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Un filme de culto

10 de Noviembre 2018
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Hace exactamente 20 años, cuando era editor de la revista Cine Premier, le pedí a mi gran amigo Gustavo Moheno –en ese entonces un excelente periodista que con el tiempo se convertiría en un gran director y guionista de cine– que fuera a la ciudad de Los Ángeles para cubrir el lanzamiento de la nueva película de los hermanos Coen y entrevistar a su protagonista, el actor Jeff Bridges. La película en cuestión era El gran Lebowski.

Los Coen venían de hacer Fargo, una obra maestra en la que retrataban la vida rural de su gélida Minnesota natal y sus alrededores en Dakota del Norte. La película había ganado premios en el Festival de Cine de Cannes, los Oscar y los Bafta. Era difícil que su nuevo proyecto pudiera superar al anterior. Sin embargo, apenas regresó Gustavo de su viaje de trabajo en Hollywood, lo primero que hizo al llegar a la redacción de la revista fue meterse a mi oficina y contarme detalladamente la película y su experiencia de entrevistar a Bridges.

“Tal vez no sea mejor que Fargo, pero El gran Lebowski se convertirá en una obra de culto, de eso estoy seguro”, me dijo mi amigo al final de una apasionada charla entre cinéfilos que duró varias horas.

Y vaya que Moheno tenía razón: a dos décadas de distancia, la cinta de los hermanos Coen es hoy una de esas películas que no sólo ha resistido el paso del tiempo, sino que, como los mejores vinos, cada que uno la vuelve a ver aparecen nuevos guiños y detalles que antes no se percibían. La lectura de la película ha llevado a debates, conferencias, análisis, libros, festivales y hasta a la formación de una iglesia con miles de seguidores en el mundo.

En el filme, Jeff Bridges interpreta a Jeff Lebowski (a quien todos sus amigos llaman The Dude, lo que podría ser traducido como “el cuate”), un desgarbado hippie cuarentón, soltero y desempleado. Un vago, en todo el sentido de la palabra, que vive en Venice, California, y disfruta la marihuana, la música de los Creedence, el boliche y beber rusos blancos. Su vida es totalmente relajada y lo que menos le preocupa a The Dude es el dinero.

Los hermanos Coen escribieron el personaje de The Dude con el fin de que fuera interpretado por Jeff Bridges, y hasta tuvieron que esperarlo durante cuatro años para que pudiera hacerlo, pues no querían que ningún otro actor estuviera en sus zapatos. The Dude (conocido como “El nota” o “El fino” en España y otros países de habla hispana), está en gran parte inspirado en Jeff Dowd, un productor de cine ex miembro del grupo radical antibelicista Seattle Seven (incluso el personaje menciona que ha sido uno de los Seattle Seven), así como en un amigo de los hermanos Coen, Pete Exline, un veterano de la guerra de Vietnam.

En 2002, Will Russell y Scott Shuffitt, dos fans obsesionados con la película, decidieron fundar en Kentucky el Lebowski Fest, una fiesta anual consagrada a celebrar la creciente pasión por la cinta que, en años sucesivos, llegó a otras 12 localidades de Estados Unidos y logró extender sus redes a Londres.

Obviamente, al Lebowski Fest acuden los incondicionales de El gran Lebowski, quienes se hacen llamar “los achievers”, y durante estos encuentros dan rienda suelta a su pasión mitómana librando batallas de memorización de diálogos de la película, celebrando torneos de bolos y compitiendo por el mejor disfraz inspirado en el delirante elenco. La bebida oficial del festival es el ruso blanco.

El gran Lebowski, esa comedia de tintes surrealistas que derivan en un filme noir a consecuencia de que unos golpeadores confunden al protagonista con alguien que se llama igual que él y orinan en su alfombra, en efecto, como decía mi amigo Gustavo Moheno, se convirtió en un filme de culto.

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