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Goodbye, Gran Bretaña

El brexit ahora es una realidad y tendrá consecuencias para muchas personas, entre ellas, algunos mexicanos
20 de Febrero 2017
Brexit_Especial
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Por Lucía Burbano / Londres, Inglaterra

El Reino Unido puso en jaque a la Unión Europea (UE) cuando 51.9 % de sus ciudadanos con derecho a voto decidió abandonar el mercado único europeo creado en Maastricht en 1993. Esto tendrá consecuencias para muchas personas, entre ellas, las nacidas en México y que actualmente residen en este país. Para ellas el nuevo escenario conocido como brexit presenta varias disyuntivas laborales y personales.

Cruzar el Atlántico

Según el estudio Mexicanos residentes en Europa, publicado por el Instituto de los Mexicanos en el Exterior, alrededor de 12 000 mexicanos residen en el Reino Unido, dato que casi triplica las cifras de 2009 cuando 5 297 connacionales llegaron al país anglosajón. En 2015, 1 426 entraron con visa de estudiante, pero la gran mayoría llegan al país como turistas, por ello pueden permanecer hasta un máximo de seis meses según la legislación vigente.

Este fue el caso de Paz Arista, que cuenta con 57 años y tres hijos. Aterrizó en Londres hace 24 años para pasar dos meses de vacaciones junto a su entonces novio, un ciudadano de origen libanés con pasaporte británico. Las trabas que enfrentaba cada vez que intentaba entrar y salir del país en sus viajes por Europa hizo que decidiera casarse con el que entonces era su pareja desde hace diez años y echar raíces en la capital británica.

Muy activa en la organización de eventos culturales que dan a conocer las tradiciones de México y tras regentar negocios de artesanía, en 2015 crea junto a otra socia, Mexika, una tienda en línea que tiene 150 productos, entre gastronómicos y artesanales, de su país de origen. Decidió emprender en este sector porque “los mexicanos demostramos nuestro amor a través de la comida”. Ahora la gastronomía mexicana cuenta con una gran popularidad entre los británicos, como demuestra el reporte 2015 Grocery Eye del think thank Future Thinking que indicaba que los sabores mexicanos son los favoritos con un 30 %. Pero hace algunas décadas, el panorama era completamente diferente. “Cuando llegué aquí era muy difícil encontrar comida mexicana hasta que hace 15 años abrió la primera tienda”, recuerda Arista.

Otra es la historia de Daniel Díaz Monterrubio, de 30 años y egresado de la carrera de Arquitectura, que cursó en el Tecnológico de Monterrey. Llegó al Reino Unido hace tres años con su pareja española. Eligieron Londres por ser “tierra de nadie” y porque ambos manejan el idioma. Su plan era estudiar una maestría y ya había sido aceptado en tres programas, pero al no lograr una beca de estudios con la cual financiar su estadía su plan inicial mutó rápidamente. Mientras postulaba para diferentes despachos locales, Díaz trabaja en la elaboración del libro Arquitectura en México 1900-2010, de Fernanda Canales, mientras consideraba la opción de partir a otro lugar si él o su pareja –también arquitecta– no encontraban trabajo en su sector.

“Yo no podía trabajar, estaba como turista, y encontrar un trabajo en arquitectura sin experiencia en el país es muy difícil”, explica. Al final, ambos se casaron en Londres, en el ayuntamiento de Hackney, tras someterse a un cuestionario del departamento de inmigración que, según explica Díaz, dista mucho del que aparece en las películas. “Te preguntan cosas tipo cuál es el nombre de la mamá de ella, nada retorcido”, comparte. En 2014, empieza a trabajar para el despacho Lee Mallett y en 2016 para Haworth Tompkins Architects, ya totalmente asentado, aprendiendo una nueva perspectiva de su oficio y observando los movimientos que se producen a su alrededor y sin descartar una salida.

