Mucho se ha hablado sobre lo caro que resulta comer de manera saludable. Es evidente que comer sanamente resulta más costoso en el corto plazo; sin embargo, adoptar ese tipo de dieta es la mejor inversión que podemos hacer no sólo para nuestro organismo, también para nuestro bolsillo.
Aunque los precios de los productos chatarra sean mucho más accesibles, estos antojos son bajos en contenido nutrimental y altos en carbohidratos y grasas, lo que genera problemas cardiovasculares, obesidad y altos niveles de colesterol. Por tal razón, en el largo plazo el consumo de comida chatarra representa un costo mayor al de los alimentos saludables, pues fomenta la aparición de enfermedades y con ello la necesidad de asistir al médico, realizar análisis constantemente y consumir medicamentos.
De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), los costos sociales de la diabetes y la obesidad en México ascienden a más de 85 000 millones de pesos al año. Se estima que las personas que sufren hipertensión, en promedio gastan 1 066 pesos mensuales en costos asociados a las consultas médicas, exámenes y medicamentos, eso sin incluir los gastos hospitalarios de intervenciones quirúrgicas por posibles infartos. De igual forma, se calcula que las personas con diabetes suelen desembolsar alrededor de 3 200 pesos mensuales en controles médicos, medicamentos y equipos con el fin de regular la glucosa.
Además de los problemas cardiovasculares y de obesidad, el consumo de productos chatarra trae muchas consecuencias negativas para la salud y el medio ambiente. Se ha comprobado que la ingesta constante de comida chatarra genera problemas de memoria y aprendizaje, y propicia la depresión. Asimismo, la producción de tales alimentos favorece la degradación de los suelos, la deforestación y la pérdida de biodiversidad, por lo que a la larga consumirlos resulta más caro en todos los sentidos.
Si bien los precios de los alimentos saludables suelen ser más elevados, podemos adoptar ciertas medidas con el propósito de reducir el impacto de una alimentación sana en nuestro bolsillo. Es recomendable optar por consumir cereales no refinados, legumbres de producción local y frutas de temporada, ya que además de que contienen numerosos nutrientes son mucho más accesibles. También es importante comprar sólo lo que vamos a utilizar, pues de esta manera evitaremos desperdicios tanto de los alimentos como de nuestro dinero.
Otro gran consejo es escoger en nuestro mercado local las frutas y hortalizas que se encuentren mínimamente dañadas, ya que si tienen un aspecto menos estético se pueden conseguir a un precio inferior, y serían los mismos productos con las mismas propiedades que unos “bonitos”. De igual forma, se recomienda cocinar y comer en casa, ya que de esta forma se aprovechan al máximo los ingredientes comprados y se pueden consumir los mismos platillos por un costo mucho menor en comparación a los restaurantes.
Por todo lo anterior, no hay duda de que comer sanamente resulta mucho menos costoso en el largo plazo, ya que conserva nuestra salud; previene enfermedades y preocupaciones.
*Asesor financiero especializado en fintech y coaching financiero.
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