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El sindrome del ‘sobrecalificado’

18 de Septiembre 2017
Foto: Especial
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¿Alguna vez te has preguntado si la persona que te atiende en un negocio, la que te brinda un servicio, el chofer de tu uber o hasta tu luchador favorito tienen una carrera universitaria que no han podido ejercer? O peor aún, ¿has perdido un empleo por estar sobrecalificado o tener pretensiones económicas “muy altas”?

Una realidad nada alentadora para los jóvenes en México es que tener un mayor grado de estudios no necesariamente se traduce en un mejor empleo o más ingresos, de hecho, es algo poco valorado e, irónicamente, las personas con más estudios suelen ser las que concentran las mayores tasas de desempleo en el país, una situación compleja de resolver.

Así, en el mercado laboral mexicano, tener más estudios puede resultar frustrante y muy poco rentable. Las personas con estudios medios y superiores registran los mayores niveles de desempleo, y si encuentran algún trabajo suele ser con un salario bajo. Es un problema estructural de la economía mexicana que acentúa la pobreza y desigualdad, además desemboca en que los trabajadores más pobres y con pocos estudios se vean obligados a conseguir empleo lo más rápido posible. Mientras que una persona con mayores estudios opta por esperar más tiempo para conseguir un trabajo que pueda cumplir sus metas financieras.

Según diversos estudios económicos, las personas con menores recursos únicamente buscan sobrevivir mediante un trabajo sencillo, aunque tengan una paga precaria. Esto provoca que se  perpetúe la condición de una persona en estado de pobreza.

Del otro lado, aunque no lo creamos, un profesionista tiene una probabilidad baja de encontrar  trabajo, y si lo encuentra, de que esté mal pagada. Según datos del observatorio laboral, en el 2005, un profesionista con estudios universitarios ganaba 24 192 pesos mensuales, mientras que en 2016 apenas percibía 14 805 pesos.

Ahora, hablemos de números. En términos comparativos de poder adquisitivo, 24 192 pesos del 2005 representarían 39 051 pesos del 2017. Esta brecha representa un 37 % entre el sueldo actual y el de hace 12 años, y constituye una razón importante para que los profesionistas tengan que buscar opciones distintas o esperar más tiempo en el desempleo. Los mexicanos han mejorado sus niveles de estudio en los últimos años, pero no ha aumentado la oferta de las vacantes. Cerca del 44% de las personas desocupadas en México tiene estudios medios y superiores, y el 93.3% de la población desocupada tiene experiencia laboral. Esta es una situación alarmante para México y el mercado del trabajo; a ello se le suma que existe una oferta muy grande de profesionistas con las mismas carreras.

Poco a poco necesitamos cambiar nuestro modelo con el propósito de generar más ingenieros y carreras técnicas que impulsen la innovación, convirtiéndola, como en muchos otros países, en un revulsivo económico. Esto representa también un problema para los empresarios, pues si bien aquí se puede encontrar una oferta laboral barata, esas personas carecen de las habilidades que necesitan las empresas a fin de ser más competitivas. Así es que esto de contratar perfiles “junior” se vuelve en un círculo vicioso.

Por ello, a pesar de que el panorama sea adverso, es importante invertir en preparación, tener habilidades diferentes a las que haya en el mercado laboral –idiomas o manejo de lenguajes de programación– que representen ventajas competitiva importantes si se sabe cómo capitalizarlas.

Siempre se puede ver la parte positiva de un mercado laboral como el mexicano, ya que si tenemos las habilidades correctas, podemos transformar esta situación en una ventaja para tener oportunidades más justas.

*Asesor financiero especializado en fintech y coaching financiero.

@networthmx

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