Más vueltas ha dado Julieta Hernández Adame, de 46 años. Tras unas breves estancias en Montreal y Mataró, población situada a las afueras de Barcelona, esta egresada en Diseño de la Comunicación Gráfica por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Xochimilco llega a Londres en el 2000 tras haber visitado la ciudad seis veces, fascinada por la creatividad visual del país, y porque sentía que no acababa de encajar en la cultura laboral mexicana. No le costó adaptarse, ya que para Hernández “ser de la Ciudad de México es muy similar a ser de Londres”.

Eso sí, para poder permanecer más allá de los seis meses que le permitía su visado de turista, Hernández estudió varios cursos de inglés y después un posgrado en grabados e impresión en la Camberwell College of Arts, el cual combinaba con varios empleos. “Para conseguir un trabajo las empresas te tienen que avalar y tienes que demostrar que eres mejor que todo el mundo. No obstante, siempre existen fórmulas para encontrar otras cosas, ya que hay una fuerte red de apoyo entre extranjeros”, confiesa. En 2012 funda Pixel Press con su pareja británica, un estudio de diseño de impresión que trabaja, principalmente, en proyectos educativos y sociales.

Cambios tras el Brexit

Marzo es la fecha autoimpuesta por el Gobierno británico para ejecutar el artículo 50 del Tratado de Lisboa que dará inicio al proceso de retirada que debe producirse en un periodo máximo de dos años, según establece la legislación europea.

Laura Morales, abogada y residente en el Reino Unido desde 2001, abrió su despacho Morales Advisory Services en 2011 luego de trabajar para varias firmas legales. De inicio se especializó en lesiones corporales, negligencias médicas y compensaciones por accidentes, pero el número de consultas que recibía por parte de inmigrantes latinos sobre cómo regularizar su situación hizo que desde 2012 se especializara en inmigración. Actualmente, 80 % de sus clientes acuden a ella para recibir este tipo de asesoría, mas el perfil de sus representados ha cambiado desde el brexit. “Desde que abrí mi despacho eran muy pocos los europeos que querían obtener la residencia permanente, generalmente mis clientes eran mexicanos con doble nacionalidad que querían traerse a sus familias. Ahora la ecuación ha cambiado”, explica.

Por su parte, y como muestra del desconcierto que existe, Daniel Díaz recuerda que también hace unas semanas fue un abogado al despacho de arquitectos donde trabaja, para asesorar a los empleados europeos sobre las vías legales que pueden emprender si desean permanecer en el país. “Muchos de mis compañeros tienen fuertes vínculos en el Reino Unido, así que las preguntas más comunes eran sobre el proceso burocrático que debe cumplimentarse para solicitar la residencia permanente”, comparte. Aunque el abogado no emitió señales de alarma, sí advirtió que “hay que ser conscientes de lo que se aviene”, agrega el arquitecto.

“Existen dos formas de regularizar tu estadía en el Reino Unido: Si eres europeo o tienes familiares europeos puedes aplicar a través de la ley europea. Si estás casado con un británico o necesitas una visa de trabajo puedes solicitar la residencia a través de la legislación británica”, explica la abogada Morales. Aclara que es la legislación europea –que hasta ahora permite la libre circulación de personas que pertenecen a la UE– la que podría verse comprometida, sin embargo, podrían incrementar las oportunidades para los no europeos. “El mercado laboral va a tener que compensarse de alguna forma si el país precisa de talento cualificado y los europeos dejan de venir o se les ponen ciertas restricciones”, opina.

Morales comparte que existe premura por regularizar su situación entre aquellos que cuentan con una nacionalidad europea. Debido a la avalancha de peticiones, el Gobierno ha flexibilizado el sistema permitiendo ahora las aplicaciones en línea y el envío de una fotocopia compulsada del pasaporte en vez del original, que se retiene entre tres y seis meses según el tipo de registro que se solicite. “Durante los dos años que duren las negociaciones no puede entrar en vigor ningún cambio regulatorio”, aclara Morales. “Pero mucha gente no se fía del Gobierno y quieren meter sus aplicaciones lo antes posible”, agrega. Según informa el sitio web de la oficina de inmigración, entre septiembre de 2015 y septiembre de 2016, las peticiones de residencia se incrementaron 2 % entre miembros de la UE, mientras que bajaron 1 % para el resto de las nacionalidades.

