempo en pantallas de las películas nacionales, ni que el tiempo mínimo de permanencia de un filme de factura mexicana sea de dos semanas (actualmente es de una semana), pues eso irá en contra de sus intereses comerciales. Ahí se verá qué tan guerrera nos resulta la nueva secretaria de Cultura.
Rogelio Segoviano es periodista especializado en cultura.
@rogersegoviano