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Recuperar 
las aguas vivas

Jóvenes trabajan voluntariamente en el Canal Nacional, un acuífero al sur de la Ciudad de México, para conservarlo limpio y evitar que se entube
24 de Julio 2017
Prometeo_Lucero
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TEXTO Y FOTOS PROMETEO LUCERO

Es un sábado cualquiera alrededor de las aguas del Canal Nacional, al sureste de la Ciudad de México. Las personas pasean tranquilamente. Algunas pescan desde un puente peatonal, otras toman fotografías y hay quienes se sientan a disfrutar un picnic. Se respira calma en el lugar.

Pero no siempre fue así: hace años, era un vertedero de basura. Incluso, era recurrente que en la nota roja de la prensa citadina destacaran los hallazgos de gallinas destazadas en ritos de santería. Para lograr este cambio, dos historias lideradas por jóvenes confluyeron hacia un mismo fin: recuperar las aguas vivas de la gran ciudad.

En el Canal Nacional, entre Calzada de la Virgen y Río Churubusco, viven especies de fauna de humedal, como el pato doméstico, el pato mexicano (de menor tamaño y con un plumaje café con líneas blancas) y algunos insectos, también hay tortugas que conviven con tres especies invasoras: las ardillas, la carpa y la tilapia.

Desde 2004, el Club de Patos, una organización vecinal, se concentraba en limpiar voluntariamente las aguas del canal cada sábado; sin embargo, recientemente la organización Inteligencia y Vanguardia Mexicana (INVAM) –un proyecto juvenil de emprendedores que, además de recuperar espacios, realiza visitas a asilos, apoya talentos culturales juveniles y en noviembre de 2016 donó un millar de libros en el evento “Rola un libro”– se sumó a la recuperación.

Ambas organizaciones se cansaron de esperar respuestas del gobierno, y también de la pasividad ciudadana.

Alejandra Valdés, ingeniera ambiental, se unió con su hermano Miguel como voluntaria para la limpieza de basura con el Club de Patos. Cada vez que limpiaban, volvían a encontrar basura. Tras varios años de esfuerzo, en enero de este año, el Club de Patos estaba decayendo, y uno de sus fundadores le donó los equipos y las lanchas. Alejandra no sabía qué hacer con ello; además, su hermano salió de la ciudad por estudios. “Que me la den a mí es lo mismo que un acta de defunción”, pensó.

+ ACCIÓN − REUNIÓN

De acuerdo con Alan Balderas, abogado e integrante de INVAM, las organizaciones suelen pretextar que no hay recursos, o que no hay voluntarios. Dice que el grupo está enfocado en los resultados, pues las juntas pueden ser una dinámica desgastante. “En lo que fijan fecha para la próxima reunión, ya hicimos el trabajo”. Así es como INVAM rompe con el estereotipo de una organización jerárquica. Durante el recorrido, todos quieren hablar, y al mismo tiempo; no obstante, se respetan la palabra.

Fue justo por ello que Alejandra unió su experiencia en el Club de Patos con la energía de INVAM. “El club era un grupo pequeño que logró mantenerse limpio. Ahora, este grupo grande da valor humano alrededor del canal”. Ella y Alan coinciden en que el modelo del club era rígido y la gente se asustaba por el rigor. “Parecía que firmabas un contrato”.

ECOSISTEMA URBANO

La bióloga Aida Murillo, también voluntaria, explica que el lugar ofrece servicios ambientales porque aporta al ambiente captación de carbono. Y aunque estudiantes de la UNAM y la UAM han llegado de manera individual a fin de realizar diversos estudios, el lugar podría tener potencial, pero no han llegado formalmente las instituciones académicas. Si acaso, han asistido políticos con mariachis y actividades de zumba, que aportan poco a la conservación de este hábitat.

Murillo observa que muchos vecinos creen que este es un canal de aguas negras o grises, sin saber que es un acuífero que se nutre del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex).

Cuando en el agua hay muchos nutrientes, se produce la eutrofización, explica Murillo. Crecen muchas algas y bacterias que dejan anóxica el agua (sin oxígeno). “Esto deja una nata verde”.

Para ella es importante hacer esta distinción, porque corre el riesgo de entubarse, como casi todos los cuerpos de agua y canales actuales. Por ello, en la plataforma naturalista.mx de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), han colocado con geolocalización las fotos y nombres de diversas especies.

La carpa y tilapia representan un nuevo reto. En 2010, estos peces invadieron el canal. Sin embargo, durante mayo de este año, varias decenas aparecieron muertas. La gente lo atribuyó a la contaminación o a algún químico. Esa es la razón por la que entre los vecinos se dividen las opiniones sobre permitir o no la pesca.

Alejandra y Alan coinciden en que no pueden prohibirla sin dar opciones. Así que han pensado en aprovechar la problemática y realizar un concurso de pesca.

Los costos del trabajo de limpieza y mantenimiento los resuelven mediante aportaciones en partes iguales, aunque varios vecinos los han apoyado con mantas, alimentos, impresiones o herramienta.

“Se trata de buscar consenso social, rescatar en la ciudad”, dice Cristian Ugalde, politólogo de la organización, quien cita a Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo”.

Entre los proyectos próximos a resolver, INVAM quiere colocar infografías que expliquen la importancia de las especies locales, sembrar ahuehuetes y plantas para detener la erosión en algunas orillas y un “lancha cinema”, a fin de proyectar películas en el mismo canal. En el recorrido han encontrado papas que crecen a la orilla del canal. Ahora piensan en cómo aprovecharlo con el propósito de cultivar este alimento y luego… pues lo que venga.

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