Periodismo imprescindible Martes 23 de Abril 2024

El #Marmitegate

Una de las paradojas más claras del brexit la vivieron 
los británicos desde el año pasado y el impacto se sintió 
en algo muy íntimo: su desayuno
03 de Abril 2017
Especial
Especial

POR LUCÍA BURBANO / LONDRES, REINO UNIDO

El 13 de octubre de 2016, el Reino Unido se quedó huérfano por unas horas por la ausencia de uno de sus productos más emblemáticos. La disputa entre la multinacional Unilever –quería incrementar el costo de su productos un 10 % debido a la devaluación de la libra esterlina tras el brexit– y el supermercado Tesco, provocó que este retirara temporalmente de su página web los productos de la compañía anglo-holandesa mientras duraban las negociaciones.

A nadie le habría importado, de no ser porque el propietario de Ben & Jerry’s, Maille, Maizena o Pot Noodles, también lo es de un ícono de los desayunos y meriendas en un país cuyos hitos gastronómicos se reducen prácticamente a productos enlatados creados en épocas de posguerra: el Marmite. Por ello, este incidente prácticamente paralizó al país durante horas y los indignados consumidores expresaron su furia en redes sociales con la etiqueta #marmitegate. A tal grado que, al sur de Inglaterra, un usuario de eBay colgaba un anuncio en el que vendía un tarro “usado” por cuatro millones de libras.

EL EFECTO BREXIT

James Walton, jefe de Economía de la consultora IGD, explica que la libra esterlina se ha devaluado 13 % versus el dólar desde el referéndum, lo que ha provocado presiones inflacionistas en el sector alimentario cuyos precios estaban en ligero descenso desde los últimos tres años.

¿Qué es el Marmite y por qué tanto lío? Este producto tan amado que creó tal revuelo es una pasta untable cuyo ingrediente principal es el extracto de levadura. “Es un producto derivado de la industria de la cerveza inventado por el alemán Justus von Liebig, quien hace más de cien años viajó por toda Europa buscando la levadura ideal para su receta”, explica Seamus Waldron, creador del sitio web ilovemarmite.com. Y la halló en Burton upon Trent, en el corazón de Inglaterra.

“Su sabor es muy salado, chocante”, lo define Kerstin Rodgers, quien dice que unta una fina capa de este producto cada mañana en dos tostadas acompañadas generosamente por mantequilla también salada. “Yo tengo un hermano y una hermana, y cada tarde, al regresar del colegio, devorábamos un paquete de pan de molde acompañado de Marmite”, recuerda. Como es amante de la gastronomía mexicana, ella compara su sabor con el que provocan en paladares extranjeros condimentos como los que se emplean en las micheladas.

“Mi almuerzo consiste en un emparedado de Marmite, es sencillo de preparar y barato”, comparte el también británico Geoff Spender, quien compara su sabor con la salsa de soya. Waldron dice que actualmente lo unta en bagels y que le gusta combinarlo con queso cremoso, pero que también lo agrega a salsas como el chili con carne o a la pasta boloñesa. Siempre lleva un pequeño tarro allá donde va, incluido México, en un viaje que realizó al país el año pasado. La obsesión continúa con Rodgers, quien explica que ha creado una receta propia de extracto de levadura “para ser autosuficiente” tras la escasez sufrida al verse afectada una planta en Christchurch, en Nueva Zelandia, tras un terremoto ocurrido en 2011.

“Té, scones (un panecillo redondo que se sirve templado), mermelada y Marmite son los íconos de la gastronomía británica”, describe Waldron. “Creo que la gente se sentiría decepcionada si la reina no consumiera Marmite”, agrega Spender, quien compara su estatus de símbolo nacional incomprensible para los no iniciados con los arenques fermentados que vuelven locos a los suecos o el regaliz salado por el que pierden la cabeza los holandeses. Rodgers dice, medio en serio medio en broma, que la forma de untar Marmite correctamente en una tostada debería formar parte del examen que da derecho a obtener la residencia permanente en el país.

Y la popularidad de esta pasta que los británicos aman y muchos extranjeros detestan también se revela por las cifras. Se venden 11.6 millones de tarros de Marmite anualmente en el Reino Unido, por lo cual se generan 28 millones de libras esterlinas para Unilever.

DIVIDIDOS POR EL MARMITE

Kerstin Rodgers es bloguera, cocinera y creadora del movimiento Supper Club en el  Reino Unido en 2008, año en el que adoptó el pseudónimo Ms. Marmitelover para permanecer en el anonimato por el vacío legal que existía entonces en la organización de estas cenas clandestinas. “No lo pensé demasiado”, confiesa, pero además de ser una fanática de este producto, explica que “Marmite” se emplea como un sinónimo de algo que crea controversia, “y mucha gente piensa que yo soy exactamente así”, se sincera.

