Periodismo imprescindible Domingo 03 de Noviembre 2024

Cambiemos el juego

Los estereotipos de género se reproducen en cosas tan cotidianas como los colores o los juguetes, pero que un niño no pueda jugar con una muñeca o que a una niña no se le permita jugar a conducir un auto lujoso, se vuelve muy serio cuando crecen
14 de Agosto 2017
Foto: Especial
Foto: Especial

POR ABIGAIL GÓMEZ

Cada vez que Sofía y Bruno salen a pasear, ambos cargan con sus bebés en la espalda. Por ahora, el bebé favorito de Bruno, quien tiene apenas dos años, se llama Charly y es una Cabbage Patch que su hermana le heredó. Con la finalidad de que puedan llevarlos de forma cómoda, su mamá se los amarra en la espalda con un rebozo, tal como ella lo hacía cuando ellos eran los bebés.

Sin embargo, lo que para esta familia es normal, producto de un juego, para otros es un riesgo potencial de que Bruno “agarre ciertas mañas”.

“Cuando vamos en la calle gente que no me conoce se acerca y me dice que no debería ponerle así el juguete a Bruno, que no lo deje jugar con muñecas, que no está bien”, cuenta Betsabé, madre de ambos pequeños.

Pero Bruno y Sofía no entienden de los prejuicios de los adultos porque ambos disfrutan igual de jugar con una muñeca que con un carrito, y Sofía puede usar una pijama de Darth Vader lo mismo que Bruno una de Frozen. Esa libertad se la han dado sus padres en un contexto donde existen juguetes para niños y juguetes para niñas, y donde muchas veces no es válido jugar con los que “no te tocan”, es decir, con los que la sociedad no te ha asignado según tu rol de género tradicional.

¿De dónde vienen estás ideas?, ¿de dónde surgen? Nasnia Oceransky, coordinadora del Posgrado de Psicología de la Universidad de las Américas, explica el origen de estos miedos y creencias que muchos padres tienen respecto a los juguetes que sus hijos prefieren.

“El rol de género tiene que ver con aquellas normas sociales que se espera que sigas por haber nacido con determinados genitales. Si son de varón se espera que seas masculino y son de hembra esperan que seas femenina. En este sentido la femineidad es leída como fragilidad y si un niño se identifica con los roles femeninos –en este caso con juguetes considerados ‘para niñas’– se piensa que eso va a la par de lo que será su orientación sexual”, comenta la especialista, quien además explica algo mucho más profundo:

“El problema es que este discurso sostiene un régimen donde a las mujeres sólo se les considera capaces de cuidar bebés, pero a los niños se les impide conectar con su parte emocional porque eso los acerca a lo femenino”.

A Nasnia no le gustan las fórmulas. No podría decir que el uso de un determinado juguete va a definir el futuro o el rol de los varones, pero sí reconoce que esta construcción cultural alrededor del género en los juguetes es una forma de influenciarlos o enviarles un mensaje sobre lo que se espera de ellos. No obstante, está convencida de que las personas siempre buscarán aquello que les gusta, incluso si en algún momento les fuera negado.

Aunque la tendencia parece revelar lo contrario, lo que comienza como un juego con estereotipos rígidos trasciende hasta las decisiones profesionales que esos niños y niñas tendrán. La tendencia es que  los sectores de ciencia, ingeniería, estadística y matemáticas sean dominados por hombres.

El informe El mundo de las mujeres, del Departamento de Economía y Asuntos Sociales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señala que en 89 de 117 países son los hombres quienes predominan en campos como la ciencia, la ingeniería o la construcción. En Estados Unidos, por ejemplo, las mujeres son casi la mitad de la fuerza de trabajo, pero apenas un 26 % de ellas ocupa algún cargo en estas áreas. En la otra cara de la moneda están las mujeres que planchan, limpian y cuidan a los bebés. Tan sólo en México, 95 % de quienes realizan trabajo doméstico son mujeres.

