Periodismo imprescindible Jueves 18 de Abril 2024

Gris fiesta del cine

17 de Julio 2017
Foto: Especial
Foto: Especial

Por más que uno quiera apoyar desde su trinchera al cine mexicano, pareciera que a nuestro cine, como un niño berrinchudo, no le gusta que nadie le eche la mano y está dispuesto a arruinarse la vida por sí solo.

Y es que de otra manera uno no se explicaría cómo pueden programar, cada año más gris y deprimente, la entrega de los premios Ariel, que concede la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. El Ariel es un galardón que en otras épocas resultaba todo un acontecimiento en el mundo artístico y cultural de nuestro país, pero que hoy en día no le interesa a las autoridades del ámbito cinematográfico, ni siquiera a los mismos nominados a las estatuillas.

Antes de continuar, es preciso saber que la industria del cine en México se divide en tres grandes sectores: Producción, Distribución y Exhibición. La distribución es controlada casi toda por compañías extranjeras que sólo buscan favorecer a las películas de Hollywood, sin importar su calidad o trascendencia. La exhibición está en manos mexicanas, sin embargo, las dos grandes cadenas que la controlan (Cinépolis y Cinemex) únicamente buscan vender boletos y palomitas para llenarse los bolsillo de dinero, sin importarles que bodrios como Rápido y Furioso 23 ocupen 15 de las 16 salas que hay en sus complejos.

La última pieza en este rompecabezas es el rubro de la producción, y es ahí en donde la puerca tuerce el rabo, pues ninguna compañía mexicana se anima a arriesgar su propio dinero y casi todas optan por pedir que sea el Estado quien las financie mediante incentivos fiscales y con un fondo que cada día se reduce más y más. Cabe señalar que la lista de aspirantes a ser beneficiados con este dinero con la finalidad de que realicen sus películas es realmente larga, por lo que no todos alcanzarán una rebanada del pastel, de ahí que las cosas se comience a pervertir mediante amiguismo y componendas corruptas. El lado artístico se ha diluido en el camino, y son contados los cineastas que llegan a la meta con las películas que imaginaron en un inicio.

Fin del paréntesis, regresamos a la gala de premiación del Ariel, en donde año con año se repite la experiencia: son reconocidas las siete u ocho películas que lograron salir limpias del proceso anterior y que ahora nos representan en festivales por todo el mundo, como si en verdad esa fuera nuestra realidad.

Lo cierto es que la mayoría de las premiadas con la estatuilla son películas que no tienen para cuándo llegar a la cartelera en México, a fin de que el gran público pueda conocerlas. Las que corran con mejor suerte quizá sean destinadas a dar el “semanazo” en funciones matutinas y compitiendo, sin oportunidad alguna, con Spiderman, Harry Potter y demás blockbusters.

Lo peor es que cuando les quieres ayudar a promocionar sus películas o entregas de premios región 4, te mandan a volar porque no eres “ lo que ellos buscan” para que se den a conocer, y entonces me pregunto, ¿pues quién los entiende? 

*Periodista especializado en cultura.

@rogersegoviano.

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