Waldron adquirio los dominios ilovemarmite.com y ihatemarmite.com tras mudarse a Boston. Lo hizo para explicar a sus amigos estadounidenses en qué consiste este singular producto. Sus sitios web incluyen curiosidades como canciones dedicadas al Marmite, juegos de mesa o un diccionario denominado Marmasaurus, todo como muestra del culto que existe en torno a este producto.

Él compara el Marmite con la cerveza Guinness, que tiene un sabor al que hay que acostumbrarse. “Al principio no gusta, pero a base de insistir el paladar se habitúa”, justifica. Al buscar estadísticas, Rodgers notó que su consumo se produce en dos grupos de edad muy concretos; durante la infancia y una vez que estos niños se convierten en adultos y forman sus propias familias.

“Su fuerte sabor es lo que divide a la gente y sospecho que la mayoría de los consumidores empezaron a tomarlo en la tierna infancia. ¡Es bastante extraño si lo pruebas por primera vez siendo un adulto!”, concede Spender.

De hecho el eslogan de la marca es “O lo amas o lo odias”, lo que polariza a un país al que parecen gustarle los extremos tras lo vivido con el brexit.

LO QUE VIENE

El Marmite es un producto que sólo gusta a los británicos –tanto que lo reivindican con orgullo patrio–, pero únicamente se encuentra en los países que forman la extinta Commonwealth. Fue ideado por un alemán, su nombre proviene del francés y su propietario es un conglomerado anglo-holandés.

“Creo que poca gente identifica a Unilever como propietario de Marmite”, reflexiona Spender. Justo por ello, asegura que el Marmitegate fue la primera consecuencia visible del brexit.

“En general, el consumidor entiende que abandonar la Unión Europea conllevaría un incremento en el precio de productos extranjeros como las aceitunas o el prosecco. Al tratarse de un producto tan británico supuso un shock y es una muestra de lo interconectados que se encuentran los países y sus economías”, reflexiona.

Waldron no entendió por qué esta pasta, fabricada íntegramente en el Reino Unido, fue una víctima de la devaluación de la libra esterlina. Como tantos otros británicos que expresaron su opinión, defiende que el supermercado Tesco lo retirara de las estanterías ante la presión de Unilever, aunque matiza que todo este episodio le pareció “un ejercicio brillante de mercadotecnia”. La semana siguiente del Marmitegate, las ventas del producto se incrementaron 61 %, según informaron los medios de comunicación del país.

Rodgers, que votó a favor del brexit porque considera que la UE es “desorganizada e ineficiente” en ofrecer soluciones en crisis como la de los refugiados, dice que las multinacionales “influyen más en el país que los propios gobernantes”.

Lo cierto es que “el Reino Unido está lejos de ser autosuficiente, ya que el 39 % de los alimentos se importan”, afirma Walton. “La salida de Europa conlleva la renegociación de tratados, no sólo con la UE pero con el resto del mundo”, alerta.

El experto comparte que sus investigaciones, recogidas en el informe ShopperVista publicado en diciembre, muestran que 81 % de los consumidores británicos asumen que el costo de sus alimentos aumentará este año. Un 45 % de los encuestados cree que es más importante favorecer a la industria local ahora que inician la salida de Europa, mientras que 29 % está dispuesto a pagar más por alimentos manufacturados en el país.

La industria de las bebidas espirituosas también empieza a notar el brexit. “Los cambios de divisas afectan a alcoholes manufacturados en el país o fuera de él, ya que aunque el licor se produzca aquí, muchas materias primas provienen de fuera”, afirma Humphrey Serjeantson, analista de licores para el mercado británico de The IWSR. El experto agrega que muchos de estos incrementos no se han empezado a notar todavía en las estanterías.

Otro caso polémico fue la reducción del tamaño del embalaje y del contenido de productos como Maltesers (15 %) o Toblerone (de 400 a 360 gramos) –ambos muy compartidos en las redes sociales– por los mismos motivos que mantuvieron a casi un país entero en vilo mientras Unilever y Tesco negociaban por el Marmite.

Tal y como resume Rodgers, la marca, el propietario o el contexto actuarán a favor o en contra de los intereses del consumidor, pero pase lo que pase, proclama, “nadie impedirá que siga consumiendo Marmite”. Sobre todo ella, que cuenta con una receta propia que le regala su independencia. Veremos si ese mismo destino es el que le aguarda al Reino Unido en el transcurso de las negociaciones. 

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