Si hace dos o tres años alguien nos hubiera dicho que Adal Ramones sería el conductor del programa estelar de TV Azteca; o que el comediante Facundo estaría jugándole sus pesadas bromas al elenco de “la televisora de enfrente”; o que los periodistas de espectáculos Juan José Origel, Martha Figueroa y Aurora Valle –discípulos de Pati Chapoy– tendrían su programa de chismes en el Canal de las Estrellas; o que la juez de hierro de los reality shows del Ajusco, Lolita Cortés, ahora estaría criticando a los concursantes de los reality de San Ángel; o que los cantantes surgidos de La academia (Carlos Rivera, Yahir y Yuridia) serían recibidos con los brazos abiertos como coaches de La voz… México, bueno, pues sencillamente sería algo de no creerse.
Pero los tiempos cambian y ahora, con el fin de las exclusividades, no se debe escupir al cielo, pues lo más normal es que las dos principales cadenas de televisión abierta en México se pirateen o intercambien a quienes por años formaron parte de sus filas y juraron amor y fidelidad a la camiseta que portaban.
Cuando enciende uno la televisión, ya no se sabe qué televisora ve: ¿Mauricio Mancera y Fernando del Solar entrevistando a Atala Sarmiento en el programa matutino de variedades producido por Magda Rodríguez? Seguro es Venga la alegría, de TV Azteca… Pues no, no es así, están en Hoy.
¿Lupita Jones afinando hasta el último detalle del certamen televisivo del que habrá de surgir la nueva reina de belleza que nos represente en Miss Universo? Seguro es Nuestra belleza México, de Televisa… Pues tampoco, se trata de Mexicana universal.
Y así podríamos citar más y más programas, reality shows, noticieros y telenovelas, donde las empresas de Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego modificaron todo a lo que nos habían acostumbrados durante décadas.
Si bien una de las máximas en el negocio de la televisión es “renovarse o morir”, tal parece que aquí, con tantos cambios, las cosas llegaron al extremo, pues además del talento que vemos en pantalla, también el pingponeo se ha presentado en áreas ejecutivas, administrativas y de producción.
Vale decir que hay quienes ven en todos estos trueques una especie de pacto secreto entre Televisa y TV Azteca con el propósito de seguir con el duopolio televisivo, pues es un hecho que, ante la falta de contenidos de calidad e interés, cada día son más los televidentes que migran de la televisión abierta a los sistemas de televisión de paga, a las plataformas digitales y a los servicios audiovisuales de streaming, en busca de otro tipo de programación. Y otro problema es que, con la consecuente caída en los ratings de la televisión abierta, también los anunciantes están dejando a los dos grandes empresas.
Para nadie es un secreto que en San Ángel y en el Ajusco se aferran a ciertos productos con el fin de sobrevivir, como la Selección Nacional de futbol y las peleas de box, principalmente las de campeonato mundial. En un país “pambolero”, los partidos del Tri son una mina de oro para las televisoras, pues sólo ellos tienen la exclusividad de las transmisiones. De hecho, Televisa cuenta con los derechos, pero los comparte con TV Azteca a cambio de esta alianza, así como de un buen pago, claro está. En reciprocidad, Azteca comparte con Televisa las transmisiones de las peleas de El Canelo Álvarez, Manny Pacquiao y Gennady Golovkin, que en los últimos años son las más esperadas por la afición.
Tal parece que luego de ríspidos enfrentamientos por la audiencia, ahora la diferencia entre las compañías está en los matices: ¿Martinolli y el doctor García o El Perro Bermúdez y Kikín Fonseca?, ¿Eduardo Lamazón y J.C. Chávez o Eduardo Camarena y Finito López?, ¿4 elementos o Exatlón?, ¿La academia o Mira quién baila?, ¿Ventaneando o Intrusos? Después de todo, pan con lo mismo.
*Periodista especializado en cultura.
@rogersegoviano