Quien ya resiente los efectos del brexit, pero por otros motivos, es Paz Arista, quien adquiere productos como salsa Valentina, chile guajillo o maíz pozolero mediante un intermediario radicado en el Reino Unido. “Los precios de los productos han subido un 50 % por el incremento de los aranceles. Esto afecta directamente al consumidor, la gente está asustada”, denuncia. Sus ingresos se han visto mermados de un año para otro e incluso han tenido que prescindir de algún proveedor, como es el caso de un manufacturador de tortillas orgánicas de la República Checa quien ahora vende a seis libras esterlinas un paquete de 800 gramos de tortillas, por lo cual a ella le resulta escaso el margen de beneficio.

Mexika distribuye en su mayoría a particulares radicados en el Reino Unido y con menos asiduidad a otros países como Holanda. Su plan incluía expandirse a Francia donde pensaban ofertar los cinco productos que más venden en el Reino Unido pero, aunque van a continuar adelante, ahora tiene dudas de la viabilidad de sus planes de expansión.

Daniel Díaz apunta que el brexit también ha golpeado a un sector tan global como es el de la arquitectura, donde son habituales las colaboraciones entre despachos internacionales. Díaz habla de la necesidad que tiene el país de importar ciertos materiales producidos en otros países europeos como aglomerados de madera que provienen de Austria y Alemania, y muy empleados últimamente en el país por sus cualidades sustentables. “Aquí se construye mucho en acero y ladrillo, implementar una industria propia para desarrollar más materiales conlleva tiempo, entre otras muchas cosas”, dice.

La inmigración a debate

El resultado del referéndum cayó como un jarro de agua fría entre la comunidad europea. Morales achaca este resultado a “la efectiva e inteligente campaña de mercadotecnia” llevada a cabo por los partidarios de la salida.

“ En Londres vivimos en una burbuja, aquí hay trabajo, los inmigrantes se sienten incluidos, pero no olvidemos que en el interior del país las cosas son mucho más difíciles porque las personas se han visto afectadas, no por la inmigración, sino por las políticas de austeridad impuestas por el Gobierno británico”, resume.

Existe frustración por cómo la campaña previa se centró en los inmigrantes y no en explicar lo que la UE supone para el Reino Unido y las consecuencias económicas que implica abandonar el mercado único, algo de lo que, para Morales, “se habló muy poco”.

La comerciante Julieta Hernández opina que el discurso empleado los meses antes de la votación creó una ilusión de un Reino Unido “a lo Downton Abbey”, donde la plática de “todo tiempo pasado fue mejor” llenó las cabezas y sentimientos de los votantes e idealizó el estatus del país fuera de la Unión.

Pocos meses después del voto, recuerda Hernández, los británicos se toparon con una de las consecuencias más amargas de su decisión, cuando el Marmite –una pasta untable de levadura de cerveza muy popular y casi indispensable en la cultura gastronómica cotidiana de los británicos– desapareció durante unas horas de la página web de los supermercados Tesco porque el proveedor negociaba nuevos precios de mayoreo para ajustar la caída que ha sufrido la libra esterlina desde junio. “Ahí se dieron cuenta que productos tan emblemáticos como este dependen de una bola de acuerdos y producciones internacionales”, afirma.

La compañera de departamento de Díaz, que es alemana, sufrió en carne propia la nueva oleada de racismo que trajo consigo este resultado, cuando salió a correr al parque con una sudadera que llevaba algo escrito en su idioma materno y fue interceptada a gritos de “regrésate a tu país”.

“Sí percibo más racismo que cuando llegué”, afirma Arista, quien comparte que sus hijos de 30, 17 y 15 años apenas tienen amigos nativos a pesar de haberse criado en Londres. Este nuevo clima hostil, unido al futuro incierto de un Reino Unido post brexit, hace que ella y su marido se planteen abandonar el país una vez que sus hijos menores terminen la universidad. El problema y la pregunta es, ¿a dónde?

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