Periodismo imprescindible Viernes 26 de Abril 2024

No te preocupes, no irá lejos 

Postrado en una silla de ruedas, con una tremenda frustración y un alcoholismo sin resolver, John Callahan comienza a dibujar cartones donde se burla de todos los que, como él, tienen alguna discapacidad física, consagrándose así como uno de los caricaturistas más ácidos y provocadores de Norteamérica
08 de Diciembre 2018
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Gus Van Sant es un director con la habilidad de navegar en distintas aguas: desde los riachuelos del cine independiente hasta los mares del cine comercial. Y como muestra dos extremos: su película debut, que para algunos se convertiría en el estandarte de una generación, My own private Idaho (1991), y la cinta que ganó dos premios Oscar (guion y mejor actor a Robin Williams), Good will hunting (1997).

Su más reciente cinta, Don’t worry, he won’t get far on foot (No te preocupes, no irá lejos, por su título en español), navega justo entre estas dos aguas: la trama, que es una especie de biopic sobre el caricaturista John Callahan, tiene como protagonistas a dos estrellas de Hollywood, Rooney Mara y Joaquin Phoenix.

Pero ¿quién era John Callahan? Se trata de uno de los caricaturistas norteamericanos más ácidos y provocadores en la historia de los medios impresos, al grado que seguramente no sobreviviría la actual tiranía de lo políticamente correcto.

Víctima de su adicción al alcohol, Callahan sufrió un aparatoso accidente automovilístico que lo dejó cuadripléjico a los 21 años de edad. Postrado en una silla de ruedas, con una tremenda frustración a cuestas y un alcoholismo aún no resuelto, Callahan comienza a dibujar cartones de humor donde su principal objeto de burla son todos los que, como él, dependen de una silla de ruedas o padecen alguna discapacidad física.

De periódicos locales a publicaciones como Hustler y el New Yorker, Callahan se divertía al recibir los furiosos correos de los lectores, indignados por sus “irrespetuosos” cartones, así como las cartas de apoyo de otros que, como él, tenían alguna discapacidad física pero no humorística, por lo que les parecía muy divertido y casi liberador la forma en cómo Callahan se burlaba de sí mismo.


Este proyecto llevaba años en el tintero de Van Sant. Originalmente, el protagónico sería para Robin Williams, aunque varios problemas retrasaron la producción de la cinta hasta llegar a 2018. “Cuando hagamos la película todos estaremos muertos”, bromeaba Callahan, otro de sus chistes que se convirtió en una broma cruel (él falleció en 2010 y Williams en 2014).

No ajeno a los personajes autodestructivos, Joaquin Phoenix entrega un trabajo extraordinario interpretando a Callahan en sus diversas etapas: el joven fiestero e irreverente, el inmóvil en recuperación gracias a una máquina que parece más bien instrumento de tortura medieval, y aquel postrado en una silla de ruedas motorizada la cual maneja a toda velocidad sin importarle caer a media acera.

Sin embargo, esto no debe confundirse con el clásico relato de triunfo del espíritu humano. Callahan no oculta el dolor que siente, la frustración que le provoca, ni tampoco oculta su deseo de seguir bebiendo (“Siento como si ya no fuera a tener ningún futuro”).

La salvación está en los otros: en Annu (Rooney Mara) su hermosa terapista sueca con la que termina saliendo, está en Donnie (un irreconociblemente flaco Jonah Hill) su patrocinador de doble A, y, por supuesto, está en la caricatura, el medio ideal para expresar todas sus frustraciones.

Al final ese es el gran tema de la película: la condena a la corrección política, la defensa del humor como una de las mejores formas de crítica y autocrítica, el rechazo a la condescendencia y la lástima hacia los discapacitados, así como el derecho, supremo, a ofender.

 

Don’t worry, he won’t get far on foot

Dirección: Gus Van Sant.

Guion: John Callahan, Gus Van Sant, Jack Gibson, William Andrew Eatman.

Producción: Brett Cranford. EU, 2018.

Fotografía: Christopher Blauvelt.

Edición: Gus Van Sant, David Marks.

Con: Joaquin Phoenix, Rooney Mara, entre otros.

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