Por Javier Pérez
Esta cinta, ubicada en el año de 1945 durante la Segunda Guerra Mundial, está basada en la historia real de Desmond Doss, seguidor de la Iglesia Adventista que aborrecía la violencia, no obstante lo cual se enlistó en el ejército pues quería servir a su país como médico. Durante su entrenamiento enfrentó una fuerte y casi insuperable oposición a su férrea convicción de no usar armas de ninguna clase. Finalmente pudo ir con un batallón a Okinawa, Japón.
La pregunta que rondó la cabeza de Gibson cuando se puso al frente del proyecto fue: ¿cómo le hace alguien para ir al peor lugar de la Tierra sin un arma tal y como él realmente lo hizo?
Considerado un objetor de la conciencia, es decir, alguien que se niega a acatar órdenes o leyes por razones éticas o religiosas, Desmond (interpretado por un Andrew Garfield desatado) finalmente fue considerado “cooperador de la conciencia en el sentido de que quería ser parte de la guerra, pero no para quitar vidas, sino para salvarlas”, explica Gibson. Al final, Desmond salvó a 75 heridos en combate bajándolos él solo de un risco en el cual el enemigo los masacraba.
Dividida en tres partes (la que presenta a Desmond en su pueblo y con su amada, la que se ubica en el campo de entrenamiento y la de la guerra), Gibson filma con la crudeza que lo ha caracterizado desde Corazón valiente, manteniendo la tensión en todo momento.
Para la parte de la guerra utilizó hasta cuatro cámaras y prácticamente nada de CGI. Dice que es más fácil utilizar instrumentos contundentes que disparar. “Hay mucho más que orquestar y es más complejo. Y yo tenía menos tiempo y menos dinero para hacerlo del que suelo tener, así que es un truco. Querían una epopeya y se las di con creces, pero básicamente es lo mismo, todo es un truco.
Hay explosiones en las que los chicos de efectos especiales pueden estar muy cerca, a un metro de distancia o lo que fuera necesario. Se podían quemar algunos pelos de la nariz y nada más. Parece horrible pero pudimos hacerlas; no hay mucho CGI aquí, casi todo es frente a la cámara. Le mostré a unas personas algunas tomas de tipos siendo quemados que vuelan hacia la cámara y me dijeron: wow, gran CGI, parece real. Y yo repliqué: es real. Aunque sí hicimos algunas cosas con CGI”. Para el actor australiano, de hecho, la parte que ocurre en el campo de batalla es su favorita.
Para Gibson era importante, además, retratar a Desmond y su entorno, sus relaciones con su novia Dorothy (Teresa Palmer), su padre (Hugo Weaven) y también con sus superiores, el capitán Glover (Sam Worthington) y el sargento Howell (Vince Vaughn).
“Si haces una especie de biopic sobre alguien que realmente existió, tienes que investigar a las otras personas en su vida, a quienes él amó y lo amaron, y las fuerzas ejercidas sobre él por la gente que lo rodeaba, fueran enemigos o amigos. Y él también tenía enemigos. Puedes ser pacifista y no querer matar a nadie, pero aun así podrías desagradarle mucho a la gente, como le sucedió a él. Sus compañeros nunca pensaron en él, al contrario, lo denigraron y trataron de humillarlo, pero luego terminó salvando sus vidas cuando llegó la crisis. Y se dieron cuenta que eran sólo un montón de … ya sabes, su estrechez por haber juzgado tan mal al tipo”.
Para filmar Hacksaw Ridge, dice Gibson, simplemente se sentó detrás de una silla, con una taza de té. Aunque el problema era cuando dejaba su función de “policía de tránsito” y andaba por el set.
“Cuando estás dirigiendo estás tropezando constantemente con cosas porque tu mente está en algún otro lugar, o tu enfoque está en algún otro lugar, como en una imagen, y siempre estás tropezando con un cable, o retrocediendo en una zanja o algo así porque no estás mirando hacia donde vas. Me caí más veces que si hubiera actuado. A los 85 seguramente estaré dirigiendo con algún dispositivo en mi cadera para que me suban y bajen en una especie de caballo”.