JUGAR A LOS PREJUICIOS

A pesar de todo lo que sus padres le han enseñado a Sofía y a Bruno, cuando la pequeña de cinco años comenzó a ir al kínder se topó con que fuera de su entorno familiar las cosas eran completamente diferentes. De pronto la pequeña ya no quería usar su pijama favorita, una de carritos azules y rojos, y comenzó a reprocharle a Bruno que jugara con muñecas.

“Un día llegó de la escuela y nos contó que cuando trató de agarrar un carrito, un niño le dijo que las niñas no usaban carritos y que únicamente servían para lavar los trastes. Ahí te das cuenta de que mucha gente piensa así todavía y que esto lo aprenden los niños desde pequeños en su casa”, cuenta mientras no disimula su molestia al recordar este episodio.

Lo cierto es que la división de géneros en los juguetes es más reciente de lo que se cree. Anteriormente, los juguetes eran pensados y fabricados como unisex, y los colores que se usaban para decorarlos eran neutros. De hecho, si uno recorre los pasillos de una juguetería, puede observar que actualmente sólo los juguetes para bebés tienen esas características. A partir de los tres años, empiezan a “segmentar el mercado” por género, con una sobrecarga de estereotipos que no tienen ninguna inocencia.

En el estudio Producciones culturales para la infancia mexicana, realizado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se cuenta la historia del inició de la división de género de los juguetes.

De acuerdo con la autora, la investigadora Susana Sosenski, fue en 1950 cuando los adultos comenzaron a crear juguetes con la intención de “recrear el mundo real”, pero en una versión a escala, a fin de que los niños adquirieran habilidades para su vida adulta. El problema fue que en la vida de los adultos de esa época, la división de género estaba claramente marcada, y lo que hoy conocemos como inequidad de género, en aquellos años estaba normalizada y socialmente era incuestionable.

“Los juguetes de las tiendas departamentales colaboraron en la construcción de los modelos de infancia en México. Uno de los discursos más reiterados con la finalidad de que los niños imitaran la vida adulta a través de los juguetes tuvo que ver con el género”, señala Sosenski.

En la actualidad este modelo se replica y pocas han sido las compañías jugueteras que comienzan a cambiar esto. De acuerdo con el Instituto Andaluz de la Mujer, 81 % de los anuncios de juguetes tienen contenido sexista. Según los especialistas, esto es un problema debido al hecho de que al dirigir el gusto del niño impedimos que este elija libremente de acuerdo con sus deseos y emociones, lo que evita que el juego y los juguetes cumplan de manera satisfactoria su misión.

QUE REGRESE LA DIVERSIÓN

Las luces del centro comercial se apagan. Sólo queda iluminada el área de juguetes conformada por dos largos pasillos: uno rosa y uno azul. Cuando todo queda en silencio, del pasillo rosa despiertan las muñecas de sus ‘tareas’: maquillarse, ser una bailarina delicada o empujar una carriola. Otra muñeca, con aspecto de Barbie, quiere que su majestuosa carroza se mueva, pero no lo logra. Entonces mira hacia el pasillo azul y de un brinco llega hacia el otro lado, hacia “el lado prohibido”.

Ahí la espera un flamante Audi deportivo color azul, que la invita a subirse como copiloto. Sin embargo, esta muñeca decide romper las reglas y adueñarse del volante. Así inicia una carrera en la que recorre a toda velocidad el área de juguetes. En su camino encuentra muñecas que juegan futbol junto a militares que hacen una parrillada y toman té en el jardín de la casa rosa de las muñecas.

Esta es la historia que narra el cortometraje La muñeca que eligió conducir, una historia que la marca Audi en España creó a fin de promover la campaña #CambiemosElJuego con la que busca generar conciencia sobre la importancia de suprimir de los juguetes la carga de género que les ha sido impuesta desde hace décadas. “Jugar, como conducir, no debería entender de género”, se puede leer al final del video.

