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Horario 
con historia

27 de Marzo 2017
Salvador Casanova
Salvador Casanova

Por Salvador Casanova

El próximo domingo 2 de abril, todos habremos de adelantar nuestros relojes una hora. Eso significa que despertaremos una hora antes que el sábado. ¿Se han preguntado si tiene sentido perder una hora de sueño el primer domingo de abril de cada año?

La publicidad nos dice que habrá más horas de luz durante el día pero eso es falso. Todos los años desde el 22 de diciembre hasta el 22 de junio el sol aumenta gradualmente su estancia en el firmamento con el horario o sin él. También dicen que hay un increíble ahorro de energía, mas si el ahorro reportado por el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE) se divide entre el consumo total de energía, reportado por la UNAM, en realidad lo ahorrado representa apenas un 0.5 por ciento.

También se nos ha dicho que esto ayuda a que la red eléctrica pueda abastecer la demanda; sin embargo esa misma red abasteció una mayor demanda durante el invierno. Es cierto que durante el verano se gastará un poco menos de energía en iluminación pero nada más.

En México, mover la convención del horario fue durante muchos años una muestra del poder presidencial. Comenzó en 1927 con el general Plutarco Elías Calles –aficionado al verbo ‘madrugar’– que obligó a todos los habitantes del país a levantarse una hora antes cuando cambió, por decreto, el huso horario que definía la hora de México.

Don Plutarco dejó en su lugar a Pascual Ortiz Rubio quien decretó, por primera vez, el horario de verano. Al hacerlo no tomó en cuenta a los ferrocarrileros, para quienes el horario era vital pues un error de cálculo podía ocasionar un choque de trenes. Para evitar esta contingencia se observaron dos horarios en la ciudad de México: el de la ciudad y el de los trenes.
Ortiz Rubio canceló los cambios que había hecho en los horarios nacionales, pero la maña de movernos el horario se le quedó a los presidentes que le sucedieron.

El siguiente intento de implementar el horario de verano en México se le ocurrió al presidente Vicente Fox. Cuando llegó a la presidencia, cándidamente, decidió utilizar su poder y decretó el 18.º cambio de horario.

Esto lo hizo sin considerar que un estudio del Congreso de la Unión concluyó que el presidente de México no está facultado legalmente para cambiarle el horario a nadie en el territorio nacional. Así el 1 de febrero de 2001 Vicente Fox, por el poder que no tenía, decretó el horario de verano.

El jefe de Gobierno entonces era Andrés Manuel López Obrador, quien es cualquier cosa menos cándido. Por supuesto atrapó al presidente en su dislate y armó un desorden mayúsculo.

El decreto de Fox fue declarado inconstitucional. Pero como dulce de consolación el congreso, 13 meses después, dispuso que en el territorio nacional se observara dicho horario.

Lo cierto es que el horario de verano no tiene sentido en las latitudes cercanas al Ecuador y sí lo tiene en las latitudes lejanas a este. Nosotros estamos divididos por el Trópico de Cáncer y esta línea bien pudiera considerarse como el límite a partir del cual tiene sentido utilizar el horario de verano. Así que la ciudad de México bien puede estar sin el cambio.

La razón de más peso para observar el horario ha sido el Tratado de Libre Comercio (TLC) pues la facilidad de mantener nuestros relojes sincronizados con los norteamericanos ayuda al comercio. Es por eso que en la mayoría del territorio se observa el horario de verano excepto en Sonora y Quintana Roo. Sonora tiene frontera con Arizona y ellos no lo aceptan y a Quintana Roo, al encontrarse en el extremo sur, le importa lo que se le unta al queso.

Claro que si el TLC se viene abajo bien podríamos eliminar el horario de verano y dejar de perder una hora de sueño en la primavera para ganarla en el otoño. Eso al menos sería una ventaja.

*Escritor, autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias.

@casanovatiempo

Nota: el dato del ahorro del 0.005 % se obtiene al tomar el ahorro de consumo reportado por el FIDE como ahorro en consumo durante el año 2014 (1 123 GWh) y dividirlo entre el consumo total en 2014 reportado por la UNAM en ese mismo año (245 800 GWh): 1 123/245 800 = 0.005

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