POR VALERIA GALVÁN
“Yo también te quiero, ¡sí, también te quiero, mi cielo!”, así le contesto a Chato cuando me dice que me quiere. Ok, yo quiero creer que con su mirada me está diciendo que me quiere.
Chato es mi perro, un pug con ojos expresivos y de colita enroscada que mueve cuando está contento, o eso es lo que quiero creer.
Siempre he sido amante de los animales, no me atrevo a dañar a ninguno porque imagino que en cualquier momento puede bajar el gigante del cuento de las habichuelas mágicas y nos pisaría como nosotros lo hacemos con las especies más pequeñas.
Entre todas las cosas que mi alma vieja observa en la actualidad hay algo que me tiene muy entusiasmada: el impulso que últimamente se le ha dado a la adopción de mascotas.
No es nuevo que se promueva el cuidado de especies en peligro de extinción o el respeto por la vida animal en diferentes hábitats, lo novedoso es el impulso que se le ha dado a la adopción de perros o gatos a tal grado que comprar ha perdido fuerza y, por qué no decirlo, clase.
Lo de hoy es darle una vida digna y feliz a una mascota abandonada, en situación de calle o maltratada.
Algunos estudios revelan que aproximadamente 7 de cada 10 hogares tienen una mascota en México. Tanta relevancia ha adquirido la preocupación hacia nuestras mascotas que ya es muy sencillo adquirir planes de seguro en casos de emergencia, como situaciones de salud graves o gastos por búsqueda en caso de extravío.
Definitivamente las aseguradoras han podido desarrollar productos nuevos para su negocio, y los orgullosos padres pueden sentirse más seguros y tranquilos.
Soy de las que está a favor porque tengo un perrito que me da muchas alegrías; además, me considero del equipo de los que bien llevan en carriola a pasear a su mascotita. Mi sentido empático comprende perfectamente el sentimiento de rechazo de las personas que lo consideran algo ridículo o innecesario.
Lo único que me preocupa es que estas acciones de protección y preocupación hacia nuestros animalitos sean sólo una moda o parte de la imagen que se quiere enaltecer en nuestra dimensión digital.
Por ejemplo, conozco el caso de una chica que después de perder a su perrita y buscarla una semana compró una nueva mascota para “aliviar” su dolor. Supongo que es lo mismo que muchas personas hacen con el típico cliché “un clavo saca a otro clavo”. Eso no es nuevo.
En conclusión, aún hay mucho camino que recorrer con el fin de brindar respeto y tranquilidad a nuestro mundo animal, ¿lo lograremos? Muchos perritos y gatitos en situación de calle siguen esperando para ser adoptados, las especies en extinción esperan ser salvadas, ¿y nosotros?: queremos likes.
*Buscadora de historias urbanas de sus contemporáneos millennials. Ponte atento, tu historia puede ser la próxima.
@valeria_galvanl