Sí, muchos nos escandalizamos después de saber que los datos que pensábamos estaban “seguros” en manos de Facebook eran ya un activo para Cambridge Analytica que, en estos días justamente, se declaró en quiebra. De tal magnitud fue el alcance del escándalo.
Muchos seguimos con atención la comparecencia de Mark Zuckerberg ante el Congreso de los Estados Unidos, y también nos dimos cuenta de que los congresistas saben poco o casi nada de cómo funciona Internet y el poder que tiene.
Pero entonces, ¿la privacidad es un asunto de orden público o privado? Nos dedicamos en esta semana a buscar, preguntar, experimentar y hasta a imaginar distintos escenarios a fin de responder esta pregunta, o al menos para dar elementos con qué debatir.
Nuestras conclusiones son ambiguas pues, si bien es muy importante dejar claro que es responsabilidad de cada consumidor leer los contratos –sí, esas cosas que solemos ignorar y que sólo marcamos como leídas, llamadas “términos y condiciones” o “avisos de privacidad”, son un contrato–, también es cierto que es obligación de los Estados (del gobierno y los servidores públicos) garantizar a través de una normatividad local, nacional e internacional, el buen manejo de la información que compartimos a través de Internet y que se almacena en ese misterioso mundo: la nube.
¿Qué pasaría si un día despertáramos y todos los sistemas informáticos hubieran colapsado?, ¿si de pronto la “nube” se esfumara? ¡El apocalipsis del siglo XXI! Y por ello nos permitimos investigar con expertos, que nos compartieron los elementos necesarios para crear una pieza de ficción narrativa de los escenarios posibles.
Estamos emocionados por la comodidades que nos brinda la era smart & tech: queremos vivir en smart cities llenas de rascacielos inteligentes donde todo funciona a partir de domótica, donde las puertas de nuestras oficinas se abren con lectores de huella dactilar o de iris, y nuestro teléfono celular se ha convertido en el centro de nuestras actividades laborales, relaciones personales y operaciones financieras. Sin embargo, como ya vimos hace unos días, nada es realmente inmune a un ataque cibernético, ¿o acaso tú no conoces al menos a una persona cuyo dinero haya quedado en el limbo de Internet por el hackeo que afectó millones de transacciones spei en México hace un par de semanas?
El problema también está en que nuestra falta de compromiso individual al no leer nunca los términos y condiciones de ninguna app o software que usamos, donde compartimos información sensible, se traslada a la falta de exigencia hacia nuestros legisladores para que discutan con seriedad el tema de la protección de nuestra información y de la garantía del derecho a la privacidad. Y, como muchas veces pasa, la vanguardia ya comienza a llevarla Europa, donde los gigantes tecnológicos como Google, Microsoft y Facebook enfrentan ya las consecuencias de una nueva legislación que busca proteger a la ciudadanía del viejo continente de posibles abusos. ¿Y de este lado? ¿Ya le preguntaste al candidato a diputado por tu distrito cuáles serían sus propuestas? Piénsalo, te lo dejamos de tarea.