Hay más marcas que actualmente se esfuerzan para que los juguetes vuelvan a ser lo que algún día fueron: objetos sin otro propósito que la diversión.  Y es en Europa donde esta tendencia se expande con más fuerza. Como ejemplo basta mencionar el catálogo de juguetes de la cadena de tiendas Super U, en Francia, o el de la juguetería Toy Planet en España.

En el catálogo de Super U aparecen niños que cargan muñecas y niñas que juegan con carritos, mientras que en el de Toy Planet hay niños que empujan carriolas y usan un costurero. Ambos catálogos realizan esta propuesta bajo el mismo lema: “No hay juguetes para chicos o chicas, sólo hay juguetes”.

Por esta misma línea, aunque con una meta más ambiciosa, está la campaña Let toys be toys (Dejemos a los juguetes ser juguetes), cuyo objetivo es terminar con los estereotipos de género en los juguetes al promover que las marcas clasifiquen y etiqueten los juguetes por tema o función, no por género, y dejen así que los niños decidan con qué prefiere jugar.

La campaña fue lanzada en 2012 y, según cifras de la misma, en tan sólo un año lograron reducir 60 % el uso de género en las tiendas de juguetes, y 46% el uso de la categorización de género en tiendas online durante 2014.

En la página de la campaña puede leerse lo siguiente: “Los juguetes son para la diversión, para aprender, para animar la imaginación y alentar la creatividad. Los niños deben sentirse libres de jugar con los juguetes que más les interesan. ¿No es hora de que las tiendas dejen de limitar la imaginación de los niños diciéndoles con qué deben jugar? Suponiendo que el género es una buena guía para los intereses y la personalidad de un niño, los ignora como individuos y pone límites a sus posibilidades de jugar y aprender”.

Esa es la misma ideología que maneja la tienda de juguetes Imaginarium, una empresa creada en España que ahora tiene presencia en más de 27 países, entre ellos México. Esta marca de juguetes es quizá la única en el país que tiene catálogos unisex –en sus distintas redes sociales aparecen niños y niñas jugando con una cocina, con una muñeca o con un carrito por igual.

“Somos una empresa innovadora y no estamos pensando en si el juguete es para niño o para niña, nuestro principal objetivo es que el niño aprenda al mismo tiempo que se divierte”, explica Guillermo Aragón, director general de Imaginarium en Latinoamérica. “Nosotros siempre hemos ido a la vanguardia, siempre tratamos de innovar porque ese es nuestro distintivo. Hace 10 años, cuando en nuestros catálogos salían niños jugando con una cocina a la gente le parecía raro, pero ahora nuestros clientes lo piden, creo que la sociedad está cambiando”, asegura.

JUGAR ES APRENDER

Para Nasnia Oceransky, experta en temas de género, todo es cuestión de dejar al juego ser lo que es: “La manera más eficaz de descubrir el mundo en un lugar seguro. El problema es que los padres modifican la función del juego y lo usan con el propósito de enseñar a los niños las expectativas que tienen de ellos. En una niña lo que es valorado es que cuide bebés o que lave trastes pero al hacer esto se limita el aprendizaje. Debajo de esto no sólo hay machismo, sino también homofobia porque el miedo real es ‘mi hijo va a ser gay’, y si así fuera, ¿cuál es el problema?”, cuestiona.

No obstante hoy, aquí en México, los pasillos de las jugueterías todavía son rosa para niñas y azul para los niños. En este país, donde el pequeño Bruno es fanático de los trenes y los dinosaurios, igual que usa la pijama de batichica que le ha heredado su hermana, con todo y los olanes en la falda que lo divierten al caminar, hay familias que por fortuna han decidido cambiar el juego y darle la vuelta a los estereotipos y por eso, sin importar lo que le digan en la escuela, Sofía juega a que Batman y Frozen son buenos amigos, mientras Bruno imagina que les prepara pizza para comer.

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