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La libertad DE SER Audrey

Han pasado 16 años desde que interpretar a una tímida joven de Montmartre la lanzó a la fama. Hoy, la actriz francesa es ejemplo de madurez y éxito más allá del recuerdo de Amélie
17 de Abril 2017
Foto: Especial
Foto: Especial

POR JAVIER PÉREZ

Audrey Tautou tiene una voz grave y habla con bastante rapidez. Es muy delgada, lo que, junto a sus 160 centímetros de estatura, la hacen parecer muy frágil. Ella dice que tiene un físico bastante común que no la ha privado de interpretar ningún personaje. Usa el pelo muy corto. Hace 16 años, cuando tenía 24, hizo el papel de Amélie Poulain en la icónica película de Jean-Pierre Jeunet.

“El éxito fue tan súbito y rápido que perdí una forma de libertad, fue como dejar de vivir como cualquier persona, sentir y ser reconocida en todas partes. No fue fácil de manejar en un principio. Y las relaciones sociales se afectan un poco. Hubo que adaptarse: traté de conservar el contacto con mis amigos, mi familia, preservar mi libertad”.

Y aunque dice que su profesión no es la más adecuada para liberarse, pues tiene que ajustarse a las indicaciones de un director, ella siempre trata de mantener su independencia. “No sigo todas las reglas, pero creo que hago todo para ser yo”.

Es difícil creer que esta actriz que ha interpretado a Sophie Neveu en El código Da Vinci (2006), a Coco Chanel en la biopic Coco antes de Chanel (2009) y a Simone Cousteau en La odisea (2016), sobre la vida del oceanógrafo Jacques Cousteau, que se estrena en estos días en la cartelera mexicana, no se tenga confianza. Pero eso, dice, es una de sus debilidades, lo mismo que tratar de controlar las cosas. “Cuando sepa cómo superarlo, voy a lograr encontrar algo que quizá sea interesante y me haga pensar que realmente avanzo. Sé que todavía me puedo perfeccionar”.

Aunque Audrey sabe que los papeles femeninos en el cine están en segundo plano (“el cine es un medio bastante masculino aunque se diga que no”, dice), a ella el cine francés la ha tratado muy bien. “Trato de hacer cosas inéditas y me interesan papeles que representen una aventura humana, pero es el conjunto lo que me tienta. Siempre estoy corriendo detrás de la novedad, la sorpresa y una experiencia nueva para mí. Pero no tengo un papel que yo piense que me haga falta”.

Del personaje de Simone le gustó que era una mujer que tenía el deseo de ser independiente. De hecho, Simone vendió todas sus joyas para comprar el Calypso, la mítica embarcación con la cual el francés realizó tantos hallazgos oceánicos y de la que ella fue el verdadero capitán.

“Pasó 40 años de su vida en un barco y dejó una huella muy importante en todas las personas que estuvieron a su alrededor, incluso me marcó a mí”. Tiene claro que en la época en que los Cousteau empezaron, los derechos de la mujer no estaban reconocidos como en la actualidad. “En esa época era muy difícil ser mujer y existir. No podías ser independiente. Ahora, tener una profesión o acceso a la cultura ya no es tan complicado. Efectivamente, Simone se esconde; ella lo que hizo es tener un lugar crucial en el Calypso, y eso es muy importante porque fue una rebelde que se hizo notar”.

Audrey, quien ha trabajado con cineastas como Stephen Frears y Michel Gondry, dice que ella sólo busca mejorar como actriz y que elige sus trabajos por intuición. “Siento que todavía tengo candados que no he abierto y realmente hasta ahora lo que me han ofrecido como papeles son personajes que me han permitido vivir aventuras humanistas, y eso realmente me ha dado la posibilidad de enriquecerme y por eso sigo actuando”, dice con la mirada fija, de enormes ojos oscuros, mientras responde. La odisea, por ejemplo, le hizo cambiar por completo la idea que tenía del buceo. Ya había practicado esta actividad, aunque la había odiado. Pero cuando filmó en las Bahamas, todo lo que vio bajo el océano le hizo comprender la belleza del buceo.

Audrey sonríe poco, sin embargo es muy expresiva con los ojos y la boca. Para ella, esta es una época de terror. “Vivimos una época en que la libertad de expresión y la de pensamiento están en peligro, estamos sufriendo tragedias en Francia. No nos sube la moral, pero no nos impide vivir como todos los días. Sabemos que estamos expuestos a otros incidentes espantosos, pero no por eso vamos a dejar de respirar ni de decir lo que pensamos”.

Ella, sostiene, ha cumplido su sueño de infancia –ser actriz–, lo cual no es fácil. “Los sueños que he podido tener son los sueños que tiene cualquier niño: viajar, descubrir, ser actriz y tener aventuras. todavía me faltan algunas cosas: ir a algunos países, ir a ver los gorilas en la jungla y definir varios proyectos, de escritura o de fotografía”.

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