Periodismo imprescindible Viernes 26 de Abril 2024

Tortillas, libros y mariposas

En las últimas décadas se ha hablado más de Cien años de soledad que de cualquier otra novela.
13 de Febrero 2017
Rogelio Segoviano
Rogelio Segoviano

Por Rogelio Segoviano*

Cuenta el biógrafo e historiador Gerald Martin que hace exactamente medio siglo, en una oficina de correos en la Ciudad de México, el escritor Gabriel García Márquez hurgaba ansioso en los bolsillos de su saco y pantalón en busca de algunas monedas. Desesperado por no encontrar billetes ni monedas, le pidió a Mercedes Bacha, su mujer, que también buscara entre sus cosas algo de dinero para completar el pago del envío que quería hacer. Por más que Mercedes sumergió el brazo en su bolso de mano, los pocos pesos que logró rescatar no eran suficientes para cubrir el precio por mandar un pequeño paquete con destino a Buenos Aires, Argentina.

“No nos alcanza, ¿qué hacemos ahora?”, preguntó con preocupación el colombiano. Mercedes le propuso ir a conseguir más dinero y regresar al día siguiente, pero García Márquez se negó, le dijo que Francisco Porrúa, el director de Editorial Sudamericana, esperaba ya ese envío.

Luego de pensarlo unos momentos, Gabo abrió el paquete que estaba sobre una pequeña báscula y que contenía un gran fajo de hojas con el texto que recién había terminado de escribir. A ojo de buen cubero, tomó la mitad de las hojas y miró cómo se movía hacia abajo la aguja de la báscula. Luego, como si fueran tortillas, él y Mercedes colocaron hoja por hoja en el paquete, hasta que el costo del envío fuera equivalente al dinero que llevaban. Ya después enviarían el resto de las hojas, lo importante era que Pancho Porrúa comenzara a leer esa historia que le había llevado a Gabo casi un año y medio escribir, mientras vivía en una nada cómoda situación económica.
Meses más tarde, en junio de 1967, con un tiraje de 8 000 ejemplares, Editorial Sudamericana lanzaba una primera edición de la novela Cien años de soledad, aquel texto que Gabriel García Márquez había enviado por correo como si fuera medio kilo de tortillas.

Cincuenta años después, Cien años de soledad no solo ha vendido más de 35 millones de copias y ha sido traducida a casi medio centenar de idiomas, sino que es considerada una obra maestra de la literatura universal y una de las más importantes en la historia de las letras hispanas. Incluso, la Real Academia Española (RAE) realizó en 2007 una bellísima edición especial de la novela como homenaje a su autor. En las últimas décadas se ha hablado más de Cien años de soledad que de cualquier otra novela. Y aunque se ha festejado su existencia sin titubeos y hasta el cansancio, jamás está de más conmemorar lo que nos une como latinoamericanos.

Para este año se espera una auténtica avalancha de actividades en diferentes partes del mundo, principalmente en Colombia, para conmemorar la publicación de la emblemática historia que se desarrolla en el imaginario pueblo de Macondo, y que tiene como protagonistas a los integrantes de la familia Buendía. De hecho, los homenajes comenzaron ya, pues en la reciente apertura del itinerante encuentro cultural Hay Festival, que este año se llevó a cabo del 26 al 29 de enero en Cartagena de Indias, Colombia, cien personas participaron en la lectura colectiva de Cien años de Soledad, en el pueblo de Aracataca, de donde es originario Gabo, al que muchos ubican como el verdadero Macondo. Además, también en este 2017 se conmemoran 90 años del natalicio de Gabriel García Márquez y la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), creada en honor del ganador del premio Nobel, planea iniciar desde ahora una serie de festejos que culminarán en su centenario.

Así, medio siglo después de que millones de lectores en todo el planeta hemos quedado cautivados con Cien años de Soledad, desde su párrafo inicial (“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”), no nos queda más que echar a volar mariposas amarillas por la estirpe de José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, y desearle una vida eterna a la obra de Gabo.

*Periodista especializado en cultura.
@rogersegoviano

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